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El pasado y el presente del Americano

EL AMERICANO es uno de los bares más antiguos de Pontevedra en activo regentado por José Eugenio Guimeráns, sito en el número uno de la plaza de San José. El edificio perteneció a los Gago de Mendoza y en la actualidad a la familia López Mayán.

El bar en 1927 era una taberna que a los pocos meses se traspasa a Eugenio Souto Blanco, natural de Currás en Santo Tomé de Piñeiro, donde por cierto está enterrado Juan Antonio Gago de Mendoza. Al lado había un estanco, el de Silva, y el kiosko de Otero. Eugenio le puso el nombre de «Bar Americano» porque a los catorce años su madre lo mandó a América, en concreto a Buenos Aires, en busca de una vida mejor, como hacían con muchos niños de Pontevedra. El bar era conocido por los cafés y copas, había vino pero se servía poco y la clientela era exclusivamente masculina a excepción de alguna que otra meretriz.

Pocas referencias aparecen en la prensa de la época, así en 1930 Eugenio dona diez pesetas y en 1935 otras diez para las fiestas de agosto. Lo meten en la cárcel unos días, durante la guerra civil, sin que a fecha de hoy se conozcan muy bien los motivos, aunque se dijo que por rojo. Su hija, Nieves Souto Solla, cree que fue por quedarse dentro del bar de charla con algún amigo, a puerta cerrada de madrugada, pero Teolindo confirma que Eugenio era de izquierdas convencido. En 1935 guardias de Asalto detienen en el local a Jesús Pousada Pérez por escándalo público y denuncian a Eugenio como propietario del bar, y en 1952 se archiva una causa por contrabando y fraude reintegrándole 2.653 pesetas. La que le vendía café de contrabando era María, allegada a la familia, de ahí la confusión.

En el Americano había una habitación en el que se quedaba a dormir Eugenio, porque cerraba a eso de las tres de la madrugada. También tenía otra puerta que daba a las escaleras del edificio. Su hija Nieves recuerda que cuando su padre salía un momento y cerraba, ella y sus hermanos, se quedaban dentro jugando a la bola. Eugenio sufre un infarto en el bar, después de discutir con un cliente, y lo trasladan al hospital donde fallece. El sereno Teolindo López, que estaba allí, comunica la noticia a la familia. Es entonces cuando se hacen cargo del negocio su yerno Bieito Guimeráns Carballo y José, el hijo de este.

José Eugenio Gimeráns Souto, casado con Mar Rúa y padre de dos hijos, Henrique y André, regenta el negocio desde hace 35 años. Recuerda que hace años vendió un primer premio de la lotería, el 64.518, en el bar y le siguen recordando algunos clientes la pena de no haber comprado un boleto aquel día, o cuando un cliente, que pasaba cada dos meses, decía «a ver ¿xa aprendiches a facer café?» hasta que un día le hicieron un café sólo con achicoria y dijo «¡Ah! Xa aprendiches a facer café». En 1985 se aumenta una planta al edificio, se reforma el bajo, y queda como lo conocemos hoy. La atención es inmediata y a Jose, siempre sonriente, no se le escapa nada aunque el local esté abarrotado.

A pie de barra todo tipo de gente atraída por la situación del local, su historia y los estupendos pinchos que prepara María Outeda en la cocina y con el apoyo de Pepe. Las mesas hablan por sí solas; el latín de Manolo Sanmartín, los chistes de Félix García y Fredy Nistal, los sabañones de Isabel, las películas de Yáñez, el sonido de Catoira, las ocurrencias de Ángel Barja, el marquesado de Patiño, el marquesado de Riestra, el de Bradomín, los viajes de Senén, la que escribe y el paquete de Armando, que siempre llega cuando menos te lo esperas y dando guerra.

«El que no conoce el Americano no conoce Pontevedra», dice Manolo en latín macarrónico, y sostiene la teoría de que «el Americano es tan antiguo que fue fundado por Teucro»; a Félix, parafraseando a John Balan, le gusta porque «aquí hay personas no hay gente»; a Yáñez porque es un «tótum revolútum» muy variopinto, y a mí por todo un poco.

Fuentes: Familia Guimeráns Souto, Teolindo López, hemeroteca y clientes de El Americano.

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