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Un nuevo libro sobre La Bella Otero, la diva de Valga

Un nuevo libro sobre La Bella Otero, una de las mujeres más internacionales de su época, desvela sus inicios artísticos y confirma en primicia su debut en Marsella, anterior a su paso por Barcelona, en la nueva obra de Leoncio Feijóo
Primer retrato como Carolina Otero en julio de 1889. LA TOMASA / ARCHIVO L.FEIJÓO
photo_camera Primer retrato como Carolina Otero en julio de 1889. LA TOMASA / ARCHIVO L.FEIJÓO

El pasado miércoles 9 de junio se presentó en Valga (Pontevedra) en el auditorio local, tierra natal de Carolina Otero, el libro "Carolina Otero. Primeras actuaciones documentadas" con la presencia de José María Bello Maneiro, alcalde de dicha localidad. Se trata de una nueva obra del prolífico escritor e investigador pontevedrés Leoncio Feijoo Lamas, que desvela aspectos inéditos de su biografía como artista, que ya está disponible en las librerías de Pontevedra.

Valga es un municipio de la provincia de Pontevedra ubicado entre Pontecesures y Caldas de Reis, tierra de Monte Xesteira y Monte Xiabre. Orgullosos de su historia, existen vestigios de ocupación desde la Edad del Bronce, como el petroglifo de Camporredondo o el das Serpes, de la cultura castreña Roda do Castro o el de O Castro y vestigios de un importante asentamiento romano. Personalidades más actuales son Ferro Couselo, Manuel Magariños o Maruja Neyra. Pero de lo que están muy orgullosos los valguenses es de la figura de Agustina Otero que dio la vuelta al mundo.

Feijoo en su obra se detiene en un aspecto complementario a otros trabajos de la diva del escenario y de autores gallegos como el de Ramón Chao, María Xosé Queizán, Marga do Val, Miguel Anxo Fernández, en su faceta de actriz, o Tomás Abeigón en su artículo que la relaciona con el fitness, entre otros. Un personaje sobre el tuve la ocasión de escribir, en esta misma sección, sobre su relación con Pontevedra en el año 2015 bajo el título "Carolina Otero, la pontevedresa que conquistó el mundo". Esta nueva obra de Feijoo complementa así un aspecto muy atractivo sobre los inicios documentados de su carrera artística entre el periodo que va de 1887 a 1890.

Por situar al personaje me remito a lo escrito en 2015 a modo de introducción. Agustina Otero Iglesias nació en Valga (Pontevedra), en un hogar de campesinos muy humilde, un 4 de noviembre de 1868. Según reza en el archivo parroquial de partidas bautismales de Puente Valga, folio 193 del libro 4, se bautizó el 20 de diciembre de ese mismo mes. Hija de Carmen Otero Iglesias y de padre "incógnito", lo que no debería de ser nada fácil de llevar en aquellos tiempos. Su infancia fue especialmente difícil. A los diez años sufrió una agresión sexual brutal y "parece ser" que fue trasladada al Hospital de Pontevedra. Poco tiempo después abandonaba su ciudad natal.

Con todo esto, Agustina, un buen día decidió cambiar por completo su vida y llamarse Carolina: Carolina Otero. Según nos cuentan las crónicas de la época, se instaló en Santiago de Compostela y trabajó como criada. Allí conoció a un artista francés y empezó a bailar en la calle. Carolina era una belleza morena de ojos negros, con un innato encanto personal que llamó la atención de los hombres, tanto a los solteros como a los casados.

Feijoo comienza el libro precisamente con los inicios sobre los escenarios de Marsella, Barcelona y París menos conocidos y poco referidos en trabajos anteriores sobre Carolina Otero. "Estudiando otras cosas me encontré con que había una laguna en otros trabajos de investigación sobre el personaje en esos primeros momentos", explica Feijoo. Un descubrimiento que rompe la línea de algunas biografías que situaban a Carolina Otero debutando primero en Barcelona, cuando la documentación encontrada confirma que lo hizo antes en Francia. Su primer destino fue Marsella y después se trasladó en Barcelona, según las fuentes existentes consultadas por el autor.

La prensa barcelonesa en un breve periodo, de mayo a agosto, pasó de llamarla Srta. Otero a referirse a ella como Carolina Otero; es decir, de menos a más a medida que aumentaba su popularidad. Como curiosidad comentar que la primera crítica artística sobre la diva está escrita en catalán. Algunos rotativos de la época reconocían que cantaba muy bien, pero que debía tener cuidado con alargar sus actuaciones. Se da la casualidad que actuó en el Palacio de Cristal de Marsella y en otro local con el mismo nombre en Barcelona, ciudad de gustos muy afrancesados en aquel momento. En 1890 la prensa francesa alababa a la ya reconocida como diva de los escenarios por su elegancia: "Escuchamos a una encantadora española, la señorita Otero, cuyo notable talento encantó al público", refiere Feijoo en su libro. Otro aspecto poco conocido de Carolina Otero es que fue una excelente soprano de zarzuela, ya que no existe ninguna crítica en contra de sus interpretaciones de este género.

En Pontevedra tenemos a dos figuras internacionales Manuel Quiroga Losada y Carolina Otero, salvando las distancias, que compartieron en su carrera artística el triunfar en París y Nueva York, situación que no se ha vuelto a repetir. Carolina Otero falleció en Niza , el 10 de abril de 1965, arruinada y sola. La causa de su ruina, según cuentan, fue su incontrolable ludopatía. En Valga la recuerdan como una mujer buena y caritativa con su ciudad natal, una mujer que siempre estaba dispuesta ayudar a quien lo necesitara.

El retrato de la portada del nuevo libro de Feijoo, que se reimprime en este artículo, es la primera vez que se publica desde su primera impresión en la revista La Tomasa en 1889. Por último, dar la enhorabuena al autor y destacar que se prevé la presentación de la obra en breve en Pontevedra, pero siempre en función de cómo evolucionen las actuales circunstancias.

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