Blog | Crónicas y perfiles

El 'Gran Museo' personal de Fontán

Fontán trabajó durante una vida en un Museo de Pontevedra, pero él también lo era. Una fuente inagotable de sabiduría que le gustaba compartir con lso demás, Además de coleccionista y amante de la historia de Pontevedra
José Manuel con su mujer Isabel. ARCHIVO FAMILIA FONTÁN COUTO
photo_camera José Manuel con su mujer Isabel. ARCHIVO FAMILIA FONTÁN COUTO

El pasado día 18 de este mes nos dejó sin avisar y en silencio Fontán. Un hombre excepcional que era mucho más que Fontán el del Museo, aunque el Museo de Pontevedra fuera su segunda casa. Es muy complicado resumir quién era Fontán y todo lo que se diga es poco. Una persona muy especial por su vitalismo, generosidad, espíritu crítico, curiosidad e interés por todo lo relacionado con la cultura de Pontevedra que mantuvo hasta el último momento.

Quién no recuerda aquel hombre con gafas de pasta que te recibía en el edificio Castro Monteagudo cuando ibas de pequeño con las visitas familiares para ver, tan ilusionados como la primera vez, el camarote del Almirante Méndez Núñez, o admirar embobados el Tesoro del Caldas, ¡un tesoro!. Ese hombre que veíamos sobrio y serio, pero que era muy amable y que te solucionaba cualquier problema.

Chicho para sus amigos, José Manuel Fontán Portela nació en Pontevedra el 11 de abril de 1952. Como anécdota decir que fue inscrito por su padre unos días después porque tenía mucho trabajo, el día 19, que es cuando celebraba su cumpleaños. Hijo de Dolores Portela, modista de profesión, casada en segundas nupcias con José Fontán Malvar, naturales de Marcón y residentes en Pontevedra. Su padre era carpintero y tuvo el taller en varios lugares, entre otras ubicaciones uno cerca de Magisterio y después en la calle Isabel II.

José Manuel Fontán tenía cuatro hermanos: Jesús y Estrella (ya fallecidos) y Casilda y Peregrina. Se casó el 25 agosto 1974 en San Bartolomé con Isabel Couto Pérez y tuvieron tres hijos, José Ángel y Daniel, residentes en Mijas, Costas y Mateo que viven en Pontevedra.

Cursó estudios en el Instituto de la ciudad y fue un alumno aventajado de José Filgueira Valverde. Esta circunstancia hizo que empezara a trabajar en el Museo de Pontevedra con una beca como alumno colaborador, todavía como estudiante.

FontánAficionado al coleccionismo de libros, cuenta con una biblioteca personal con miles de volúmenes, de obras de pintores gallegos, de estampas religiosas y de todo lo relacionado con la historia; la lista sería interminable. «Le gustaba la historia, el arte, pintura y todo lo relacionado con Pontevedra y Galicia», explica su hijo Mateo Fontán.

Compilaba y guardaba información, ayudaba a todo el mundo y lo más valioso de todo es que nacía de él, aunque es curioso que nunca quiso escribir, con todo lo que sabía, porque conocía muchas anécdotas sobre personajes de Pontevedra pero, en ese sentido, era muy tímido y no quería figurar. Además, contribuyó con donaciones de material destinado al Museo de Pontevedra, "un sin fin de fotografías, folletos y de coplas de mayo", explica como ejemplo su hijo.

Entre sus amistades Paco Fariña, Clodio González, Carlos Valle o José Fuentes, que hace unos días le rendía merecido tributo en este mismo periódico. José Fuentes (ex Secretario del Museo) nos recordó que fueron compañeros de pupitre en el Instituto de Pontevedra y que era miembro de la cofradía del Espíritu Santo, además de sus extraordinarias virtudes personales. Carlos Valle (ex-Director del Museo), un amigo de toda vida, también fue compañero de curso en el Instituto desde 1963. "Amigo de sus amigos a los que no les fallaba y era muy detallista", explica Carlos, y recuerda que los dosieres completísimos de prensa que le presentaba los lunes eran impecables. "Fontán era muy próximo, conocía tus intereses y se preocupaba por ellos". Una persona que le ha dejado un recuerdo imborrable e imperecedero, explica Valle.

Fontán tenía su propia tertulia, en El Milano de Pontevedra, en la que compartía café con buenos amigos como José Lorenzo, Antonio de la Peña, José Carlos Pascual (Pacho) o Buenaventura Aparicio, entre otros. Precisamente Antonio de la Peña, arqueólogo del Museo de Pontevedra, destaca: "Era muy buen amigo y la imagen viva del Museo. No se puede hablar del Museo sin hablar de Fontán". En la tertulia, José Manuel hablaba un poco de todo, pero tenía la habilidad innata para encontrar las noticias de prensa relacionadas con la cultura, el Museo y la arqueología, explica Antonio.

Fontán era una caja de sorpresas. Tuve la oportunidad de entrevistarlo personalmente hace unos tres años para recabar datos sobre los grupos musicales de los años sesenta y setenta de Pontevedra y comprobé que, además de ser aficionado a la música, sus conocimientos y memoria eran prodigiosos con fechas precisas, nombres y anécdotas.

José Manuel se jubiló hace unos cuatro años, pero no se quedó parado ni en casa. Era frecuente verlo en sus paseos diarios por la ciudad con su mujer Isabel. Fontán estaba muy orgulloso de sus hijos y, de los tres, Mateo, desde muy joven, se interesó por la historia de Pontevedra. Ahora es Licenciado en Historia y trabaja como arqueólogo en diferentes destinos de Galicia. Además, recoge el testigo del legado cultural de su padre gestionando su biblioteca y algunas colecciones.

Todos notamos su falta hace poco más de un mes, porque ya no lo veíamos en la calle. Y la ausencia a su café diario también alertó a amigos. José Manuel Fontán demostró con creces que era un hombre bueno, que ayudaba a todo el mundo, su gran amor por Pontevedra y que era amigo de sus amigos; una rara avis en el mundo en que vivimos. Desde aquí el cariño a su mujer e hijos de todos sus amigos, que se cuentan a cientos.

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