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Santa Clara, la vida en un convento

MUCHOS PASAMOS por allí para dejar "unos huevos" y a cambios llevarnos obleas para repostería en el archifamoso torno .

Los or ígenes del convento se remontan a finales del S XIII y principios de SXIV, fundado gracias a las donaciones de familias de la ciudad y las dotes de las candidatas a clausura. Por tradición González Zúñiga atribuye al edificio un origen templario, en la carretera de Ourense a Castilla, destinado a proteger a los peregrinos y que después pasaría a la orden de las clarisas: "Esta casa se transformó después en un convento de monjas clarisas" lo que hizo que su forma y estructura inicial sufrieran una transformación. Se basa en la orientación norte de la puerta, un bajorrelieve con un motivo de caballos y en la tradición oral que las mismas monjas transmitieron.

El convento representaba todo un poder económico en la época en Pontevedra hasta el punto que fueron las antecesoras de la banca ya que actuaban como prestamistas sobre todo en el rural. Con los créditos de Santa Clara salvaron a los campesinos de las malas cosechas, con los créditos compraban aperos, grano o resolvían para el pago del foral.

Los ingresos de las novicias eran un comodín a tener en cuenta y tienen su apogeo en el siglo XVII en el que "el cenobio era más permisivo en la admisión de nuevas religiosas", por lo que estos ingresos representaron durante algunos años la mitad del total. Las dotes de las futuras clarisas oscilaban entre 800 y 1.200 ducados.

Años más tarde las crónicas de la época relataban, en El Alcance en 1897 y 1898 respectivamente: "El próximo domingo vestirá el hábito para Monja de coro de la iglesia conventual de Santa Clara de Pontevedra, la virtuosa señorita Amalia González Rodríguez natural de Monforte. Presidirá la ceremonial el R. Padre Paisal del convento de Herbón y su señora madre apadrinará a la nueva religiosa". "La señorita Consuelo Calvelo Trasmonte, natural de Villagarcía hizo su profesión solemne para monja de coro en la iglesia de Santa Clara de Pontevedra".

Las monjas de Pontevedra gastaban básicamente en trigo, vino, leña, aceite, velas, etc. El vino blanco procedía de la zona de Ribadavia y se destinaba a los trabajadores del convento, jardineros, carpinteros, etc. Compraban del orden de unos "88 moyos de vino blanco y 12 moyos de vino tinto". Los moyos eran una unidad de medida que variaba por años y poblaciones. Según la definición de Marcial Valladares Núñez (1884): "Medida de vino de 8 cántaras de 2 cuartas ó 36 cuartillos cada una y que varía según las localidades". Que en litros vienen a ser unos 136 litros.

Si bien es cierto que el convento vivió años de bonanza económica también pasó años de escasez, hasta el punto de que el fraile encargado de las cuentas llega a proponer que "si alguna monxa falleciese, que el entierro sea pagado con lo que tenga de valor ésta en la celda". Esto ocurrió durante unos 100 años y contribuyó en mayor medida la disminución de la actividad pesquera del puerto de Pontevedra y la guerra de castilla con Portugal e Inglaterra.

Ya en el SXX, durante meses el capellán del convento, Francisco Rivas Lopo, licenciado en derecho, anunció en la prensa sus clases particulares. En la actualidad sólo un pequeño grupo de monjas, ya entradas en años, viven en el convento. Para evitar el cierre se ha producido algún traslado porque si se queda vacío se terminará de venir abajo el edificio que precisa un mantenimiento urgente.

Fuentes: Santa Clara de Pontevedra en la Edad Moderna de Gabriel Otero Piñeiro, Historia de Pontevedra de Claudio González de Zúñiga y hemeroteca.

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