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Los daños colaterales del 26-J

La repetición de las elecciones generales el 26-J obligará a los partidos gallegos a aparcar durante un par de meses la batalla de las autonómicas en la que parecían inmersos para centrarse en Madrid, ahora que todos los indicadores apuntan a que Feijóo evitará un adelanto electoral que haga coincidir ambas convocatorias. Cada una de las principales fuerzas tendrá que asumir de este modo, en mayor o menor intensidad, algunos daños colaterales, empezando por los propios resultados que puedan salir de las urnas o la saturación a la que se somete a un electorado llamado a votar tres veces en menos de un año.

A priori, quien mejor parece tenerlo es el PPdeG, que hizo los deberes a nivel organizativo y al que la campaña estatal le servirá para rodar y poner en marcha sus nuevas estructuras provinciales, encabezadas por Diego Calvo, Alfonso Rueda, Elena Candia y José Manuel Baltar. El 26-J será el test que permita comprobar si la renovación acometida por el partido fue o no acertada; es decir, si es capaz de remontar el vuelo tras los últimos batacazos electorales o si su desgaste está ya cronificado en Galicia.

Pero, por otra parte, el PPdeG se verá obligado a cumplir con el apartado de la ley electoral que prohíbe inauguraciones y actos similares antes de la celebración de unos comicios, por lo que debe frenar la maquinaria electoral puesta en marcha el mismo día en que Feijóo anunció que volvería a ser candidato a la Xunta y que se traduce estas últimas semanas en una apretadísima agenda de visitas y eventos. Por cierto, una agenda esta en la que nunca falta Vigo.

La segunda vida del BNG

Aunque pueda parecer que las generales le dan al Bloque una segunda oportunidad, lo cierto es que son un arma de doble filo. Llegan cuando el nuevo proyecto y la nueva líder Ana Pontón apenas ha tenido tiempo de darse a conocer y en un momento en el que la formación frentista se desangra a cámara lenta: acaba de perder al alcalde de Vimianzo junto a todo su equipo de gobierno y, para colmo, una moción de censura le privó de la alcaldía de Pontecesures. En este contexto, un revés electoral -el enésimo- dejaría al BNG al borde del abismo de cara a afrontar solo unos meses después unas elecciones autonómicas. Por eso, y para evitar otra catástrofe, la formación ya anunció cambio de caras en las listas; y de siglas, pues recuperará su marca tras confirmarse que renunciar a ella en favor de Nós-Candidatura Gallega en diciembre fue un error de proporciones históricas.

La marea sigue exprimentando

Al contrario de lo que ocurre en el BNG, la coordinadora autonómica de Esquerda Unida, Yolanda Díaz, reveló que En Marea repetirá listas y fórmula para las generales con el objetivo de al menos igualar los resultados y conseguir así grupo propio en el Congreso. Pero en el espacio rupturista gallego, lo que un día se da por hecho al siguiente puede ser totalmente descabellado. Lo que parece evidente es que la convocatoria electoral obligará a la alianza de Podemos, Anova y EU a decidir casi en tiempo récord qué forma qué forma dar a la coalición. Por un lado, puede ser positivo, porque les dejaría mucho trabajo hecho de cara a las autonómicas, en las que solo estarían pendientes del candidato/a. Pero por el otro, la premura puede hacer aflorar todavía más las evidentes tensiones internas entre los distintos actores: tanto las de Anova con Podemos y EU como las internas en la formación de Pablo Iglesias, donde no todos parecen comulgar con la confluencia.

Las desavenencias dentro de En Marea no son ningún secreto. Basta consultar para ello el Facebook del dirigente de Anova Rafa Dopico, donde no hace tanto tiempo cargaba con dureza contra algunas las mareas municipales. Entre Beiras y Yolanda Díaz, directamente, saltan chispas.

Y el experimento puede complicarse todavía más si finalmente aterrizan dentro marcas recién creadas como el Foro Galego del exBNG Manuel Antelo; el partido Xuntos, fundado por críticos de Podemos y la plataforma viguesa de Carlos González Armada; o los escindidos de Compromiso (CxG), encabezados por el exsenador ourensano Pérez Bouza. En resumen, una mezcla difícil de combinar en la misma probeta y que no es recomendable agitar mucho. Aunque también es cierto que si la fórmula funciona tendrían muchas posibilidades de afianzarse como segunda fuerza electoral en la comunidad gallega a costa del PSdeG.

