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La 'upegaización' de Podemos

El golpe de estado en el grupo parlamentario de En Marea encaja en la nueva estrategia morada de ser pocos pero buenos

El portavoz de En Marea, Luís Villares. XOÁN REY (EFE)

LA SEMANA que en principio estaba reservada para analizar con detalle el impacto histórico del 28-A en Galicia se vio sobresaltada, en clave doméstica, por el golpe de estado perpetrado dentro del grupo parlamentario de En Marea. Fue una maniobra política precipitada, tan torpe e innecesaria como lo fue la filtración interesada de la misma a los medios. Y al final, tras cabrear a los alcaldes del cambio, a algunas figuras relevantes del llamado espacio de unidad popular, a las propias víctimas y a los periodistas —el horario del rupturismo nunca fue muy compatible con la conciliación—, todo se quedó en nada. Como la gasesosa, que pierde toda la fuerza al abrirla. Porque al final, tampoco hacía falta una reunión retransmitida en streaming del grupo parlamentario para saber que una mayoría —de 9 a 5— es partidaria de relevar a Luís Villares como portavoz.

→ Teledirigido desde Madrid
Existe consenso sobre algunos aspectos de este movimiento estratégico, ya avanzado antes de las elecciones generales. El primero es que es Podemos quien está detrás de la maniobra, que estaría diseñada desde Madrid y ejecutada en la comunidad por Yolanda Díaz y Tone Gómez Reino, con especial implicación de la primera, que va camino de convertirse en el Mario López Rico del sector crítico con la colección de culpas y cadáveres políticos que lleva a cuestas.

Salvo que sea muy buen actor, el diputado de EU Manuel Lago expresaba el otro día su sorpresa en los pasillos del Parlamento por la noticia y no ocultaba su malestar por el uso de su nombre como posible sustituto de Villares en la portavocía del grupo. El mismo modus operandi que Podemos usó no hace tantas semanas cuando propuso a Beiras al Senado sin consultarlo con él. Se buscaba, apuntan algunas voces, un efecto sorpresa que obligase a Anova y EU a posicionarse claramente contra Villares sin tiempo para buscar otros argumentos.

Y sobre el momento elegido para publicitar este golpe de mano en el grupo de En Marea también hay teorías para todos los gustos, como en Juego de Tronos. El momento fue inoportuno por la proximidad de las municipales, y así lo hicieron saber Xulio Ferreiro, Martiño Noriega, Beiras o Antón Sánchez, entre otros. Sin embargo, a Podemos le da igual porque, en el fondo, el partido morado no se juega gran cosa en las elecciones locales del 26-M. Es más, en Galicia su marca está desaparecida de la mayoría de las candidaturas y sus representantes relegados en las listas. Así que Podemos operó pensando únicamente en sus tiempos: si el objetivo es borrar a En Marea del mapa y Villares es su cabeza visible, nada mejor que decapitarlo antes de unas municipales, en las que tanto el lucense como la marca pueden tomar algún oxígeno a través de su red de mareas municipales.

→ ¿Qué ocurrirá a partir de ahora?
A pesar de que el rupturismo ha demostrado desde el nacimiento de Age en 2012 ser imprevisible, el escenario que se vislumbra está cada día más despejado. El grupo parlamentario forzará la salida de Villares como portavoz porque, en base a su mayoría, podría hacerlo, si bien la última palabra la tendría la Mesa del Parlamento, que es quien tiene que dar luz verde a ese relevo tras analizar los argumentos de unos y otros. Y si finalmente Villares es apartado, hay que contemplar que se convierta en el nuevo portavoz del grupo mixto, una maniobra que encajaría con su perfil de político resistente y que no da su brazo a torcer fácilmente. Además, cuenta con apoyos sólidos dentro del grupo que lo acompañarían.

El panorama, no obstante, no podría ser más surrealista, con nueve diputados abanderando el grupo que lleva la marca de En Marea, con la que curiosamente pretenden acabar. Y perdiendo la condición de líder de la oposición y, posiblemente, un senador por designación autonómica, quizás el mayor daño vistos lo cotizados que están los puestos hoy en día en el espacio rupturista.

Y así se resume esta maniobra de Podemos que, pese a tener alguna clave galaica, responde sobre todo a la filosofía que están aplicando los de Pablo Iglesias desde Vistalegre 2: laminar poco a poco a sus confluencias, a purgar la disidencia interna y romper cualquier lazo con el nacionalismo en favor de un proyecto centralista. Prefieren ser pocos, pero buenos y bien avenidos. Exactamente como la UPG.

Los parlamentarios de En Marea todavía le aplauden a Luís Villares

LLEGÓ A DARSE por hecho que este aplauso de la imagen, el martes al terminar la sesión de control a Núñez Feijóo en el Parlamento, sería el último que le brindarían los diputados de En Marea a Luís Villares como portavoz. Finalmente su relevo se aplazó, por lo que todavía quedará un pleno en O Hórreo antes del 26-M. En cualquier caso, el gesto demuestra que, pese al ambiente irrespirable de puertas para adentro, En Marea trata de guardar la imagen y mostrar cierta cohesión hacia el exterior. Lo que ocurre es que el trabajo, la preparación de los temas y el debate se resienten. El último año se les hizo muy largo y el escenario de pasar otro igual se antoja ya imposible.

Participación electoral alta el domingo 26
A DIFERENCIA de las generales, las elecciones locales tienen un componente muchísimo más personal que ideológico. Así, para las fuerzas de izquierda, tradicionalmente beneficiadas por la alta participación en las urnas, no será tan fácil movilizar a sus votantes en base a estrategias como el miedo a la ultraderecha de Vox, ya que el vecino está más preocupado de su acera o de la escuela taller para su hijo que de teoría política y macoeconomía. Prima lo terrenal sobre lo metafísico. Sin embargo, la coincidencia de los comicios europeos con los municipales —y en algunas comunidades los autonómicos— cambia radicalmente el escenario, ya que la historia demuestra que los superdomigos electorales, con más de una cita, registran mayor participación. Y aunque poco tiene que ver la política local con la comunitaria, es indudable que existe el voto por inercia y que el cambio de papeleta según se deposite en una urna u otra es más bien residual. Este factor puede corregir la desmovilización ideológica.

 

40 años del primer 'sorpasso' del PSdeG
LA DERECHA en Galicia tomaría buena nota de lo ocurrido el domingo, donde se vio superada en votos y escaños por el PSdeG por primera vez en 40 años. Hay que remontarse a los comicios generales de 1979 para ver a los socialistas por encima de los populares, en aquel momento por una diferencia de unos 32.000 votos. Lo que ocurre es que no tiene nada que ver el escenario, ya que la entonces Alianza Popular (AP), con Manuel Fraga como candidato, concurrió integrada dentro de Coalición Democrática, mientras que quien arrasó en la comunidad fue la UCD de Adolfo Suárez, aunque sin mayoría absoluta. Los resultados fueron el preámbulo de lo que pasaría solo tres años después, con un triunfo de Felipe González que confirmó la realidad que acabamos de vivir: que la derecha, dividida, no puede competir con la izquierda. Por eso, desde entonces y hasta hoy, el PP siempre fue hegemónico en su ala política, sin dejar crecer la hierba o segándola cuando era necesario, como hizo con el SDC de Mario Conde.

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