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Semana de reyes

Lores e Feijóo, nunha reunión o pasado martes en Santiago. LUIS POLO/AGN
photo_camera Lores e Feijóo, nunha reunión o pasado martes en Santiago. LUIS POLO/AGN

Lunes

Mucho se habla estos días de las ayudas que, por fuerza, necesitará recibir la hostelería para superar este cierre -tan aleatorio como discriminatorio- al que se ha visto abocada una vez más: aleatorio, porque no existe ningún argumento científico que la señale como contexto capital de los contagios y, discriminatorio, porque no se termina de entender que se desproteja al sector en Pontevedra, Marín o Poio pero se esté de acuerdo en proteger -ahí están las hemerotecas para consultarlas- al de Madrid. “Tampoco es que pidamos nada del otro mundo”, me contaba un conocido restaurador de la ciudad hace pocas fechas. “Ahora mismo nos conformaríamos con que no nos cobren por los servicios que no utilizamos, como la recogida de basuras o las tasas de veladores”. Cuesta imaginar alguna razón por la que semejante petición no pueda ser atendida de inmediato.

Martes

“Moderadamente satisfeito”, salió el alcalde Lores de su visita al presidente Núñez Feijóo que, como era de esperar, lo recibió con gran despliegue de iconografía y mensajes subliminales: bandera española acompañando a la gallega y a la europea, retrato al óleo de su Majestad Felipe VI sobre una repisa, cubriendo las espaldas al alcalde, y fotografía del propio Feijóo junto a Mariano Rajoy sobre una mesita colocada estratégicamente entre ambos. Más allá de los detalles escenográficos, que solo interesan a tipos desocupados como yo, la reunión se podría calificar como productiva para la ciudad de Pontevedra, que salió de la misma con el visto bueno a varios proyectos que se antojan capitales para el futuro de esta, entre ellos el nuevo complejo hospitalario de Montecelo, el dragado del río Lérez, la nueva residencia para mayores, la intermodal o el transporte urbano. Buena sintonía entre los dos monarcas, en definitiva, que es cuanto solemos pedir los ciudadanos a las diferentes administraciones y sus más regios representantes.

Miércoles

A primera hora de la mañana, Adriana Lastra, portavoz del grupo socialista en el Congreso de los Diputados, explicaba en un programa de televisión las razones del Gobierno para seguir gravando las mascarillas como producto de lujo (21%) cuando no se me ocurren, en este momento, otros enseres que puedan ser considerados de mayor necesidad, empezando por la obligatoriedad de su uso. Tres horas más tarde, aprovechando su comparecencia en el Congreso para la tramitación de los nuevos Presupuestos Generales, la ministra Montero dejaba a su compañera de partido con el culo al aire -metafóricamente, claro está- al anunciar la rebaja del IVA aplicado al 4%, una buena noticia que llega tarde, mal y ‘a Lastras’. Europa ya había dicho en abril que no sancionaría dichas rebajas pero el Gobierno de España siguió empeñado en lo contrario hasta esta misma semana, cuando envió una carta a la comisión que fue contestada, permítanme la reinterpretación de su contenido, con un explícito: “esto ya lo explicamos en primavera: bajen el IVA de una puñetera vez y no nos utilicen más”.

Jueves

Sobre el debate de los nuevos presupuestos en sí, qué decir: se habló más sobre quiénes iban a apoyar dichas cuentas que del contenido de las mismas, lo que nos da una imagen muy poco edificante del papel real de la política estatal en estos momentos de zozobra. Hace unas semanas, se reclamaba en esta misma página un rechazo del BNG a unos presupuestos que maltratan a Galicia de un modo evidente y eso hizo Néstor Rego que, pese a los reproches de la ministra Montero -intentó, incluso, darle clases morales sobre lo que debe ser un partido de izquierdas, cosas veredes- se mantuvo firme en un no que deja solos a los socialistas gallegos en la defensa de lo que a todas luces parece indefendible.

Viernes

Carmen Fouces acaba de anunciar que Pontevedra se une a ciudades como Barcelona o Cádiz en su intención de despojar al rey emérito, Juan Carlos I, de cualquier tipo de honor u homenaje en sus calles. El asunto tiene su miga pues coloca a sus socios de gobierno en una situación nada cómoda: no es lo mismo defender la defenestración del anterior monarca desde el alma nacionalista del BNG que desde la supuesta centralidad que tanto ansía el PSOE, así que ya veremos cómo evoluciona el asunto en las próximas semanas. De momento, ni decir tiene que me parece una gran idea la de optar por Virxinia Pereira como sustituta del emérito en el callejero de la ciudad, aunque no sé yo si le hace demasiada justicia presentarla una y otra vez como “a muller de”.

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