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PSdeG: un año de luto por Besteiro

HACE EXTACTAMENTE un año, a eso de las 18.00 horas, José Ramón Gómez Besteiro comparecía en los cuarteles generales del socialismo gallego para presentar su dimisión como líder del PSdeG. Lo hizo cabizbajo, visiblemente abatido y consciente de que se esfumaba el sueño de ser presidente de la Xunta a solo unos meses de las elecciones. De hecho, justo una semana antes ya había renunciado a ser candidato, pero siguió aferrado a la secretaría general hasta el final, en una maniobra política que muchos dentro y fuera de su partido no entienden todavía hoy. Porque al final, con diez imputaciones de la jueza Pilar de Lara a cuestas, su principal valedor, Pedro Sánchez, optó por sacrificarlo para no empañar la que ya intuía como su segunda carrera hacia la Moncloa tras fracasar sus dos investiduras.

La marcha de Besteiro fue un mazazo para el PSOE gallego, que quedó descabezado a solo cinco meses de las elecciones y en un contexto nacional de inestabilidad interna, en el que crecía la fractura alrededor de la figura de Sánchez, cuestionado por sus malos resultados del 20-D y su asalto fallido a la presidencia del Gobierno. Y esa fue la razón por la que Ferraz, demasiado centrado en sus problemas, abandonó a la sucursal gallega a su suerte. Nombró una gestora de perfil bajo comandada por Pilar Cancela, hasta entonces mano derecha de Besteiro, y se centró en salvar al soldado Sánchez para los comicios del 26 de junio. El resultado acabó siendo catastrófico para el socialismoa a ambos lados del Padornelo.

→ El efecto pegamento
En sus dos años y medio al frente del PSdeG, la gestión del político lucense tuvo luces y sombras. Su principal logro fue conseguir lo más parecido a lo que podría considerarse un periodo de paz en un partido cainita y abonado a la autodestrucción. Con su talante poco dado a los golpes en la mesa fue apagando incendios, y hasta mantuvo desactivado a Abel Caballero a través de una especie de tregua no escrita por la que le dejó manejar a su antojo los asuntos de Vigo. Y cuando la estrategia no funcionó y hubo que ejercer de policía malo, como ocurrió en la crisis de los ediles díscolos de Ourense, entró en acción Cancela.

De esa forma evitó cualquier desgaste de imagen y llegó a las puertas de la campaña electoral con posibilidades, hasta el punto de que en el PP era un rival que preocupaba. De hecho, dentro del propio PSOE, Besteiro siempre estuvo más cuestionado como secretario general que como cabeza de cartel para las elecciones, un papel que nadie estaba dispuesto a discutirle. Excepto la jueza.

En el fondo, su figura al frente del socialismo gallego era similar a la de Xosé Manuel Beiras dentro de Age: una especie de pegamento o masa que conseguía darle cierta coherencia a un proyecto político donde habitaban distintas sensibilidades. Por eso, cuando dejó de pegar, todo se vino abajo. Porque en el fondo, Besteiro no había solucionado muchos de los problemas que tenía el partido, sino que se había limitado a barrerlos debajo de la alfombra. Esa fue una de las sombras de su gestión y el tiempo no hizo más que demostrarlo.

→ Luto tras el entierro político
Pero uno de los aspectos más sorprendentes alrededor de la crisis del PSdeG tras la dimisión de Besteiro es que en estos doce meses con su líder fuera de juego en el partido no haya asomado nada parecido a un sucesor. La única propuesta llegó precisamente del sector crítico con el lucense y fue la lanzada desde Vigo para que Carmela Silva asumiese las riendas de la gestora en lugar de Pilar Cancela, con vistas a ocupar después la secretaría general. La idea de situar a la presidenta de la Diputación de Pontevedra al frente del PSdeG sonó tan disparatada que al final hasta su promotor, Abel Caballero, la desechó. Y no porque ella no tenga valía política, sino porque nunca tuvo ese perfil integrador que necesita el partido en este momento de transición.

Enfrente, en el sector besteirista, luto absoluto por su jefe de filas. Tanto respeto hubo tras su entierro político que su entorno acabó desactivado. Y la razón de todo ello se podría buscar en que hasta no hace tanto había confianza en su regreso.

