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Cuando Concepción Arenal vivió en Pontevedra

Una de las mujeres españolas más relevantes de su siglo, feminista y activista social, vivió durante unos meses en el centro de Pontevedra, en una casa en la que hoy una placa recuerda su figura
Concepción Arenal. VIDA GALLEGA
photo_camera Concepción Arenal. VIDA GALLEGA

Concepción Arenal vivió en el número 27 de la calle de A Oliva de nuestra ciudad, por ello el edificio recientemente rehabilitado, todavía conserva una placa que lo recuerda. Una mujer pionera en España en la lucha por los derechos de la mujer, de los presos y las clases más desfavorecidas. Su defensa está más vigente que nunca en relación con el salario y la igualdad de las mujeres de su época.

En su libro ‘El trabajo de las mujeres’ explica que "la escasa preparación industrial de la mujer, resultado de la cual es el poco salario con que se recompensa un gran esfuerzo y un gran empleo de tiempo y propone que se apliquen a las obreras los mismos medios de instrucción y rehabilitación que a los obreros, comenzando por suprimir los agraviantes gremios de oficios". Destacó por su empatía hacia los presos y desfavorecidos, sobre todo mujeres, sobre los que escribió varios libros que se tradujeron a varios idiomas.

María de la Concepción, Jesusa, Luisa, Petra, Vicenta, Arenal Ponte nació en Ferrol el 31 de enero de 1820, hija del militar Ángel Arenal Cuesta y de María Concepción Ponte Mandia Tenreiro (Ferrol 1795). Su padre falleció cuando ella tenía nueve años pero le dejó un enorme legado, una gran biblioteca sobre temas históricos y libros de derecho que serían la base de su futura formación. De rasgos masculinos y un poco ruda, su atractivo radicaba en su pensamiento racional y humanista y en su magnético tono de voz. Con una mirada incisiva y unos ojos de color entre verde y azulado, fue la protagonista de agitadas tertulias rodeada de hombres; un caso singular para la estricta sociedad del s. XIX.

Su vida cambia cuando se instala muy jovencita en Madrid, donde continuó los estudios básicos de la mano de su pariente el conde de Vigo. Su gran aspiración era acceder a la carrera de Derecho. Juan Antonio Cabezas relata, en su libro sobre la escritora según un testimonio directo, una anécdota sobre un mozo que iniciaba sus estudios de Derecho en la Universidad Central de Madrid (actual Universidad Complutense). El joven no era otro que la mismísima Concepción Arenal vestida de hombre para poder permanecer en las aulas: "Es un joven de poco más de veinte años. Regular de estatura, finos modales, fisonomía tan inteligente que llama la atención desde el primer momento. Tiene el rostro ovalado, blanco el cutis, la nariz recta y fina, despejadísima la frente y los ojos de un verdeazul claro dejan adivinar las profundidades de sublimes meditaciones". Ya sea verdad o una exageración, el caso de Arenal no fue el primero, ya que con anterioridad hubo mujeres en España que se vistieron de hombres para, por ejemplo, servir como grumetes o soldados de Infantería y entrar en combate a lo largo del s. XVIII y principios del s. XIX.

Será en esta universidad de Madrid donde conozca al que unos años más tarde se convertirá en su esposo, el abogado y escritor emeritense Fernando García Carrasco. Un joven con fama de poeta y escritor en prensa, con el que se casó en 1848; el matrimonio tuvo dos hijos del que sólo sobrevivió uno. Su marido, como redactor de prensa, le facilitó escribir artículos en el periódico La Iberia, en el que trabajaron los dos: "Hé aquí á LA IBERIA, el nuevo campeón de las doctrinas liberales, que, con la mano en la pluma y el pensamiento en el pueblo, viene tomar plaza en la hoy estrecha arena de la prensa periódica". Fernando falleció en 1857 de tuberculosis y Concepción continuó escribiendo los editoriales del rotativo en secreto hasta que fue preceptivo firmar los artículos.

Su viudedad le dejó en una precaria situación económica, por lo que regresó a Cantabria, lugar en el que conoció a otro hombre imprescindible en su vida, el violinista Jesús de Monasterio. Trabajó como funcionaria de prisiones y ejerció un activismo convencido y razonado. En su obra ‘El Visitador del preso’, de la que escribió varios capítulos en nuestra ciudad, marcó las pautas sobre qué se encontraría en una cárcel un visitador, y profundizó sobre la naturaleza del delito, la reinserción y el egoísmo como motor de la maldad inherente al ser humano: "Decimos el hombre, porque aun hay autores de ciencia y autoridad que prescinden de lo que es el hombre para no ocuparse más que del criminal, esto no es científico ni serio".

Arenal residió en Pontevedra, ya mayor y enferma.Aquí compartió tertulia con lo más granado de la sociedad pontevedresa que se acercaba a su domicilio

Fue la primera en muchos campos: en el año 1863 la primera mujer visitadora de cárceles de mujeres, la primera mujer premiada por la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas; y también fue la responsable del inicio en nuestro país de la Cruz Roja del Socorro. Tal era su prestigio en Europa que la condesa de Krasinski le envió un donativo de 25.000 francos para obras de caridad, dinero que empleó, con otras aportaciones testamentarias, en la fundación de la Constructora Benéfica. Una empresa, exenta de tributos estatales, dedicada a la construcción de casas baratas para los trabajadores más desfavorecidos; dicho proyecto comenzó en el barrio de Bellas Vistas en Madrid y continuó décadas después del fallecimiento de Concepción.

Arenal residió en Pontevedra, ya mayor y enferma, durante unos meses acompañando a su hijo Fernando por motivos de trabajo. Aquí compartió tertulia con lo más granado de la sociedad pontevedresa que se acercaba a su domicilio. Concepción falleció en Vigo, ciudad en la que residió los últimos años, el 4 de febrero de 1893 y su nombre está presente en plazas, calles, colegios y centros de salud de España y América. Para recordarla en Pontevedra una plaza lleva su nombre, en donde también se encuentra en el Bar Nacional, uno de los pocos restaurantes ‘de antes’ que nos quedan con más de cuarenta años de historia.