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José Manuel Pidre presenta, 'Pontevedra el despertar de la Villa'

La villa despertó con una serie de transformaciones profundas que modernizaron la economía, las comunicaciones y la propia arquitectura de ciudad. José Manuel Pidre presenta un nuevo libro sobre la historia de Pontevedra

El próximo jueves 28 de noviembre a las 20.00 hors se presenta el libro Pontevedra, el despertar de la villa, en la Vicerreitoría del Campus de Pontevedra en la rúa Don Filiberto. Un libro imprescindible obra de José Manuel Pidre Novás, nieto del fotógrafo Lorenzo Novás Rarís, al que presenta el joven escritor Xacobe Medina.

[Feria en la plaza de Méndez Núñez., ca 1922. L.NOVAS​]Feria en la plaza de Méndez Núñez., ca 1922. L.NOVAS

Como no podría ser de otra manera, muchas de las fotografías son de su abuelo L. Novás, gracias a cuyo trabajo conocemos la Pontevedra de principios del siglo pasado. Tras cuatro años recopilando datos en el Arquivo Histórico, hemeroteca y aportaciones documentales de particulares, José Manuel Pidre nos presenta una extensa obra de casi cuatrocientas páginas agrupada en cuatro temas: la Plaza de Toros, en la que hace "una exposición detallada de la construcción de las dos plazas de toros que tuvo la ciudad, la de madera y la de piedra que aún se conserva", explica José Manuel; casas de baños, balnearios y aguas "que hubo en la ciudad y sus alrededores, Los Placeres y Monte Porreiro"; ferias y mercados, donde "se centra en los diferentes sitios donde se ubicaron las diferentes ferias de ganados, vacuno, caballar, porcino y lanar y de los mercados específicos de legumbres, telas, grano o calzado"; y por último el derribo de la muralla, "donde de forma cronológica se detallan el derribo de los diferentes tramos y puertas de la muralla de la ciudad", explica Pidre.

Después de siglos de riqueza, Pontevedra se moderniza lentamente y la actividad económica precaria unipersonal da paso a la implantación de fábricas que necesitaron buenas vías de comunicación para el transporte de mercancías. En este proceso de cambio fueron parte importante Augusto González Besada, el marqués de Riestra o Eugenio Montero Ríos.

En el terreno urbanístico se derribó lo que se consideraba viejo, las murallas, las torres arzobispales, la iglesia de A Virxe do Camiño o San Bartolomé el Viejo para abrir el suelo a la especulación y a una mal entendida modernización de la ciudad. Había que tirar para construir nuevos edificios, lo que haría ricos a nuevos contratistas, constructores y promotores. La muralla, que había permanecido en pie y cumpliendo su función durante siglos, constaba de nueve grandes puertas de madera llamadas, de Trabancas, de la Peregrina, de Santo Domingo, de Santa María, de la Galera, la del Puente (de O Burgo), la del Peirado, la del Borrón y la de Santa Clara.

Las puertas estaban situadas en puntos estratégicos y se cerraban durante la noche con la función de proteger la ciudad de ataques imprevistos y el control de entrada de mercancías. Con la piedra de la muralla, en su última etapa, sucedió lo mismo que con la del convento de Santo Domingo, y es que se utilizó a demanda para otros usos entre los que estaba la construcción de nuevas calzadas. 

[Balneario en el río Lérez, ca 1905. L. NOVAS]

Balneario en el río Lérez, ca 1905. L. NOVAS

Aún así, Pontevedra conservó hasta bien entrado el s. XX las ferias en diferentes plazas y lugares, que fueron cambiando de nombre según la actividad económica que se desarrollase; como en la de Teucro en la que se vendía pan, corozas y ramos de Semana Santa, en la Leña, en la Verdura o en el muro del huerto de San Francisco y, más actual, la de Barcelos. En las fotografías se puede apreciar que era una actividad mayoritaria de mujeres que se acercaban a diario desde poblaciones cercanas a la capital con sus grandes faldones, pañoletas y grandes cestas en la cabeza en un equilibrio imposible.

Otro capítulo trata sobre las casas de baños, que fueron muy populares desde el punto de vista sanitario y de ocio, aunque los precios no fueran tan populares. La primera documentada en nuestra ciudad en 1893 era propiedad del marqués de Riestra y estaba situada en A Moureira, unos años después pasaría a ser propiedad de Eulogio Fonseca. Se publica por primera vez el expediente de la casa de baños de Francisco Viñas, situada en la playa de Placeres, que visitaba con asiduidad Manuel Quiroga y su mujer Marta. Los tiempos imponían la separación en zonas de hombres y mujeres de acuerdo con la moral imperante.

Las corridas de toros durante siglos tuvieron mucha aceptación y se habilitaron como coso la Plaza de la Herrería o la del Teucro hasta que se construyó un lugar específico que se mantiene en la actualidad. El libro documenta alguna anécdota, "como el apresamiento e ingreso en prisión, ordenado por el gobernador de la ciudad, de los picadores que iban a participar en una corrida de agosto durante las fiestas de la ciudad y que obliga a la suspensión de la misma". Otra práctica poco conocida fueron las corridas de delfines que desaparecieron a principios del siglo pasado. En el libro "los temas se exponen de forma directa a partir de documentos y manuscritos originales, referenciados al final de cada uno de los capítulos, que además están acompañados por fotografías relacionadas con el tema que se detalla", explica el autor.

Para las personas interesadas en asistir a la presentación de Pontevedra, el despertar de la villa, el acto tendrá lugar el próximo jueves en la sala de conferencias de la Vicerreitoría en la calle Don Filiberto, y la entrada es libre hasta completar aforo.

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