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Mentiras y secretos

El Fiscal Anticorrupción tiene la solución para el problema: sancionar a los medios que desvelen los sumarios


POR FIN alguien con dos dedos de frente ha dado con la solución a las investigaciones por corrupción -todas ellas, ya sabemos, casos aislados y puntuales que en modo alguno pueden arrojar el velo de la sospecha sobre todo el entramado político-empresarial- con las que nos desayunamos todos los días: prohibir a los medios que las publiquen.

La idea no es nueva, pero esta vez quien la plantea es Manuel Moix, fiscal jefe de la Fiscalía Especial contra la Corrupción, al que en el poco tiempo que lleva al frente solo le ha faltado proponer que se renombre el órgano que preside por un más amable, operativo y abierto Fiscalía contra la Corrupción Según y Cómo Tampoco Vamos a Exagerar. Y es normal que defienda que se impida informar porque a nadie, y a él menos que a nadie, le gusta verse señalado en los papeles.

No tiene que ser plato de gusto que simplemente porque su trayectoria se haya caracterizado por su empeño en proteger de los dañinos efectos de la ley a políticos del PP y a algún imputado de postín, aparezca de buenas a primeras señalado como si su trayectoria se hubiera caracterizado por su empeño en proteger a políticos del PP y determinados imputados.


González daba por hecho que la llegada de Moix iba a ser más provechosa que una transferencia de OHL


Son simples sospechas sin fundamento, fundadas por otra parte en detalles irrelevantes como que fuera elegido para el cargo cuando era el único de todos los que se presentaba que nunca había trabajado como fiscal anticorrupción. "Eso de colocar a ese o al otro", ha salido en defensa de su indudable valía, "me parece un poco de ciencia ficción. Esto no funciona así. Salen unas plazas, uno presenta su candidatura y le pone una vela a la Virgen". Pues nada, hombre, todo aclarado: no es ciencia ficción, es la Virgen.

Quienes parece que hablaban mucho y en confianza con la Virgen eran Eduardo Zaplana e Ignacio González, que varios meses antes de que Moix empezara a ponerle velas ya especulaban con el alivio que iba a suponer el nombramiento del fiscal al frente de Anticorrupción. Los fiscales menos complacientes les andaban por entonces tocando las narices y pinchando los teléfonos. Mala gente, sin ningún respeto por la intimidad del delincuente, a la que Moix ha intentado poner en su sitio entorpeciendo lo máximo posible algunas de las actuaciones y registros de la operación Lezo.

En estas circunstancias, claro, que se publiquen las conversaciones de un delincuente presunto y modélico como González dando por hecho que la llegada de Moix a la Fiscalía Anticorrupción iba a ser más provechosa que una transferencia de OHL a una cuenta suiza, dejan a la intemperie a nuestro fiscal presunto y modélico. Para algunas personas, hay que ver qué tontería, lo más normal hubiera sido que el señor Moix entregara su cargo y se disolviera, dejando de paso otro puñadito de velas a los pies de la Virgen para la que la Guardia Civil no fuera a buscarlo a casa. Pero por aquí no somos así, no nos gusta lo fácil, así que la reacción del fiscal ha sido dar la cara y llamar la atención con valentía sobre el verdadero problema de este país: la publicación en los medios de informaciones sobre los sumarios. "En otros países se sanciona al medio de comunicación que filtra. A lo mejor si nos planteamos esa posibilidad habría menos filtraciones", ha propuesto, por si quiere ir mirándolo el legislador.

Pues sí, es difícil no estar de acuerdo con él, si hubiera sanciones a los medios por publicar sus informaciones, independientemente de que sean verdad, seguramente habría menos filtraciones. O incluso, por qué no ser más ambiciosos, prohibiendo directamente los medios y la libertad de información. A lo mejor también las informaciones sobre corrupción serían menos habituales y escandalosas si el Estado, incluidos algunos fiscales, luchasen con más eficacia contra los corruptos que copan sus instituciones, pero desde luego sería mucho más engorroso. No, mejor prohibir las publicaciones de entrada.

Llama la atención además el modo de plantear el debate: no habla de una reflexión sobre la posibilidad de pactar algún tipo de regulación sobre la información de sumarios mientras estén bajo secreto, aprovechando a la vez para regular el uso abusivo del secreto que hacen algunos jueces y fiscales; ni incluye reflexión alguna sobre el hecho de que en efecto un periodista ya puede ser acusado de obstrucción a la justicia si su publicación estropea de algún modo una investigación en ciernes; decide ignorar también que lo publicado sobre él como fiscal favorito de un corrupto sale cuando los investigadores de la operación Lezo ya habían completado sus detenciones y registros, registros, por otro lado, que fue Moix quien trató de impedir, como denunciaron sus propios fiscales.

No, nada de eso. La única arma que el Fiscal Anticorrupción Según y Cómo reclama es la posibilidad de sancionar a los medios que publiquen cosas que le incomoden. Para todo lo demás, se arregla con unas velas, y así de paso ilumina la cueva de los ladrones.

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