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Los secretos del Tratado de París de Montero Ríos

Eugenio Montero Ríos de pie a la derecha 1898 en París. CC/KURZ Y ALLISON
photo_camera Eugenio Montero Ríos de pie a la derecha 1898 en París. CC/KURZ Y ALLISON

En 1895 Cuba emprendió una guerra para conseguir su independencia cuyas consecuencias económicas devastarían el país. Tres años más tarde, en 1898, España declaraba la guerra a Estados Unidos. En ese momento se producen dos hechos trascendentes relacionados con Antonio Sanjurjo Badía, industrial e inventor, y otro menos conocido relacionado con Eugenio Montero Ríos, político y jurista, pontevedrés de adopción, que llegó a ser presidente del Consejo de Ministros, amén de otros importantes cargos.

Hablamos de un tenso momento en el que Estados Unidos envió a la isla de Cuba el acorazado Maine, como elemento de presión y, que se hundió el 15 de febrero de 1898 después de una enorme explosión cuya causa se achacó al ataque español. Cuestión todavía sin aclarar, aunque documentos ya desclasificados de EE UU avalan la teoría de que fueron los propios americanos los que volaron el barco con la intención de declarar la guerra a España, como así sucedió. La flota americana también había tomado posiciones en otros territorios españoles estratégicos en el Pacífico como Filipinas y la isla de Guam.

Montero Ríos en 1888. LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANAAnte el temor de que la flota norteamericana llegara de manera inminente a la costa gallega, después de la declaración de guerra, El industrial e inventor Antonio Sanjurjo Badía sorprendió al mundo y fabricó en apenas dos meses uno de los primeros submarinos lanzatorpedos de la historia. Las pruebas de navegación se realizaron el 15 de agosto de ese mismo año, las efectuó el industrial personalmente y el artefacto permaneció una hora y media bajo el agua: "la boya afecta forma cilíndrica, con dos brazos que sirven acumuladores de aire para la respiración de los tres hombres encargados de su manejo"; bajó hasta los veinte metros y se desplazó a una velocidad cercana a los dos nudos. Sanjurjo invirtió en este proyecto personal unas 16.000 pesetas de la época. También ideó, en el campo militar, un sumergible bautizado como Portaminas, pensado para convertir las rías gallegas en un campo de minas por el mismo motivo, el miedo a las represalias de Estados Unidos si desplazaba su flota a las costas gallegas. Galicia cuenta con unos 1.500 kilómetros de costa y buena parte de ella cara al Atlántico, por todo ello el miedo de Sanjurjo estaba justificado.

Gonzalo de Reparaz Rodríguez, escritor y diplomático hispano-portugués, firmaba un sorprendente artículo en 1936 en el diario El Sol en el que desvelaba negociaciones secretas en aquellos momentos de crisis, "Sagasta no quiso recibir un préstamo de 1.000 millones de pesetas oro que un grupo de banqueros alemanes, franceses e ingleses le ofreció con la garantía de las Filipinas cuando la guerra con los Estados Unidos era ya inevitable". El plan era el siguiente: "Decían los banqueros al Gobierno español: —Los Estados Unidos te van a quitar las Filipinas. Pero nosotros te entregamos mil millones con la garantía del archipiélago, y así, cuando te lo pidan, nuestros Gobiernos se opondrán al traspaso, y lo salvarás", continúa Reparaz. Desconozco las contraprestaciones de tal oferta, pero alguna tendría que haber.

El periodista, en relación con la oferta de los banqueros europeos, explicaba que: "La respuesta escrita (que conservo) me la tramitó Miguel Villanueva. Queda Montero por confesar. Además de las Filipinas entregó Puerto Rico, aunque pudo alegar la cláusula del Estatuto autonómico de la isla, que impedía al Gobierno de la metrópoli disponer de la suerte de los portorriqueños sin consultar a éstos previamente. Pero D. Eugenio se había metido en un berenjenal del que ni sospechaba la salida. Ignoraba que tal cláusula hubiese, y regaló Puerto Rico a los yanquis". Y proseguía: "Sagasta, sin consultar a la asamblea de sus sobrinos, consuegros y demás parientes, aprobó el obsequio. En estos días precisamente los portorriqueños, en la lucha que en defensa de su libertad sostienen con los norteamericanos recuerdan con amargura el desleal abandono de la madre patria".

Submarino de Antonio Sanjurjo. FAMILIA LORENTE SANJURJOLos lanzatorpedos de Sanjurjo no llegaron a probarse porque España, cuatro meses más tarde, el 10 de diciembre de 1898 con Eugenio Montero Ríos, que era presidente del Senado, al frente firmó el Tratado de Paz de París al que asistieron por parte española Eugenio Montero Ríos, Buenaventura de Abarzuza, José de Garnica, Wenceslao Ramírez de Villa-Urrutia, Rafael Cerero y por parte americana William R. Day, Cushman K. Davis, William P. Frye, George Gray y Whitelaw Reid.

Un tratado en el que la paz con Norteamérica se materializó, de manera muy resumida, con el abandono de Cuba, la venta de Filipinas por 20 millones de dólares y la cesión de la isla de Guam y Puerto Rico. Las condiciones adicionales fueron extensas sobre la nacionalidad de los españoles, sus propiedades, los archivos pertenecientes a España, y un largo etcétera.

Así fue como España dejó de ser un Imperio, después de muchos siglos, puesto que perdió sus últimas colonias en el Caribe y Pacífico. Un drama del que se habló durante décadas por la mala gestión de las autoridades españolas y el abandono de los propios colonos en manos de una potencia ajena.

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