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Hacerse el muerto

Los científicos aseguran que en 2045 la muerte será opcional, un planteamiento que pilla a 29.000 españoles indecisos

MORIRSE ES DE POBRES, que somos todos. Algunos no, los hay que se mueren con cierto estilo, como si hubieran venido a esta vida solo para venirse muy arriba en el momento y la manera de morirse, pero son la excepción. La mayoría se muere fatal, seguramente porque lo hacen con desgana, sin ponerle el más mínimo interés. A lo mejor ni siquiera lo tenían pensado en ese momento, porque estas son cosas que vas dejando de un día para otro y nunca te pillan bien. 

Pero ha llegado el momento de ponerse a ello. A pensarlo, no a morirse. Lo dice José Luis Cordeiro, un ingeniero venezolano que forma parte de la elite del pensamiento avanzado moderno, la Singularity University en Silicon Valley, un centro puesto en marcha con la financiación de la Nasa y de varias de las empresas tecnológicas más importantes del mundo. Su fin es, copio y pego, "reunir, educar e inspirar a un grupo de dirigentes que se esfuercen por comprender y facilitar el desarrollo exponencial de las tecnologías y promover, aplicar, orientar y guiar estas herramientas para resolver los grandes desafíos de la humanidad". 

Dice Cordeiro que para 2045 el envejecimiento será una enfermedad curable y "la muerte será opcional". A mí me ha dejado aturdido

Dice Cordeiro, profesor en esta universidad, que para 2045 el envejecimiento será una enfermedad curable y "la muerte será opcional". A mí me ha dejado aturdido, sumido en la duda y el desconcierto. Con las pocas certezas que le van quedando a uno a estas alturas de la vida, no me parece sano que te quiten lo único que podías dar casi por seguro. No quiero decir que estos auténticos titanes del pensamiento lo hagan por mal, pero hay cosas que se deberían decir de otro modo, a poquitos. 

Podría asegurar que ahora mismo morirme me viene fatal, pero quién sabe cómo lo llevaré en 2045. Cumpliré entonces 76, y estaré a unos pocos años, espero, de la jubilación, aunque sea anticipada. Pero igual ni así, porque no sé si la pensión me dará para vivir, o si tendré ganas o fuerzas, porque también tengo bastante claro que esa tecnología para curar el envejecimiento y rejuvenecer eternamente suena muy cara. Morir, creo, seguirá siendo de pobres, como toda la vida. 

Es una certeza, no obstante, que José Luis Cordeiro está dispuesto a convertir en un dilema, por si no hubiera bastantes. Habría que preguntarle a este hombre singular si se puede contar como dentro del proceso de "muerte de la muerte" que vaticina el estado de existencia intermedia en el que parecen subsistir los más de 29.000 españoles que siguen cobrando su pensión pese a figurar como muertos, que es un estado que se antoja ideal para un indeciso como yo. Es el estado ideal, qué narices, para cualquier español, el que reúne más que ninguno las esencias de nuestra identidad nacional, lo que todos quisiéramos ser de mayores 

Dice el Tribunal de Cuentas que son familiares de difuntos que se siguen embolsando por la cara unos 25 millones de euros al mes, y dice la Seguridad Social que son datos falsos y que no son tantos. Por aclarar, Cuentas y Seguridad Social son ambos organismos de la administración, que está por lo que parece tan indecisa como todos con el asunto de la muerte. 

Yo estoy por asegurar que ni una cosa ni la otra, que son en realidad profesionales de hacerse los muertos, herederos de una larga tradición patria. En esa misma administración, sin ir más lejos, debe de haber un montón de gente en ese estado, lo que pasa es que nadie se atreve a comprobarlo con unas palmaditas en el hombro y todos asumimos que están bien y que ese es su ritmo de trabajo.

Estoy por asegurar que son en realidad profesionales de hacerse los muertos, herederos de una larga tradición patria

No es tan raro, ya pasó más veces. Manuel Fraga, por ejemplo, llevaba un montón de tiempo muerto antes de morirse, pero seguía yendo todos los días al Senado porque nadie tenía huevos a decírselo. Luego le iban cantando y pintado por las paredes eso de "Manolo, hai que ir morrendo", acabó por caer en la cuenta y ya se fue a Perbes. 

En esto ha tenido un alumno muy aventajado en Mariano Rajoy, que está completando una larguísima –al menos a mí se me está haciendo muy larga– carrera política haciéndose el muerto. Ahora va camino de su segunda legislatura como presidente tirando de oficio, pero la verdad es que lo clava. Ya se hizo el muerto después de las elecciones de diciembre, cuando le llamó a consultas el Borbón y él se limitó a mandar a su cadáver de cuerpo presente, y se está aplicando en lo mismo ahora: Mariano flota plácidamente boca abajo sobre sus 137 diputados y que sean los demás los que naden. 

Para esto hay que valer, no sirve cualquiera. A Pedro Sánchez, por ejemplo, le sale fatal, y eso que desde su partido y desde todos los poderes económicos solo se le pide eso, que se haga el muerto. Pero este debe ser de los que están convencidos de que la cura para el envejecimiento político está aún más cerca de lo que dicen los sabios de Silicon Valley, que no se da por aludido ni cuando Susana Díaz le canta "Pedro, hay que ir muriendo", tema que lleva camino de convertirse en clásico. 

A lo mejor el problema va a ser lo que cuenta el Tribunal de Cuentas, que todos están tan a gusto así, muertos pero cobrando todos los meses lo suyo. Si lo piensan bien, igual hasta pueden alargarlo y se plantan en 2045 mientras deciden si quieren morirse para siempre o solo a ratos, porque seguro que ellos no llegan pobres. 

Yo, por mi parte, sigo con la duda, porque vivir para siempre puede hacerse muy largo, pero morirse por morirse es tontería. En cuanto pueda me tengo que poner en serio a pensar en ello, a ver si otro día me pilla mejor, que ahora ando muy liado con esta pobre vida.

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