Blog | Ciudad de Dios

Siempre buenas noches

AUDITORIO DO MAR Gala de Turismo de la Diputacion Varias fotos del evento y de tres premiados en concreto
photo_camera Las Tanxugueiras durante su actuación en la Gala do Turismo da Deputación, el pasado marzo. RAFA FARIÑA

España nunca descansa: no puede, no sabe… Siempre combatiendo en algún tipo de batallita interna con la que entretenernos o avergonzarnos, eso ya depende del talante y el hígado de cada uno. En las últimas 48 horas no se habla de otra cosa que no sea la actuación de Chanel en Eurovisión, pero no en los términos que cabría esperar. O sí, pues ya estoy del todo seguro sobre dónde hemos dejado la chaquetilla de marcarse límites, la rebequita del ridículo. Voces autorizadas de la izquierda, del feminismo, de la cultura -solo algunas, importante no tomar la parte por el todo- se ha descolgado con argumentos que van desde la apología de la prostitución hasta el abandono de las carreras de ciencias para dedicarse al mundo del espectáculo. De verdad me lo pregunto, ¿qué nos está pasando? ¿en qué momento nos convertimos en esta especie de catequistas vírgenes con derecho a voto? La próxima gran batalla ideológica no irá de izquierdas o de derechas, de arriba o abajo, de dentro o fuera; será una cuestión de vanidad y escrúpulos, de posicionarse en el bando de los que piden la palabra porque tienen algo que decir y los que hablan, hablan y hablan por el simple hecho de que no pueden estarse callados.

Martes

Katt Williams es un cómico americano que en su último espectáculo habla de la guerra abierta entre la mentira y la verdad, casi que con toda seguridad, la última y gran trinchera global. En un momento del show, entre referencias a las alitas de pollo y a las vaginas, Williams improvisa un curioso experimento con el público. "¡Quiero oír a los que están del lado de la verdad!", reta a los presentes. Y una parte importante de la platea se pone en pie alzando la voz, braceando, silbando, piropeando al cómico… Éxito rotundo. Entonces repite la maniobra pero al revés: les toca a los que se alinean con la mentira meter bulla, y la respuesta no desmerece en nada a la anterior muestra de adhesión. "Menuda sorpresa os acaban de dar estos mother fuckers", ríe Williams. "Ni de coña os esperabais que los soldados de la mentira fuesen a decir la verdad, ¿eh?". No sé si da qué pensar pero al menos te hace reír.

 Miércoles


Ayer fue el Día das Letras Galegas, un festivo que consiste en poner tuits con viñetas de Castelao, explicar a los castellanos cómo se pronuncia Sanxenxo e insistir en posicionamientos tan previsibles como inútiles. "Queremos galego", dicen unos. Están en su derecho, solo faltaría. "El gallego está recuperando hablantes", dicen los otros. En castellano, claro. Y qué decir: también están en su derecho. El caso curioso es que, mientras unos y otros se atrincheran en sus posiciones de siempre, las encargadas de darle un impulso bestial a nuestra lengua son las Tanxugueiras: desde el orgullo, desde la modernidad fusionada con la tradición, sin llantos ni lamentos, sin pedir permiso ni perdón. La gente imita eso. Los más jóvenes se sienten atraídos por ese tipo de rebeldía. Ellas han sido la mejor campaña a favor de la lengua propia de Galicia desde los tiempos de Songoku y el Xabarín Club, las dos con el mismo mood, dejando demasiado en evidencia las políticas implantadas desde todas las administraciones, obligándonos a preguntarnos cuánto dinero público se malgasta en charlas, performances y jornadas pensadas para una minoría a la que no es necesario convencer. El gallego tiene una única posibilidad de supervivencia y no pasa ni por la imposición ni por la autocomplacencia: todo es cuestión de seducción, a ver si lo entendemos de una vez.

Jueves


Llegó el emérito a Sanxenxo, rodeado de más flashes de cámaras que de público, por más que se inflen algunas crónicas. Lo cierto es que el personal, al menos en una importante mayoría, no está para estas cosas, máxime en una situación económica peliaguda y con perspectivas de que la cosa pueda empeorar. Si hizo o no hizo, si pide disculpas o pasa de largo, si hoy escribo un tuit muy indignado pero mi partido votó en contra de investigarlo en el Congreso… Esas no parecen ser el tipo de cosas que importen demasiado a los ciudadanos, cada vez más convencidos de que la actualidad -ni los debates- no casan para nada con sus verdaderos intereses.

Viernes


"Todos los días", dijo con ojos brillantes, "y siempre un mensaje de buenos días y de buenas noches. No pasan dos horas sin que nos digamos algo o nos llamemos. Pero no vamos más allá, no estamos engañando a nadie, es solo que no sabemos a dónde va esto". "No vamos más allá", dijo. A dónde te queda ir, alma de cántaro. (Manuel Jabois, ‘Hay más cuernos en un buenas noches’, Editorial Pepitas de Calabaza)

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