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Don Leandro, el párroco de Lérez

Si Ballina fue el médico de los pobres don Leandro del Río lo fue de sus parroquianos en Lérez. Un hombre que dejó huella entre los pobres y los ricos del que todos se acuerdan setenta y dos años después de su muerte

Describir a Don Leandro no es tarea fácil, ya que fue un personaje excepcional en la vida de Lérez y por extensión en la de Pontevedra. Leandro del Río Carnota nació en 1882 en Órdenes y fue un sacerdote y político gallego. Su padre, Antonio del Río era un hombre de posibles y su tío Vicente Carnota Pérez fue cura y un reconocido periodista de su ciudad natal.

Don Leandro era un hombre alto, guapo y destacaba por su porte y vestir elegante. Se hizo cura porque su padrino le dijo: "Leandro tú vas a llegar Papa".

Leandro del Río CarnotaOrdenado sacerdote en 1903 se doctora en Teología en Santiago de Compostela. Fue cura en la parroquia de Santa Lucía en A Coruña hasta que el Boletín Oficial del Arzobispado de Santiago en 1917 da cuenta su nombramiento como párroco en el Arciprestazgo de Moraña en el Divino Salvador de Lérez. Llegó a la parroquia con una hermana, Doña Elena, que se había quedado viuda con tres hijas: Maruja, Elena (esposa de Cándido Viñas Calvo) y Carmiña.

He tenido la oportunidad de charlar con César Gil Dovalo (Sero) de 93 años, familia que tuvo en Lérez el Ultramarinos y pensión El Molinero (antiguamente La Gabardina), y me comenta que su familia y la de de Don Leandro tenían una amistad muy estrecha.

Sero resume de manera contundente quién era Don Leandro: "Un gran señor, buena persona y un buen cura", tenía una personalidad especial y un buen porte, "parecía el camarlengo del Papa"; además tenía un manteau (capa de abrigo) "que se lo colocaba de tal forma, con tal elegancia que daba gusto verlo".

Sero recuerda que le deben mucho porque durante la guerra salvó a su padre, Eustaquio Gil que era molinero, de ser represaliado. Todo empezó cuando su madre también hizo lo propio en la pensión que regentaba cuando Sero tenía 14 años; fue una noche que picaron a la puerta y dijeron el nombre de Arturo Sánchez a lo que su mujer, Fina, respondió: "Lo detuvieron ayer", así a Arturo le dio tiempo para escaparse por la puerta trasera, y aunque se lo habían confundido con otro huyó de Pontevedra durante un tiempo.

A final se descubrió el asunto y a partir de ese momento un grupo de la Guardia Cívica empezaron a perseguir y acosar a su padre para que delatara a personas que pasaban por su pensión. Un día viendo a Eustaquio consumirse, y sin saber el motivo, Don Leandro le preguntó si estaba enfermo; y al saber la causa le dijo "No me diga que está pasando por esto y no me dice nada". Don Leandro se dirigió al Gobernador Militar para decir: "No me molesten más a ese señor", y dicho y hecho.

Esa estrecha relación hizo que Sero fuera su monaguillo durante cinco años, porque además "le caían dos realitos por ayudar a misa, que eran 50 céntimos de pesetas. Un capitalito que guardaba en un peto de barro", explica Sero.

Don Leandro se enamoró dos veces y tuvo dos hijas y un hijo, aunque hoy parezca algo extraño, era tal el respeto que se le tenía él y lo bien atendidos que estaban los hijos que fue aceptado por los vecinos de manera muy natural, del mismo modo que se aceptó que entrara en política.

Sero recuerda que, en las primeras elecciones de mayo de 1931 de la II República Española Don Leandro se presentó como Diputado Republicano por la Derecha Liberal Republicana de Alcalá Zamora, fue a dar un mitin en la iglesia San Vicente de Cerponzóns. La iglesia tenían un palco en el atrio y al lado del palco había un árbol, allí empezó a hablar y dijo: "Yo soy un cura porque traigo la sotana, pero soy un hombre y ¿por qué no puedo ser diputado republicano?", entonces se desabrochó la sotana, la colgó en el árbol y dijo: "Ahora que está colgada la sotana en el árbol ya soy un hombre como todos vosotros". En estas elecciones se presentaron a diputados ocho curas y Don Leandro se quedó a 3.000 votos de obtener un escaño.

Otra anécdota que define su arrolladora personalidad fue cuando un vecino le pidió ayuda, y cuando Don Leandro le dio 100 pesetas una vecina le reprochó "Usted le dio 100 pesetas y se lo fue a gastar en la taberna", a lo que él le respondió: "Pero si tiene muchos problemas y por lo menos durante un día se olvidó de ellos". "Don Leandro práctico siempre el Apostolado de la tolerancia", explica Sero porque si ibas a misa todos los días y le pedías un favor te lo hacía, pero aunque no pusieras un pie en la iglesia en todo el año hacía igual el mismo favor.

Sero recuerda también que durante los sermones: "tenía una facilidad oratoria como no he visto en nadie", sin un sólo apunte y durara lo que durara el sermón. Tal era su fama que cuando se iba de viaje a Madrid se decía: "En un tren exprés se fue Don Leandro y hace más de un mes que lo estamos esperando".

La festividad de San Benitiño de Lérez siempre fue un acontecimiento en Pontevedra a la que Don Leandro dio realce invitando a diferentes autoridades, como en 1945 a Juan Aparicio que era Delegado Nacional de Prensa en Pontevedra. Ese mismo año Leandro era Jefe de Unión Territorial de las Cooperativas del Campo y dos años después ofreció un terreno de la parroquia para la construcción de un grupo escolar a la Junta Municipal de Educación Primaria. Durante el franquismo ayudó a mucha gente que ‘se tiró al monte’ (comunistas y republicanos) pero, algunos beneficiados por él, cuando los detuvieron, lo delataron a las autoridades por lo que pasó por algún que otro apuro.

Cuando lo nombraron Prohombre de la Hermandad de Labradores y Ganaderos de la Provincia de Pontevedra su situación económica mejoró ya que mantenía a su hermana, sobrinas e hijos. Se volvió a presentar como candidato en 1949 y fue elegido en la Asamblea provincial de Hermandades.

Don Leandro estando muy enfermo falleció el 16 de octubre de 1957 y está enterrado en el cementerio de San Mauro. Durante el sepelio rezó un responso el Arcipreste de Morrazo y "constituyó una gran manifestación de pesar, en la que participaron, numerosas representaciones, entre ellas, el Ayuntamiento de esta capital, entidades sindicales y otros organismos, así como los vecindarios limítrofes de Lérez donde residió largos años el señor del Río". Sero recuerda con gracia que a Don Leandro se le pasó inscribir su matrimonio en 1946 con Josefina Cons Castro, y ese olvido duró 22 años.

Quiero agradecer a Sero Gil los datos que generosamente ha compartido para escribir esta página, a Senito Rey y a María José Gil Cons. Sirva este breve texto para recordar a una persona que tanto se preocupó por sus convecinos y que también lo recuerda una calle lleva su nombre.

Fuentes: César Gil Dovalo, Boletín Oficial del Arzobispado de Santiago, Ciudad, El Correo de Galicia, La Noche, El pueblo gallego, Valle-Inclán, candidato republicano de Amparo de Juan y Javier Serrano, Del Movimiento a la Acción: Los Católicos en el Vigo de la II República de José Ramón Rodríguez Lago y Juan José Ferreiro Boquete.

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