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Condicionantes de unas municipales diferentes

El efecto Feijóo en la tendencia electoral global, la crisis económica, el calendario o la irrupción de nuevos partidos condicionan las próximas municipales
Alberto Núñez Feijóo. SEBAS SENANDE
photo_camera Alberto Núñez Feijóo. SEBAS SENANDE

FALTA UN año para las elecciones municipales y los principales partidos ya enfilan una cita con las urnas que, sin embargo, tendrá poco que ver la última, el 26 de mayo de 2019. Y es que han pasado demasiadas cosas en estos tres últimos años como para que se pueda reproducir aquel esquema en el que el PPdeG tocó fondo y la izquierda gallega rozó el cielo.

Para empezar, la pandemia y los procesos orgánicos, especialmente este último del PPdeG, alteraron los calendarios internos y van a retrasar la designación de candidatos. Cuesta creer que a solo un año vista el PP y el PSOE no tengan definido su cabeza de cartel en Ourense, por citar uno de los muchos ejemplos que podrían ponerse. Es una anomalía.

También las tendencias electorales son hoy muy diferentes a las de 2019, cuando en efecto Sánchez estaba en plena ebullición y llevaba en volandas las siglas socialistas en cualquier rincón del país. ¡Qué se lo pregunten a Gonzalo Caballero! Hoy la tendencia es más bien la contraria, porque las crisis económicas prolongadas en el tiempo —se juntó la de la pandemia con la de la inflación y las materias primas— castigan con dureza a los gobiernos. Hoy el efecto Sánchez no solo no ayuda, sino que puede ser un lastre frente a una derecha reactivada demoscópicamente con el efecto Feijóo, que es del que se habla ahora.

Otro condicionante es precisamente la economía. Pocos factores tienen una influencia tan directa en el voto como el bolsillo. Y aunque los comicios municipales son quizás los más singulares a la hora de votar, ya que en ellos las tendencias electorales estatales y los grandes problemas globales se disipan, cualquier crisis condiciona las urnas. Y la actual no parece que vaya a tener una salida a corto plazo. Podrá aflojar, pero muchos expertos coinciden en que vienen por delante un 2022 y un 2023 especialmente complicados.

Tampoco se puede obviar una posible alteración del tablero de juego por la irrupción de nuevos actores electorales. La vista hoy está puesta especialmente en uno, el de la vicepresidenta segunda Yolanda Díaz, que quiere reagrupar bajo su paraguas a la llamada izquierda rupturista. Un nuevo proyecto a la izquierda puede dividir al electorado ahora que en el bloque de la derecha se reagrupa con la práctica desaparición de Ciudadanos. Falta por saber el impacto que tendrá un nuevo experimento al estilo de las mareas en Galicia, donde todavía está muy fresco en la memoria el fiasco de 2020, pero indudablemente tanto BNG como PSOE no pueden pasarlo por alto.

Por último, tampoco será lo mismo si se votarán solo concellos y diputaciones o si se harán coincidir con otros comicios.

Por ello, a un año vista de las municipales no se sabe si la tendencia electoral de 2019 se reforzará o se invertirá, pero sí se saben dos cosas: serán diferentes y serán claves para las autonómicas.

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