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Lorenzo Novás, el mago de la fotografía

Después de décadas en la sombra, la figura y obra del hombre que fotografió la Pontevedra de la primera mitad del s. XX va saliendo a la luz

Estudio Fotográfico Sáez Mon y Novás con Juan Sáez. L. NOVÁS/FAMILIA NOVÁS RARÍS
photo_camera Estudio Fotográfico Sáez Mon y Novás con Juan Sáez. L. NOVÁS/FAMILIA NOVÁS RARÍS

Aprendió el oficio de fotógrafo con 14 años de la mano de Francisco Zagala, para quién haría fotos años después con un estilo propio y personal. Eran tiempos en que, como otros fotógrafos, se desplazaba a los pueblos a caballo y su trabajo se consideraba arte. Conocemos la Pontevedra de principios del S. XX gracias a sus fotografías.

Hoy sabemos que muchas de las fotografías atribuidas a Zagala fueron obra de Lorenzo Novás, que Ruth Mathilda Anderson le compró unas doscientas fotos para su colección de la Hispanic Society of America, y que alguno de sus trabajos fue atribuido por error e involuntariamente a Joaquín Pintos. Se da la circunstancia de que Lorenzo y Joaquín aprendieron juntos el oficio de Zagala siendo muy jóvenes, pero cada uno de los tres tenía un estilo propio marcadamente diferente.

1904 Abuelo Lorenzo Novás (24 años)

Los antecedentes de la familia Novás se remontan a 1670 cuando tenemos noticias del abuelo de Lorenzo que era uno de los tres herreros de la Puerta de Trabancas que hizo fortuna y nombre en Pontevedra; profesión de éxito por pertenecer a uno de los poderosos gremios de la ciudad y ser el oficio la ITV del transporte a caballo. Fue vecino de la Praza da Pedreira y cuando se derribó la Puerta de Trabancas, con veinticuatro años, probó suerte con el negocio de las diligencias Tui-Santiago, que amplió con el negocio del Correo PontevedraOurense. Todas sus diligencias paraban en la famosa Casa de las Caras, en la Praza da Estrela, donde tenía la oficina. Dos de sus hijos siguieron con el negocio de las diligencias, pero lo terminaron vendiendo. Su hijo Jesús María Novás Ruy-Suárez fue secretario del Ayuntamiento de Vilagarcía, como civil oficial primero de la Escuela Naval, y por oposición encargado de Pesas y Medidas, actividad que tenía su oficina en el céntrico Carabela. Jesús María, se casó en segundas nupcias con Benita Rarís Trasande. Hablamos de una familia muy bien relacionada porque otro hijo, Ángel Novás, fue procurador de Riestra y Montero Ríos, entre otros y su primo Juan Novás, fundador del Museo de Pontevedra.

Así llegamos al nieto del herrero, e hijo de Jesús María y Benita, el fotógrafo Lorenzo Novás Rarís que nació en 1880 en Pontevedra. Lorenzo fue el noveno de dieciocho hermanos, fruto de los dos matrimonios de su padre, con profesiones de procuradores y maestras; por ejemplo, su hermana Sara Novás era muy conocida por ser maestra en O Burgo. La familia vivió en la Praza da Verdura o en la rúa Maceda. Lorenzo Novás se casó con Manuela Caneda y tuvo dos hijos: Jesús y Purificación.

Fue el primero y único que en la familia se dedicó a la fotografía. Sobre sus estudios fotográficos (locales) podemos decir que abrió uno propio en Marín (1903) y a la muerte de Zagala (1908) se hizo cargo del estudio hasta que compra la casa Ramón Barreiro Barcala (1911). Se asoció con Cobián (1911) en la calle Peregrina 13 y con un sobrino de Casto Sampedro (1917), Juan Manuel Sáez Mon, en la misma dirección.

Sobre este estudio comentar que tuvo mucha repercusión, ya que estaba abierto a exposiciones tanto fotográficas como de pintura con firmas como la de Castelao o Carlos Sobrino, como atestigua el periódico La Libertad el día de su segunda inauguración: "A la entrada, con exquisito gusto, habilitaron un hermoso salón decorado para exposición de los trabajos. La subida a la Fotografía es verdaderamente regia, recordando las casas señoriales de la Edad Media. El salón de estudio es, seguramente, uno de los mejores de Galicia por su capacidad y luz", estudio que se puede ver en la fotografía adjunta. Contaba por lo menos con dos fondos de decorado: uno con una columna (como se puede ver en la fotografía de Os Copleiros da Rúa) y otro de temática campestre con unos árboles. Para la labor de catalogación que está haciendo su nieto sería interesante saber si alguien reconoce el fondo en alguna foto familiar para poder incluirla en el libro.

Lorenzo Novás destacó por ser una buena persona, desprendido, generoso, amante de la fotografía, el vivir bien y por haber sido autodidacta. En cuanto a su manera de fotografiar, se distingue en los retratos por el uso del claro-oscuro (que también trabaja en algunos exteriores), por sus composiciones dinámicas para fotografiar monumentos, la nitidez como elemento de realismo y otra de sus señas de identidad en los clichés, era el de la espontaneidad. Un autor fácilmente reconocible explica su nieto José Pidre: "Por sus encuadres, su claridad, nitidez y demás particularidades que impregnaba en cada una de sus fotos".

En aquellos tiempos la fotografía se distinguía entre periodística y artística y la de Novás es la segunda opción, sin lugar a duda, con una marcada línea temática orientada hacia la fotografía arqueológica. No es casualidad que cuando Zagala fallece, en 1908, Lorenzo lo sustituye como fotógrafo de la Sociedad Arqueológica de Pontevedra y en 1927 pasó a ser el fotógrafo del Museo de Pontevedra. "Novás se convierte en un especialista en fotos sobre inscripciones y relieves gracias a los consejos de Don Casto Sampedro", explica su nieto. Un gran acierto de Lorenzo fue plasmar monumentos antes, a veces, durante y después de las reformas, cosa que hizo en Santa María, San Francisco o San Bartolomé. Acudía también a acontecimientos importantes como la apertura del sarcófago de Paio Gómez Charino, en las que podemos ver los restos óseos. En las fotos de estudio orientó su trabajo retratando a personas curiosas, como las de Os Copleiros o Un Golfo y, por otra parte, a personas que destacaron por otros motivos, como podía ser el violinista Manuel Quiroga. Pero también fotografió lugares como A Moureira, las corridas de toros, las ferias en las plazas o los oficios de la época.

Otra faceta interesante, a la que se dedicó Enrique Barreiro años después, con mucho éxito, fue la del difícil arte de la fotografía pintada a mano: "Mi abuelo pintaba muy bien", reconoce José Pidre. Era común en aquella época que el fotógrafo realizara este trabajo si tenía aptitudes.

Entre otros premios y reconocimientos me gustaría destacar la medalla de fotografía que obtuvo en Londres por la obra titulada Un Golfo, que se publicaría en 1923 en Vida Gallega, y el Premio Nacional de Fotografía de Tarrasa (1917). En 1945, debido a problemas de salud, vendió 1.230 clichés al Museo de Pontevedra y falleció poco tiempo después, en 1946. Su nieto prepara un interesante libro sobre su obra gráfica que pronto verá la luz.

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