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¿Es posible un pacto PPdeG-BNG?

Feijóo y Pontón. LAVANDEIRA JR
photo_camera Feijóo y Pontón. LAVANDEIRA JR

La sesión de control del Parlamento dejó esta semana un interesante debate entre Núñez Feijóo y Ana Pontón sobre la política de pactos. No por lo que dijeron en el hemiciclo, que no pasó de anécdota, pero sí por el fondo de la cuestión, que es la posibilidad de que entre el PPdeG y el BNG pueda haber algún tipo de entendimiento que se materialice en forma de pacto. Algo que, a día de hoy, resulta bastante improbable. O imposible.

"Se rachan co PSdeG poderíamos facer cousas xuntos", le dijo Feijóo a Pontón, aunque seguramente con la boca pequeña. Antes, ella había puesto sobre la mesa un frente común en defensa de los intereses de Galicia, pero se sobreentendía que no era un frente a dos con los populares sino que incluía al PSdeG dentro de la ecuación.

Pero PPdeG y BNG están todavía a años luz de poder fraguar grandes acuerdos. A nivel político y económico, los populares están en las antípodas de las tesis nacionalistas. Y en el caso del Bloque, buena parte de su razón de ser está en combatir al PPdeG. Esa es la foto fija en la relación de ambos partidos desde la fundación del BNG en 1982.

Sin embargo, nada dura para siempre. Y menos en unos tiempos de política tan volátil como los actuales.

→ El nuevo rol del Bloque


El BNG de récord de Ana Pontón, con sus 19 diputados, lidera la oposición, un papel respaldado además por un creciente poder institucional a nivel local y provincial. Y aunque no cambie su esencia, sí su comportamiento, ya que no es aquella última fuerza parlamentaria obligada a hacer ruido para salir en la foto. Hoy es el segundo partido de Galicia, fuertemente respaldado en las urnas y que debe ejercer un permanente equilibrismo con el PSOE: su socio natural en Galicia y el partido al que apoyó para gobernar en Madrid; pero a la vez, el blanco de buena parte de sus críticas, focalizadas en el Gobierno central.

La estrategia del Bloque de aplicar palo y zanahoria con el Consejo de Ministros responde a la lógica. Más allá del trato que pueda dispensar el Ejecutivo a Galicia, allí se sienta Unidas Podemos, el partido sobre cuyas cenizas en Galicia asentaron los de Pontón su impresionante crecimiento electoral. A Podemos y las mareas, que antes le habían robado buena parte del electorado al BNG, el nacionalismo gallego no le dará ni agua. Y eso implica tensar también en ocasiones las relaciones con el socialismo.

Además, el electorado primó en las autonómicas a los partidos beligerantes con Madrid y castigó a los que operaron como simples sucursales de la capital, como se vio con PSOE, Cs o Vox. Y el BNG lo sabe.

→ La transversalidad


Sin embargo, el tira y afloja de BNG y PSOE en cuestiones como los presupuestos generales, el reparto del fondo europeo o la protección de la monarquía no debe confundirse con un acercamiento del nacionalismo al PPdeG. Este Bloque tiene mucho de nuevo, pero todavía no está preparado para asumir una transversalidad que le permita pactar a derecha e izquierda, pese a que hay voces que entienden que el debate no se podrá aplazar eternamente. No se trataría de dar un giro radical de 180 grados, pero sí de ofrecer al menos algún gesto en un partido cuya dirección castiga de forma fulminante cualquier coqueteo con la derecha.

El BNG no es el PNV, pero acercarse al PP de forma pragmática podría servirle para intentar pescar en su electorado más galleguista, algo que no consiguió con su receta tradicional. Y ahora que no tiene competencia por su izquierda, podría arriesgarse a ensayar algún pacto. Otra cosa es que el PPdeG deje que se le acerque nadie

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