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O se ha caído o se ha tirado

Se van a destinar a la A-6 todos los recursos necesarios: va para lustros
Rueda de prensa de la ministra Raquel Sánchez, con el viaducto de Castro al fondo. XESÚS PONTE
photo_camera Rueda de prensa de la ministra Raquel Sánchez, con el viaducto de Castro al fondo. XESÚS PONTE

JUSTO ACABO DE volver al país de dar una vuelta por la Meseta. Siempre que paso por Pedrafita me acuerdo de Carlos, que a todos los Pedrafita para allá los llama sarracenos, sin distingo ninguno. Es sorprendente lo que se resiste esta tierra a ser anexionada, incluso por encima de la voluntad de su gente, aunque para ello tenga que derribar puentes a base de lloverles chaparrones y de mecerlos como a bebés con gases.

Seré yo, que no soy de natural osado, pero no se cruza con la misma seguridad un puente de una autovía cuando se sabe que ahí mismo, a tu izquierda, se han venido abajo dos carriles como dos soles. El sonido de las ruedas del coche al pasar sobre las juntas de los tramos suena diferente, cada parcheado sobre el asfalto te parece una solución de urgencia y la altura en la que antes ni te fijabas se convierte en un abismo amenazador.

La verdad es que el tramo de desvío ni siquiera es excesivamente largo si se circula sin urgencias, aunque eso también es relativo: cien metros de la puerta de tu casa a la parada de bus es una distancia que revaloriza el piso, pero cien metros de caída al vacío con tu coche revaloriza la vida.

Allí afuera se han enterado de lo del puente a la segunda. Hasta que no se cayó el segundo tramo fuimos poco más que un breve en página par, una cola en un informativo para ajustar el tiempo. Si esto hubiera pasado en países con un populismo nacionalista más arraigado, como son Cataluña o Madrid, hubiéramos tenido puente hasta en la publicidad y desde el primer minuto se hubieran enviado manadas de ingenieros y obreros a trabajar como hormigas.

Aquí la comitiva se tomó un buen rato en llegar y mandaron ministras y presidentes y altos cargos que miraban al hueco vacío entre pilares que les señalaba algún ingeniero como te miran los perros, que parece que te entienden, pero no: "Muy mal, Trueno, no se caga en la alfombra. ¡Eso no!", y Trueno baja la cabeza como si estuviera arrepentido, cuando lo que está pensando en realidad es en volver a tumbarse en la alfombra para lamerse los testículos.

Al fin y al cabo, también esas son cualidades muy recomendables para un político: comprobar que ha pasado lo que ha pasado aunque sea tarde, fijarse como si lo entendiera y procurar no cargarse en las alfombras. Con eso tiene un buen tramo andado.

No parece que vaya a ser ágil el andar del tramo de la A-6 desplomado. De entrada, ni siquiera se conocen las causas: lo mismo podría ser corrosión, que movimiento de tierras, que defectos de construcción, que todo junto. Vamos, que aún no saben si se ha caído o se ha tirado, y por lo que se escucha van a echar un rato bueno en esto. Luego ya veremos si se reconstruye, se hace uno nuevo o, como suele pasar por aquí, se va dejando para después. El Gobierno se ha comprometido a "destinar todos los recursos materiales y humanos necesarios", lo que por esta tierra suele contabilizarse en lustros.

Puestos a ser optimistas, nos queda la esperanza de que la A-6 es una de las principales vías de llegada de los sarracenos hacia sus fincas de recreo, y va a quedar mal que les incomoden el viaje al extrarradio o que les entorpezcan el envío de coloniales a sus mercados. Pero, mientras tanto, tengo un amigo que ya está pensando en alquilar un bajo en Pedrafita para poner un negocio. Hay futuro.