Blog | Crónicas y perfiles

Las 'reliquias de santos' de Pontevedra

"Tomamos los huesos, que son más valiosos que las piedras preciosas y más finos que oro refinado, y los pusimos en un lugar apropiado, donde el Señor nos permitirá reunirnos", así se expresaba la "Carta de los fieles de la Iglesia de Esmirna" en el año 156 A.D (Anno Domini).

San Benito de Nursia

En España las reliquias existen desde los primeros siglos de la Iglesia, pero es en la Edad Media cuando más se populariza su comercio. En aquellos tiempos no había iglesia que se preciara que no tuviera una. Con la enorme demanda se generó un tráfico de reliquias falsas; nadie podía certificar si eran auténticas o no, dependía de la labia del propietario para su venta o exhibición. Las reliquias podían cambiar radicalmente la vida de una ciudad, pueblo o zona remota por la actividad económica que generaban como reclamo para fieles y peregrinos. Hay tres grados asociados a las reliquias: las de primer grado es cuando se trata de un fragmento del cuerpo; las de segundo grado son las relativas a un fragmento de la ropa, objetos que usara y también los empleados en la tortura del mártir; las de tercer grado cuando un objeto había tocado alguno de los dos primeros.

Sin ir más lejos, en el convento de Santa Clara de Pontevedra están los restos de San Vicente Mártir. Hijo de Enola y del cónsul Eutiquio y nacido en Huesca, fue un clérigo perseguido y torturado por Gaio Valerio Aurelio Dioclés (Diocleciano), emperador de Roma del S.III. Un martirio digno de una película de terror. Todo comenzó cuando Roma, preocupada por el auge el cristianismo, que era una fuerte minoría presente en todos los puntos vitales del imperio, intentó volver a imponer sus dioses tradicionales. Se inició entonces la 'Gran Persecución' en la que se ejecutaron a muchos cristianos a los que se les confiscaron todas sus posesiones.

Por este motivo llega a España, desde Roma, el prefecto Daciano , encargado de perseguir y martirizar a los cristianos, pensando que ante el miedo lograría que renegaran de su fe. Daciano apresó a Vicente y a Valerio , obispo de Zaragoza , y se los llevó a Valencia a pie y encadenados en el año 303. Una vez allí los encerró en una prisión (Tallianum) sin comida ni agua. Comenzó la tortura atroz cuando Daciano ordenó que lo azotaran desnudo: "le descoyuntaron sus miembros, y desgarraron sus carnes con uñas y garfios de hierro". Aunque le conminaban a abjurar, Vicente replicaba: "Te engañas, hombre cruel, si crees afligirme al destrozar mi cuerpo. Hay dentro de mí un ser libre y sereno que nadie puede violar. Tú intentas destruir un vaso de arcilla, destinado a romperse, pero en vano te esforzarás por tocar lo que está dentro, que sólo está sujeto a Dios". Al no conseguir su propósito, Daciano ordenó desollarlo y para eso decidió "colocarlo sobre un lecho de hierro incandescente". La crueldad del Prefecto no tenía límite y mandó curar a Vicente para, una vez recuperado, volver a torturarlo; pero el cuerpo del santo, herido de muerte, no lo resiste y muere el 22 de enero del año 304. No contento con todo lo anterior Daciano ordenó mutilar su cuerpo, meterlo en un odre, y para tirarlo al mar atado a una rueda de molino, pero el mar lo devolvió a la playa de Cullera. El terrible martirio recorrió el mundo

En Pontevedra varias iglesias custodian preciadas reliquias de santos, la mayoría mártires de la época romana. Las iglesias de Santa Clara de Pontevedra, Santa María de Bemil y Lores son algunos ejemplos.

Veinticinco años después Constantino I unificó su imperio bajo el manto del cristianismo, que fue un modo muy hábil de controlar a sus súbditos mediante la religión. Durante la invasión musulmana las reliquias del santo "desaparecieron, escondidas o dispersas". Fr. Juan Ximenez , en 1734, referencia en la capilla del Real Colegio de Valencia dos huesos de San Vicente enviados a España por la Emperatriz Doña María de Austria. El brazo incorrupto del santo se encuentra expuesto en la catedral de Valencia.


En Pontevedra se encuentran parte de los restos de San Vicente Mártir bajo el altar de la iglesia de Santa Clara. En el convento también están los restos de Juanico , la mujer que se hizo pasar por fraile franciscano en el s. XVI y que, como castigo, trajeron en vida a Pontevedra ya como sor María de San Antonio, aunque esa es otra historia.

Otra reliquia de Pontevedra se encuentra en el municipio de Caldas de Reis en la iglesia de Santa María de Bemil, románico de finales del s. XII, y es la de San Xusto, que fue un soldado romano del s. III convertido al cristianismo. Esta iglesia custodia un hueso, que trajeron de Roma en el s. XIX. Hace tiempo se celebraba una romería el último domingo de agosto dedicada al santo y existía una cofradía pero a día de hoy sólo se recuerda con una misa. Nada tiene que ver con San Justo y Pastor conocidos como los Santos Niños. La duplicidad de nombres recuerda la polémica sobre los restos de San Pedro encontrados en el Vaticano, porque la datación con radiocarbono certificó que eran del s. III, por tanto correspondían a otro santo del mismo nombre y no al Apóstol de Jesús.

Otras dos reliquias, una de ellas un hueso de la mano de San Benito Abad, se conservan en la iglesia de San Miguel de Lores (Meaño), dedicada a este santo. San Benito nació en el año 480 en Nursia, Italia, y se considera el iniciador de la vida monástica en Occidente. Creó la Regula Monasteriorum para la vida colectiva de los monjes de las primeras comunidades monacales que sigue vigente en monasterios de todo el mundo. La ubicación de las reliquias de San Benito suscita tantas hipótesis como las del origen de Colón porque varios países se atribuyen la posesión del cuerpo. Las reliquias de Lores proceden de Montecasino y están autentificadas.

Tenemos muy cerca una parte de la historia ya caída en el olvido, y el olvido es el peor pasado de nuestro presente.

Fuentes: Museo de la Catedral de Valencia, Vida y virtudes del venerable siervo de Dios D. Juan de Ribera Patriarca de Antioquía por Fr. Juan Ximenez, Parroquia de San Vicente Mártir de Valencia, Peristephanon Poema V del poeta hispano Aurelio Prudencio Clemente, Actas o Passio del Martirio de San Vicente, Manuel Carreira Rey (cura de la parroquia de Bemil), Las Reliquias de San Benito y Santa Escolástica de Pregunta Santoral, Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María, San Vicente Mártir en su contexto histórico y en las homilías de San Agustín desde una hermenéutica fe-razón de Miguel Navarro Sorní y Jesús González Crespo.

Comentarios