Cancela expresó en más de una ocasión ese deseo, refrendado por otra gente de su entorno. Pero para eso no podía haber ninguna otra figura emergente en el PSdeG que le pudiese hacer sombra a Besteiro. De ahí la falta de liderazgos alternativos, la inactividad absoluta de una gestora que fue poco más que una oficina contable y los doce meses perdidos para ir construyendo una figura capaz de ganarle las primarias autonómicas al sector crítico.

Porque hoy por hoy, la esperanza del regreso a corto plazo de Besteiro se da de bruces con la realidad; la que marcan los precedentes de los lentos tiempos de la Justicia en otros casos de corrupción política, especialmente en Lugo. Besteiro parece atado de pies y manos para una temporada larga. Y quien sabe si para siempre, porque no a todo el mundo que haya pasado por su experiencia política le quedan ganas de volver a un mundo tan desagradecido.

→ Dirigir en la sombra
Esta idea de dejar la política de lado y centrarse de lleno en la abogacía, profesión que ejerce desde poco después de su dimisión, parece sin embargo poco probable en Besteiro. Para empezar, porque casaría con otra de las teorías que circula desde hace tiempo en el PSOE gallego: la de que gobierna desde la sombra. Su presencia en Ferraz en mayo junto a Cancela y Leiceaga, dos meses después de dimitir, alimentó esta hipótesis, que en septiembre ratificó la alcaldesa de Sarria, la socialista Pilar López, quien confesó abiertamente que Besteiro dirigía las riendas del partido en Lugo. Hoy, voces de su entorno no confirman si está o no metido en los asuntos orgánicos del PSdeG, pero no ocultan que conserva poder.

De todas formas, su futuro en el PSOE no solo dependerá de la Justicia, sino también del camino que tome el partido en los próximos meses, ahora que su parroquia de fieles parece dividirse entre Pedro Sánchez y Patxi López y se avecinan cambios en la gestora.

Así, si como defienden sus fieles, su dimisión representó un punto de inflexión en la política gallega que desembocó en una crisis socialista sin precedentes, sirviéndole en bandeja la tercera mayoría absoluta a Alberto Núñez Feijóo, también su regreso podría provocar algún tipo de terremoto capaz de mover los cimientos de la política gallega. Al fin y al cabo, él es el primer dirigente socialista "hijo de las primarias". Y también el primer "Kennedy gallego".


Pedro Sánchez y el márketing político 
DE LA VISITA de Pedro Sánchez a Galicia quedó en la retina, más que su discurso, la sensación de que el exlíder socialista mantiene un importante poder de convocatoria. Abarrotó un auditorio del campus de Ourense donde entran más de medio millar de personas y eso tiene su mérito. Sin embargo, hay quien asegura que su intento de exhibir músculo ante sus rivales en un territorio hostil para él como la provincia de Ourense tuvo mucho de márketing político y golpe de efecto y poco de realidad. Los detractores del madrileño aseguran que en el acto de la ciudad de As Burgas había mucho 'actor extra' sin voz ni voto en las primarias del partido. "Carballeda de Avia tiene una decena de afiliados y el alcalde, Luis Milia, mandó dos autobuses", aseguraban los que trataban de minimizar el efecto Sánchez. Por cierto, el aspirante a la secretaría general madrugó al día siguiente para correr por el paseo del Miño junto al portavoz local Vázquez Barquero, justo el trayecto que hizo Mariano Rajoy en la campaña del 26-J.

Barcón patina con sus críticas a Formoso
LA POLÉMICA generada por el acto de la semana que viene en el que el presidente de la Diputación de A Coruña, el socialista Valentín González Formoso, presentará al alcalde de la ciudad, Xulio Ferreiro, de la Marea Atlántica, muestra hasta que punto están interiorizadas las heridas entre bandos en el PSdeG. La concejala Mar Barcón criticó con dureza a su compañero de filas por introducir al regidor en el foro, al entender que eso dificulta la labor como oposición del PSOE en María Pita. El de As Pontes ni se inmutó por las críticas y el alcalde reveló ayer que fue él quien le pidió a Formoso acudir por su «boa relación». Barcón se equivoca, igual que en su día lo hicieron aquellos que criticaron a Paco Vázquez por acudir a la presentación de un libro de Albert Rivera o los que crucificaron en Vigo a Carlos Príncipe por presentar a Alfonso Rueda en otro acto. Porque en estos tiempos en los que a los políticos se les llena la boca con las llamadas al diálogo y a la normalidad institucional, no tienen sentido este tipo de rivalidades.

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