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Grandes epidemias en la historia de Pontevedra, la ‘gripe española’ [III]

Tardaron meses en determinar que se trataba de una variante de la gripe muy contagiosa y letal; un virus del que todavía se desconoce por qué causó una mortandad tan alta en 1918.
Sala de niños del Hospital Provincial de Pontevedra en 1918. BIBLIOTECA DEPUTACIÓN PONTEVEDRA
photo_camera Sala de niños del Hospital Provincial de Pontevedra en 1918. BIBLIOTECA DEPUTACIÓN PONTEVEDRA

La pandemia de la llamada gripe española o grippe de 1918, causó en Europa la muerte de más de 50 millones de personas, a lo largo de casi tres años. Se cree que llegó a través de los soldados norteamericanos que se desplazaron a Francia durante la Primera Guerra Mundial. En nuestro país se calcula que se infectaron unos 8 millones de personas y causó unas 300.000 muertes; para hacerse una idea, sólo en el año 1918, fallecieron unas 150.000 personas.

La gripe era conocida de manera coloquial bajo nombres tan diversos como trancazo, catarro ruso o soldado de Nápoles, y no existía vacuna o remedio efectivo para luchar contra ella salvo observar ciertos cuidados para evitar el contagio. Durante esta devastadora epidemia a nivel mundial conmocionó la noticia del fallecimiento del rey del acero estadounidense Andrew Carnegie en 1919, cuya fortuna se estimaba en 1.800 millones de dólares.

Se sucedían las noticias y la comunidad médica debatía en la prensa el tipo de remedio a aplicar al influenza A virus H1N1 (IAV). El profesor Saccone, del Hospital de Marina de Taranto (Italia) afirmaba haber descubierto el bacilo de la gripe española a lo que sus homólogos respondieron con ironía: "eso de aislar desde una pequeña ciudad de Mediodía de Italia al microbio de la enfermedad epidémica que tres meses antes atacó España es algo excesivamente pretencioso". El prestigioso Instituto Pasteur de París también anunciaba un suero para combatir la gripe probado, según ellos, con resultados excelentes. Una epidemia estacional que afectó poco a las personas mayores pero causó una importante mortandad en la franja de población entre los 20 y los 40 años.

celestinoEn la prensa aparecieron nuevos productos contra esta gripe, cada cual más sorprendente. Por ejemplo, el uso de tintura de yodo recomendado por el médico Sobrino Álvarez que, administrado en dosis de 15 gotas diluidas en un vaso de leche después de cada comida, "desinfecta el estómago e intestinos y evita la formación de productos sépticos y la proliferación de las bacterias", en la creencia que quien siguiera el tratamiento perdía la capacidad de contagio. Las recomendaciones del prestigioso médico pontevedrés Celestino López de Castro eran mantener una buena higiene, con los primeros síntomas guardar cama, fricciones con vinagre aromático, arreciando la molestia llamar siempre al médico y no combatir la gripe con Zotal. Los anuncios de productos en los periódicos aparecían destacados; como el de Cerealine, un remedio de venta en droguerías de Vilagarcía, sustituto de la leche y el caldo, con propiedades curativas para dolencias de estómago, cólera infantil y gripe.

Una de las zonas más afectadas por la epidemia fue Galicia y en septiembre de 1918 el Gobernador civil de Pontevedra cursó la orden de pedir en la frontera con Portugal un certificado sanitario en el que constara el lugar de procedencia del portador, además de prohibir "la celebración de toda clase de fiestas, espectáculos, reuniones y aglomeraciones públicas...", ferias y mercados (El Diario de Pontevedra). La colaboración ciudadana se puso en marcha y José Lois Rodríguez puso a disposición su automóvil con el distintivo de la Cruz Roja. El alcalde accidental, Manuel Paz Cochón dictó un bando en el que se concedía "un plazo de improrrogable de 24 horas para que los cerdos y gallinas que se hallen dentro del casco de la población sean retirados a las afueras y lugares adecuados: previniendo; que transcurrido dicho plazo, serán recogidos por agentes de mi autoridad y personal a sus órdenes y depositados en un punto conveniente".También se ordenó el blanqueo de casas y se recomendó no usar billetes por miedo al contagio.

Es de reseñar también la labor del teniente de alcalde de Pontevedra, Faustino Guinance, que ordenó poner todos los automóviles privados a disposición del ayuntamiento para facilitar los desplazamientos de los médicos a casa de los enfermos, gestionó 500 litros de bencina gasolina para los coches con la empresa de Vigo BABÉYCIA, que todavía sigue en activo, y recaudó fondos, mantas y alimentos para los más desfavorecidos. En 1920 Guinance, recibió la condecoración de la Cruz de la Beneficencia con distintivo negro y morado, por su campaña sanitaria durante la epidemia. Se concedieron algunas ayudas a vecinos en situaciones dramáticas, como en 1919 cuando el ayuntamiento concedió una "subvención de 200 pesetas a una familia de Lérez que durante la epidemia de gripe perdió a cinco de sus miembros y se encontraba necesitada de recursos".

A finales de ese año contrajo la gripe Santiago Riestra Calderón mientras se encontraba con sus padres, los marqueses de Riestra, en Madrid; también la contrajo su hermano Raimundo sin mayores consecuencias. No tuvo tanta suerte Santiago cuyo estado empeoró, por lo que se le administró la extrema unción y falleció a los pocos días con apenas treinta años, "Santiaguito, como familiarmente se le conocía, era de carácter muy afectuoso, gozando en Pontevedra de verdadera popularidad" (El Noticiero Gallego).

En una estadística publicada, sobre las causas de fallecimientos en la provincia de Pontevedra, durante el trimestre de septiembre a diciembre de 1919, los contagios por gripe ascendían a 104.659 con 4.185 fallecidos, y en la ciudad de Pontevedra los contagiados fueron 5.979. Sólo el mes de noviembre arrojaba la cifra general de 1.022 defunciones, frente a los 1.303 nacimientos. Muchas de las causas de las muertes fueron por enfermedades que afectaban al sistema respiratorio, exceptuando la tuberculosis. La comunidad médica reconocía que afecciones diagnosticadas de estómago, y otras, podían ser realmente de infectados por la gripe española, por lo que las cifras que se manejaban eran sólo una aproximación a la baja.

Sin olvidar que durante la letal pandemia murieron muchos sacerdotes y monjas dedicados a los más desfavorecidos, por lo que se pidió que se mejoraran sus condiciones económicas: "si en la pasada gripe fueron reconocidos universalmente como los mejores funcionarios del Estado y llegaron al grado heroico en el sacrificio" (El Eco Franciscano).

Aquí concluye este pequeño recorrido por las grandes epidemias en la historia de Pontevedra. Ánimo a todos, que ya falta menos: #YoMeQuedoEnCasa.

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