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Pandemia electoral

A una eternidad de las elecciones y en plena crisis sanitaria y económica ya empieza a hablarse de candidatos para 2024
Luis González 'Ferreiro'. ADP
photo_camera Luis González 'Ferreiro'. ADP

Resulta difícil de entender que con la que está cayendo alguien pueda pensar hoy en las elecciones autonómicas gallegas de 2024. Pero los partidos políticos, con sus aparatos, sus fontaneros y sus intereses, nunca descansan. Ni siquiera en medio de una pandemia que si algo demostró es que nadie puede hacer previsiones fiables con un horizonte que vaya más allá de unos días. ¡Imagínense hablar de lo que sucederá dentro de tres años y medio!

Pero la factoría de rumores jamás se detiene, porque detrás de ellos hay muchas intenciones ocultas, aunque no siempre sea fácil descifrarlas. Son parte del juego y suelen construirse sobre alguna base real.

La doble opción de Yolanda Díaz


Ocurre, por ejemplo, con Yolanda Díaz. La ministra de Trabajo abandonó su partido de toda la vida, Izquierda Unida —se mantiene en el PCE—, en verano de 2019, aunque la noticia no trascendió hasta julio pasado. Al momento se interpretó el movimiento en clave sucesoria: la ferrolana podía ser el relevo natural de Pablo Iglesias. Hoy, medio año después, ya hay quien sitúa a Díaz en un contexto diametralmente opuesto: el relevo de Gonzalo Caballero en el PSdeG como candidata a la Xunta en 2024.

La primera vez que se apuntó esa posibilidad fue el verano pasado. Entonces, Caballero había salido trasquilado de las urnas y dentro de Podemos Iglesias y su entorno empezaron a mirar a la gallega con cierto recelo. El CIS la situaba como la ministra más valorada por los españoles, por delante del propio líder morado y su mujer y ministra, Irene Montero, la preferiti para la sucesión dentro del rupturismo, al más puro estilo Baltar. A los celos de la dupla Iglesias-Montero se sumarían los elogios del PSOE hacia Yolanda Díaz, que ha sido capaz de lidiar, con cintura política, con patronal y sindicatos para tratar de amortiguar el brutal impacto de la pandemia en el mercado laboral.

Esa conjunción de factores fue la que alimentó la teoría de que Ferraz podría pensar en la ministra como solución para el tablero gallego, una teoría que se reforzó con la sorprevisa presencia de la propia protagonista en la Porta Santa para el acto de apertura del Año Santo 2021-2022.

Una operación compleja


No obstante, la operación es muy compleja. Mucho. Primero, porque falta un mundo para 2024. Segundo, porque el contexto político, económico y social es el que es y en él pasan tantas cosas que cualquier político o sigla puede caer en desgracia de un día para otro. Tercero, porque en Galicia el PSdeG ya tiene un aparato instalado y consolidado y la oposición interna que tiene Gonzalo Caballero no tiene en mente a Yolanda Díaz como relevo del vigués sino que más bien piensa en clave doméstica. Y cuarto, porque la propia Díaz puede tener hoy por hoy horizontes profesionales, en política o no, más atractivos que arriesgarse a la aventura de liderar al tercer partido gallego ante un PPdeG hegemónico y un BNG al alza. Además, la ferrolana tiene cierta vocación madrileña, pues en Galicia ya fue candidata a la Xunta sin mucho éxito (12.000 y 16.000 votos) y aquí dejó también algún cadáver político y más de un enemigo. Es cierto que su aventura madrileña ha reforzado su proyección política, pero quizás no tanto como para volver y ser profeta en su tierra.

El factor Feijóo


Por último, no conviene olvidar que buena parte de los movimientos que se den para las elecciones de 2024 estarán condicionados por lo que haga el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Dijo que este mandato, el cuarto, era el último, pero lo cierto es que dijo lo mismo de los dos anteriores. El PPdeG tiene pendiente un congreso para renovar el partido que, probablemente, se celebrará a lo largo de este 2021, pero fuentes internas apuntan a que no será todavía en el que toque abrir el melón sucesorio. Algo que algunos ya interpretaron como el quinto asalto del presidente a la Xunta. En la oposición hay quien lo da por hecho.

A estas alturas es difícil de saber. Lo único claro a tres años y medio de las elecciones es que Galicia tiene por delante un mínimo de un año más de pandemia pura y dura, dos años santos xacobeos y cuatro años de precampaña, que en realidad es la verdadera pandemia que sufrimos: la electoral. 

El comunismo gallego pierde a un histórico: Luis González Ferreiro 

El Partido Comunista de Galicia (PCG) perdió este sábado a una de sus figuras más relevantes, Luis González López, conocido como el camarada Ferreiro. Nacido en Vila de Cruces en 1936, Ferreiro estuvo exiliado en Francia y regresó a Vigo a finales de los 60 para colaborar con el aparato clandestino de propaganda. Construyó zulos para imprentas en Vigo y A Coruña donde se imprimieron los panfletos para huelgas y ejemplares de Mundo Obrero que él mismo repartía, pero lo pillaron y fue encarcelado y torturado. Su relevancia política llevó a que, en el año 2010, se estrenase un documental sobre su vida y obra, titulado O meu nome é Luis Ferreiro. 

Los votos detrás de la disputa BNG-PSOE

PSOE Y BNG continúan enzarzados en su particular pulso político, en el que parece que los nacionalistas buscan cualquier ocasión para atizarle al Ejecutivo de Sánchez, sobre todo a través de su diputado Néstor Rego. Los presupuestos, el acuerdo pesquero del Brexit, la futura ley contra el fraude fiscal, los peajes de la AP-9... Los choques son continuos, aunque lo que resulta más sorprendente es que el Gobierno y un socio de investidura, por minoritario que sea, se comuniquen esta temporada a través de titulares en los medios y no por otras vías más convencionales. Pero parece que esa será la tónica hasta 2023, año de elecciones municipales, ya que en el fondo lo que aflora entre BNG y PSOE es una competencia por toda esa masa de votantes que quedaron huérfanos tras el batacazo del rupturismo. Ambos, socialistas y nacionalistas, tienen que ser capaces de mantener este pulso pero sin forzarlo demasiado, ya que a ojos del votante gallego deben aparecer como socios y como una alternativa sólida y estable al PPdeG.

Antón Sánchez mantiene el rupturismo

Con Podemos desaparecido en Galicia y su líder, Antón Tone Gomez Reino, más centrado en su papel institucional de diputado en Madrid que en el orgánico de líder morado en la comunidad; y con Esquerda Unida y Eva Solla también fuera de las instituciones y la primera línea, el único político que mantiene viva la llama de lo que un día fue Age, En Marea o En Común es el líder de Anova, Antón Sánchez. Activo en las redes sociales y fuera de ellas, el de Bergondo fue de los pocos que, pese a no estar en las instituciones, no desapareció tras el batacazo electoral de julio. Aunque Anova se encuentra inmersa en un proceso de refundación interno de difícil pronóstico, lo cierto es que Sánchez está apareciendo o apoyando conflictos obreros, denunciando agresiones medioambientales y siguiendo la actualidad de la política gallega, al contrario que el grueso de Podemos y EU. Incluso más que compañeros suyos como Beiras o Martiño Noriega, cuyo paso atrás en política parece ser definitivo.

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