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Pedro Sarmiento, un pontevedrés en la Corte de Enrique VIII

Sarmiento fue el primer y único pontevedrés que habló de tú a tú con la todopoderosa reina de Inglaterra Isabel I, hija de Enrique VII y de la inglesa Ana Bolena y se paseó por la Corte
Enrique VIII, padre de Isabel I. CC0 1.0
photo_camera Enrique VIII, padre de Isabel I. CC0 1.0

El navegante pontevedrés Pedro Sarmiento de Gamboa, conocido como el Quijote de los mares, dedicó toda su vida a servir fielmente al rey de España. Su última misión consistió en establecer una población estable en el Estrecho de Magallanes para blindar este paso estratégico entre el Atlántico y el Pacífico de los continuos ataques de la flota inglesa y evitar que se establecieran en aquellos territorios. 

Después de meses de penurias y hambre, sin que el rey le enviase ayuda para los colonos españoles de los asentamientos Nombre de Jesús y Rey Don Felipe, Sarmiento, que les había prometido que volvería para rescatarlos de una muerte segura, le envió una última carta de súplica desesperada al monarca. Al no tener noticias sobre sus peticiones decidió volver a España para despachar este acuciante asunto con Felipe II.

Se embarcó el 22 de junio de 1586 en una carabela portuguesa que fue asaltada por navíos ingleses el 11 de agosto en las islas Terceiras. Tratados como presos se les desnudó y torturó "con fuego y garrotes, rompiéndoles las puntas y cabezas de los dedos de las manos, para que dixesen si traían plata o moneda". Cuando iban a ser liberados, el piloto portugués desveló la identidad de Sarmiento como gobernador español del Estrecho de Magallanes, motivo por el cual el capitán inglés, Jacob Whiddon, decidió llevarlo ante el corsario Walter Raleigh, propietario del barco, para que él mismo dispusiese su destino. Las naves inglesas llegaron al puerto de Plymouth a finales de agosto de 1586 con Sarmiento como prisionero.

Una vez allí, Pedro Sarmiento, que estaba considerado el mejor navegante español, hizo gran amistad con Raleigh hablando latín, un hombre muy rico y considerado uno de los hombres más cultos de la Corte. Tan interesante le pareció el pontevedrés, que le concertó una entrevista en Londres con Isabel I de Inglaterra; la última reina de la estirpe de los Tudor, hija de Enrique VIII y Ana Bolena. Durante su dulcificado cautiverio Sarmiento llegó a mantener muy buena relación con sir William Cecil (Lord Burghley); Secretario de Estado, miembro del Consejo Privado de la Reina y uno de los hombres más influyentes de Europa. 

Se reunió con la reina en su cámara privada en el impresionante castillo de Windsor durante hora y media. Hablaron los dos en un perfecto latín sin que trascendiera el contenido de la conversación. Lo cierto es que algún encargo le hizo la reina al de A Moureira porque quedó en libertad con un pasaporte real y Raleigh le entregó mil escudos y perlas de la India. Parece ser que, durante su estancia en suelo inglés, Sarmiento les proporcionó a los exploradores y cartógrafos ingleses algunos datos sobre detalles geográficos del Pacífico que constan en los mapas de la época; por ejemplo, las islas Salomón figuran en el mapa Molineux Globe impreso en 1592, o en el Certain Errors of Navigation de 1599 corrige la forma del Estrecho. 

Partió de Londres hacia España el 30 de octubre de 1586 y llegó a París el 21 de noviembre. Allí el embajador de España le entregó unos documentos para el rey y algo de dinero para el viaje. A la altura de Burdeos, mientras dormía en una posada, su guía le traicionó y fue apresado por los hugonotes; facción protestante calvinista en la tortuosa guerra de las religiones, en este caso en contra de la católica. Con su apresamiento vieron la oportunidad de hacer un intercambio de prisioneros con el rey de España. 

El embajador de España en Francia escribió al secretario de Felipe II dando cuenta del apresamiento del marino en Mont-de-Marsan: "Ya los hugonotes de aquí empiezan a afirmar que no se dará a Don Pedro Sarmiento de Gamboa sino a cambio del hijo de Monsieur de la Núa, (hugonote prisionero del rey español en Flandes) por donde juzgara V. Md. si desean verle fuera". Cuando el rey no aceptó el intercambio de prisioneros, los franceses propusieron un rescate de 30.000 escudos o el prisionero sería arrojado al río. Llegó a interceder por el ante los hugonotes la reina Isabel enviando al sobrino de Raleigh. El cautiverio del Caballero de Galicia según sus palabras fue aterrador: "Me tapiaron entre cuatro murallas y quedé en el castillo metido en un infierno increíble, sin luz, ni de día, ni claridad; final, tinieblas infernales donde yo me vi muchos días esperando cada hora la última,... ". Con el paso del tiempo el precio de su libertad fue bajando de 30.000 escudos a la mitad, después a 10.000 y finalmente a 6.000. 

Sarmiento permaneció cautivo durante tres largos años y finalmente escribió desolado al rey en relación a los 6.000 escudos que le darían la libertad: "Si mis trabajos no valen esta suma, cierto yo soy tan poco necesario vivir sobre la faz de la tierra, que mucho más he gastado yo en un día y perdido en un momento por su servicio, ...". Al final, en diciembre de 1589, el rey Felipe II ordenó el pago de tan exigua cantidad para la liberación de su más abnegado servidor. Un dinero que se le descontaría de lo que la Corona le adeudaba; es decir, Pedro Sarmiento financió su propio rescate. Vio la luz en Francia rumbo a El Escorial, tullido, sin dientes y con el pelo cano, esperando que el rey auxiliase a los españoles olvidados en Magallanes, cosa que nunca hizo. 

Sarmiento no consiguió auxiliar a sus trescientos compatriotas, entre hombres, mujeres y niños, abandonados por el rey. Españoles que murieron de hambre y enfermedades en los asentamientos de Magallanes. Los que sobrevivieron a duras penas durante unos meses fueron quince hombres y tres mujeres... y al final sólo vivió para contar esta historia el extremeño Tomé Hernández.

Pedro Sarmiento estaba muy enfermo al inicio de una nueva travesía a América el mes de julio de 1592 y falleció, según da cuenta una carta desde el navío: "... al tiempo que esta armada de guardia de las Indias llegó del Andalucía a surgir a la boca de la barra de Lisboa ... murió el almirante Pedro Sarmiento de Gamboa, que por ausencia del general Juan de Uribe la traía a su cargo... ". 

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