Blog | Crónicas y perfiles

Andrés Corbal Hernández, un hombre justo

Fue alcalde de la ciudad, sobrino del contratista que da nombre a la calle y solicitó de manera muy activa el indulto de la pena de muerte a dos mujeres condenadas por un parricidio que conmocionó a la comarca
Calle Progreso y después Benito Corbal. ARQ. GRÁFICO DEPO
photo_camera Calle Progreso y después Benito Corbal. ARQ. GRÁFICO DEPO

Andrés Corbal Hernández nació en Pontevedra y tuvo por lo menos cuatro hermanos, María, Encarnación -casada con el corredor de Banco de España y concesionario de la Red Telefónica Manuel Corbal Souto-, Claudio Corbal Hernández y Manuel, que fue concejal. Andrés era sobrino de los conocidos contratistas Benito y Andrés Corbal Estévez; Andrés Corbal falleció en 1901 y Benito urbanizó la calle Progreso que hoy lleva su nombre. Emparentados también con la familia Corbal Malvar. 

Andrés se casó con Amelia Villanueva Gómez en noviembre de 1919, "Apadrinaron a los contrayentes la distinguida esposa del Fiscal de la Audiencia, madre de la novia doña Maruja Villanueva y el Diputado provincial D. Benito Corbal, tío del novio. Asistieron a la boda familias íntimas de los desposados".

Andrés fue concejal desde 1910 y alcalde de Pontevedra de 1914 hasta el 7 de septiembre de 1915. Desde el punto de vista político, perteneció al Comité Provincial del Partido Liberal Demócrata. Fue miembro de la Cámara de Comercio de Pontevedra en los inicios de su constitución, en 1927, con, entre otros, Casimiro Gómez.  En 1921 recibió en Pontevedra al Diputado a Cortes Melquíades Álvarez (Partido Reformista), que poco tiempo después sería Presidente del Congreso de los Diputados. Durante su mandato en la alcaldía también recibió en la ciudad al arzobispo de Santiago, Martín de Herrero.

Como alcalde, Corbal solicitó el indulto a Alfonso XIII, en relación a la sentencia de pena de muerte en la Audiencia de Pontevedra por el caso conocido como parricidio de Besomaño,  en el que una madre y su hija, condenadas a la pena capital, dieron muerte al padre con ayuda de otros dos hijos condenados a 18 años de prisión. Corbal envió un telegrama dirigido al Mayordomo Mayor de Palacio en Madrid, "Haciéndome intérprete de los humanitarios sentimientos de este pueblo de Pontevedra, ruego a V. E. se digne hacerlos llegar a S. M. a fin de que otorgue su regia prerrogativa de indulto a los reos condenados por esta Audiencia a la última pena, Manuela C. S. y Vicenta C. C."» Nueve horas antes de cumplirse la sentencia, a finales de marzo, llegó el indulto que se conmutó por cadena perpetua y el verdugo, que ya tenía todo preparado, se fue por donde vino.

La pena de muerte en esa fecha estaba en vigor contemplada en el código penal vigente de 1870, obra de Eugenio Montero Ríos, y las reformas de 1875, en el que la pena capital se aplicaba por parricidio. Por este hecho, los condenados iban con un birrete amarillo, el cadáver era expuesto y del cuerpo después se hacía cargo la familia o los amigos para que lo enterrasen "sin ostentación". El siguiente cambio del código penal se produjo en el año 1928 y en España la pena de muerte se abolió con la Constitución de 1978.

Andrés Corbal, y toda la Corporación, estuvo en el punto de mira durante unos meses, "Se vio en la Audiencia territorial de la Coruña el incidente de apelación contra el auto que decretó el procesamiento del exalcalde de Pontevedra", con un fallo favorable a los mismos, quedando así exonerados de cualquier causa. La acusación se realizó por disponer de los fondos destinados a la construcción de la Casa de Correos y por autorizar al contador municipal a cobrar quinquenios. Los miembros de la Corporación eran entonces, Arturo Rey, Vicente García Temes, José Loureiro Crespo, Manuel García Filgueira, José Boullosa y Manuel Paz Cochón, que quedaron libres por fin de cualquier sospecha de irregularidad.

Andrés y Amelia, el día de su boda. SÁEZ MON Y NOVÁS (VIDA GALLEGA)
Andrés y Amelia, el día de su boda. SÁEZ MON Y NOVÁS (VIDA GALLEGA)

Encarnación, la hermana de Andrés, falleció en París en 1927 donde se había desplazado para someterse a una delicada operación realizada por el afamado cirujano digestivo francés Antonin Gosset. Con ellas estaban sus hijos Benito, Encarna y su hermano Andrés. Está enterrada en el cementerio de dicha ciudad. Un año después, en 1928, su hermano Claudio, que vivía en el número 3 de A Oliva, falleció en un desgraciado accidente en la estación de Guillarei, cuando intentó subir al tren en marcha en el que viajaba con dirección a Portugal. Claudio, de sesenta años, cayó a la vía y el tren lo arrolló. Dada la gravedad de las lesiones fue trasladado a Tui y después a Pontevedra, donde fue ingresado en el sanatorio del Dr. Marescot, pero ya nada se pudo hacer por su vida.

Andrés Corbal Hernández murió en Pontevedra el viernes 4 de octubre de 1935. "Su fallecimiento que habrá de causar en Pontevedra y toda la provincia un hondo pesar por tratarse de una personalidad de relieve en la vida pública y privada, que fue sembrando por doquier afectos y simpatías", decía su necrológica en El Pueblo Gallego. El Liceo Casino de Pontevedra, Recreo de Artesanos, Círculo Mercantil y Patronal "han enlutado sus balcones en señal de duelo", y "presidían aquella el Gobernador civil, Sr. Fernández Gómez, el alcalde Sr, Quintá, el presidente de la Cámara de Comercio D. Alejandro Mon, el catedrático don Ramón Sobrino, el párroco de San Bartolomé D. Faustino Fraile Lozano y el hermano del muerto D. Manuel Corbal Hernández".

Al día siguiente, sábado día 5, a las once de la mañana, la comitiva fúnebre partió del número 42 de la calle Benito Corbal, "De la carroza fúnebre varias hermosas coronas de flores naturales", cientos de personas ocupaban la calle "atestada de gentes venidas de muchos pueblos de la provincia de Orense, Santiago y otras ciudades gallegas». Andrés Corbal está enterrado en el cementerio de San Mauro.

El funeral se celebró el lunes día 7 en San Bartolomé, "A sus familiares, en particular a su esposa, doña Amelia Villanueva y a sus hermanos doña María y don Manuel, y al Comité Provincial del Partido Liberal Demócrata, que pierde uno de sus más valiosos y distinguidos elementos, enviamos la expresión de nuestra sincera condolencia", se lamentaba el redactor de El Pueblo Gallego.

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