Blog | Comanchería

A dedo

photo_camera Una mujer en el balcón de un edificio de La Habana con una bandera cubana. ERNESTO MASTRASCUSA/ EFE

Lunes


De la crisis de Gobierno llevada a cabo por Pedro Sánchez se puede sacar una conclusión incontestable: a Pablo Casado no le gustaban los ministros salientes pero tampoco le gustan los entrantes. ''Están muy verdes y los ha escogido a dedo'', asegura el líder de los populares a los pocos minutos de hacerse oficial el anuncio. Cuando él sea presidente, si es que eso llega a suceder algún día, me imagino una forma más democrática y televisiva de formar su propio consejo de ministros que podría ir desde un reality show (una casa, una isla, un hotel encantado) hasta un combate único en modalidad de todos contra todos, al más puro estilo Wrestlemania. Yo, qué quieren que les diga, entiendo que Sánchez elija a quien le parezca para gobernar y no se deje convencer por los consejos de un Pablo Casado al que, o mucho me equivoco, o le importa un carajo el futuro del PSOE y ya no digamos el de España.

Martes


Toda parecía indicar que este sería un verano de lo más aburrido hasta que nuestros compañeros de El Confidencial se han puesto a publicar unos audios en los que Florentino Pérez, ajeno a la traición de su confesor, se despacha a gusto con algunas de las grandes leyendas del club blanco. De Casillas dice que no ve bien de lejos, por ejemplo, y que las discusiones con su novia lo hacían comportarse como un chiquillo en los entrenamientos. De Raúl, ahora entrenador del Castilla, aseguraba el presidente que era un fraude, que no tenía nivel para el Madrid… Y de Cristiano Ronaldo llega a decir, textualmente, que era un anormal. Quién me iba a decir que a estas alturas de la vida empatizaría con el mismísimo diablo pero, qué quieren que les diga: cuanto más habla, más confirma mis opiniones de los últimos quince años. Esperemos que no se atreva con Casablanca, Luisito, Nino Mirón o cualquier otro mito de la hinchada granate: por ahí, Florentino, sí que no pasamos.

Miércoles


Desde la playita, con una cerveza en la mano, o desde la comodidad de nuestros sofás, es muy fácil decir que Cuba es una maravilla de país y que las cosas malas que allí pasan, si es que pasa alguna, son por culpa del imperialismo yankee y de un bloqueo que los asfixia hasta el punto de que el gobierno cubano se ve obligado a recortar libertades para que no se líen la manta a la cabeza e inunden con emails de protesta algún servidor de la Casa Blanca. Yo, que nunca he estado de vacaciones en la perla del Caribe, me atrevería a decir que aquello se parece mucho a una dictadura pero en estas cosas conviene andar con cuidado, pues enseguida aparece un mochilero con un iPhone para enmendarte la plana: ''yo he estado en La Habana y allí la gente es feliz, pueden estudiar gratis cualquier carrera y tienen uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo'', me dice uno de ellos obviando que, efectivamente: hasta conduciendo un taxi te puedes encontrar a un médico, a un abogado o a un ingeniero.

Jueves


Estarán contentos los enfermos del ''veranito'', ¿verdad? Ya podemos freír huevos en el asfalto, sudar tres camisetas diarias, meter la cabeza en la nevera a partir de las doce de la noche, que sale más barato, y todas esas cosas que los amantes del calor echan de menos durante nueve o diez meses al año. ''Vete a la playita y date un buen baño'', me dice uno de mis amigos con la piel tan tostada por el sol que podría ingresar en el ejército popular de Sudán sin dar muchas explicaciones. No le deseo ningún mal, solo faltaría, pero tampoco seré yo el que le diga que ese extraño lunar que le ha salido en un hombro tiene muy mala pinta.

Viernes


La Audiencia Nacional acaba de anunciar que revoca la prórroga concedida a la pastera ENCE por aquel gobierno en funciones capitaneado por Mariano Rajoy. Es una victoria para el alcalde Lores, para el BNG gallego y para los ecologistas de Greenpeace, entre otros. Pero sobre todo es la derrota de una forma de gobernar, de una manera de actuar que ni tan siquiera se molestaba en argumentar correctamente las decisiones que tomaba, algo que la sentencia refleja de manera incontestable. A ENCE, por tanto, no la echa de la ría el alcalde, como piensan algunos, sino la inoperancia de un gobierno que no supo defenderla o, mejor aún, convencerla de que otras soluciones eran posibles, incluido el traslado. Así las cosas, podríamos decir que Lores ha ganado su batalla y que ahora empieza la de Tino Fernández, a quien se le abre una puerta para demostrar que el PSOE sigue siendo el partido de los trabajadores. Sus declaraciones de hoy me parecen impecables, esperanzadoras desde el punto de vista de toda esa gente que está a punto de perder sus trabajos. Nada me haría más feliz que, en unos años, llevármelo a Campelo para que uno de mis mejores amigos, mecánico industrial de la fábrica, pueda darle las gracias personalmente: serían buenas noticias para todos.

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