El PSdeG, a lo suyo

Precisamente los socialistas gallegos serán el único partido que se pase la precampaña y la campaña más centrado en Galicia que en Madrid por culpa de sus primarias. Eso no significa que las elecciones a nivel estatal no vayan a alterar a los del puño y la rosa, que por lo de pronto ya se encarzaron en discusiones sobre la conveniencia de modificar o no las listas electorales al Congreso y el Senado tras el fiasco del pasado 20-D. Pero la verdad es que esta parece una cuestión menor al lado de la decisión de elegir al cabeza de cartel que aspire en otoño a derrotar a Núñez Feijóo. Eso sí, ambos frentes, el de las primarias y el de las listas para las generales, serán el mejor test para saber si se vislumbra algún resultado del proceso de reunificación impulsado por el alcalde de Vigo, Abel Caballero, o si por el contrario se reeditarán las guerras internas fraticidas de los últimos meses entre el sector oficialista, afín a Besteiro y Ferraz, y los llamados críticos. Que es lo que parece que está sucediendo.

La anécdota de la semana

Las Cortes cerraron la legislatura más corta de la historia de la democracia. Fue tan breve que ninguno de los diez diputados gallegos del PP llegó a presentar ni una iniciativa en el Congreso, igual que el de C’s. Enfrente, el más trabajador de la comunidad fue con diferencia el socialista pontevedrés Guillermo Meijón, por delante de Yolanda Díaz. Curiosidades de la vida y de la política, el de Meijón fue el escaño más raspado del 20-D en la comunidad, que los socialistas lo salvaron por apenas 8.000 votos. Y aunque fue el más trabajador, es el que ahora corre más riesgo de quedarse fuera.

LA REAPARICIÓN DE SEVERINO RODRÍGUEZ

El exalcalde de Monforte con el BNG, Severino Rodríguez, se dejó ver hace poco en Santiago apoyando al Foro Galego, el espacio de debate para la izquierda nacionalista y rupturista de Galicia que impulsan alcaldes, ediles y excargos del Bloque y cuya cara visible es Manuel Antelo, regidor de Vimianzo. El monfortino, que gobernó de 2003 a 2015, se había mantenido desde su marcha apartado de la escena política, por lo que sorprendió su presencia en el hotel compostelano donde se presentó el foro. De todas formas reconoció que asistió al acto "e nada máis", insinuando que no piensa en un regreso a la primera línea. Rodríguez lleva años criticando la dirección que la UPG marca en el BNG, aunque continúa como militante por su "compromiso" con la agrupación de Monforte. Todo lo contrario que Manuel Antelo, que acaba de pedir la baja en la formación frentista, un gesto que otros querrían imitar, aunque el temor a que los bipartitos de las diputaciones castiguen su ‘traición’ en forma de recorte de inversiones los frena.

SIN TENSIÓN CON CASTIÑEIRA EN O HÓRREO

La tensión surgida en el seno del PPdeG lucense después de que el portavoz municipal y presidente de la asamblea local, Jaime Castiñeira, atacase veladamente a la nueva responsable provincial del partido, Elena Candia, en una comida con afiliados días atrás parece que termina dentro de las fronteras de la provincia. Al menos no se trasladó al equipo de nueve lucenses que integran el grupo parlamentario del PPdeG, donde hubo "absoluta normalidad", aseguran, hasta el punto de que mantuvieron su costumbre de comer todos juntos. Eso no significa, no obstante, que el gesto de Castiñeira disgustase a algunos cargos y militantes, que incluso interpretan esta maniobra como los primeros codazos para hacerse hueco y posicionarse ante las inminentes elecciones autonómicas gallegas. Sea cierto o no, la realidad es que la de Lugo parece ahora mismo la provincia gallega donde el PPdeG proyecta una mayor imagen de división, cuyo germen se encuentra en la disputa entre Elena Candia y Raquel Arias.

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