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El sillón de San Marcos

Se habla mucho en las primeras horas de resaca electoral de los pactos para las alcaldías y poco de las diputaciones, pese a que hubo cambios importantes que afectan a las del sur: Pontevedra y Ourense. 

La primera, porque cayó en manos del PPdeG, así que toca buscar presidente o, casi con toda seguridad, presidenta, ya que los nombres que suenan son los de la viguesa Marta Fernández Tapias y la exalcaldesa de Moaña Luisa Piñeiro. Hay quien mete en el ajo al delegado provincial Luis López, Lugués, pero es complicado. 

En la segunda, Ourense, la incógnita es todavía mayor, porque a estas alturas no se sabe ni qué partido la gobernará. 

En el norte todo es diferente porque no hubo cambios y el PSdeG retiene ambas plazas, así que la constitución de las corporaciones proviciales tendría que ser un mero trámite. Sin embargo, mientras que nadie parece discutir a Valentín González Formoso en A Coruña, no ocurre lo mismo con José Tomé en Lugo. 

Aunque Tomé generó algún descontento con el reparto de fondos de la Diputación o en su papel de líder provincial del PSdeG, su experiencia, las urnas y el riesgo de abrir un conflicto interno a dos meses de unas elecciones avalarían su continuidad

No hay que olvidar que el responsable de la Diputación los últimos cuatro años tuvo algún desencuentro con regidores de su partido, algo habitual cuando eres quien reparte del dinero. Y a ello se sumó su rol de responsable provincial del PSdeG, ya que las tareas orgánicas generan enemigos. 

Por eso hay en el PSOE quien considera que Tomé acumula demasiados cargos y mucho tiempo en política, poniendo sobre la mesa una posible renovación en la Diputación de Lugo. No es un debate nuevo, porque ya antes de las elecciones se apuntaba al alcalde de Foz, Fran Cajoto, como posible opción, si bien en los últimos días se escucha más el nombre de la trabadesa Mayra García. 

En todo caso, la mayoría ve ahí una operación de alto riesgo. Porque Tomé es Tomé, un veterano que maneja buena parte de la provincia; porque las urnas el domingo lo avalaron casi más que nadie al ser un oasis en medio de la caída socialista; y porque no tendría ningún sentido crear un conflicto interno en el PSdeG a dos meses de unas elecciones.

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