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Arde el refranero

Sánchez, durante su visita, esta semana, a los incencios de O Barco de Valdeorras. ROSA VEIGA (EUROPA PRESS)
photo_camera Sánchez, durante su visita, esta semana, a los incencios de O Barco de Valdeorras. ROSA VEIGA (EUROPA PRESS)

Lunes

Nada como un buen incendio para ver a todo el mundo corriendo con un ascua hacia su sardina: el refranero está ahí para algo. El presidente Sánchez se planta en Extremadura y dice que todo esto es fruto del cambio climático. En Galicia, su buen amigo y eurodiputado del PSOE, Nicolás Casares, señala con el dedo a la Xunta de Galicia y en Twitter, que es el Bar Cuñado por excelencia, se dan cita varios personaje de distinto pelaje a decir que la madera de eucalipto es muy propensa a los incendios: okey, McKey. Cualquier día de estos, y a este paso, aparecerá alguien señalando al fuego como máximo responsable del desastre y veremos entonces si, con el mismo cuajo, no se ponen a reclamar que eliminemos la lumbre de nuestras vidas y volvamos a las cavernas.


Martes

Más allá de que la madera arda, algo que ya se sospechaba mucho antes de la llegada del eucalipto a Europa, los incendios forestales siempre nos enfrentan al mismo esquema de pensamiento y actuación: 1) Esto no se puede volver a repetir, 2) Repaso de las causas y posibles soluciones, 3) Anuncios de futuras medidas a tomar, 4) Fin del verano y caída en el olvido de todo lo dicho, la lluvia se encarga. Al final, cunde la sensación de que los montes no le importan a nadie hasta que arden, como si el fuego fuese una fuente de réditos a la que todos están dispuestos a apuntarse mientras no aparezca otra movida con la que meterse unos votos o unos euros en el zurrón. Basta con escuchar a los bomberos repitiendo lo mismo una y otra vez, cada verano, tras cada catástrofe, para darse cuenta de que los incendios son un problema de temporada, como las fresas o las camisas de manga corta: todo pasa, nada cambia.


Miércoles

Leo por ahí que la Agencia Tributaria acaba de localizar más de 5.500 millones de euros de grandes empresas españolas distraídos en el extranjero. Mientras tanto, una de las mayores preocupaciones del españolito de a pie siguen siendo las ayudas que el Gobierno parece repartir a boleo, “sin ton ni son”, dicen… Esas paguitas que suelen copar las conversaciones de bar o de carnicería cuando alguien repara en lo cara que está la vida y se le ocurre de repente que, a su vecina, la madre marroquina con tres hijos, le regala el Estado 400 euros. "¡Así también vivo yo! ¡Una paga por no trabajar!", dice un paisano tipo, seguro que usted también conoce a alguno. Pues adelante, amigo: pruebe usted a vivir con 400 euros mientras las grandes empresas siguen haciendo trampas a la Agencia Tributaria con la complicidad de quienes señalan al dedo sin reparar en la luna.


Jueves

Otro gran clásico de nuestros tiempos son los okupas: todo el mundo conoce a alguien, que conoce a alguien, que a su vez conoce a alguien, a quien unos desalmados les han okupado el piso de vacaciones o la casa del pueblo. La realidad, por suerte, es bien distinta. La ocupación es un problema relativamente residual salvo en lugares muy concretos, donde algunas mafias parecen campar a sus anchas con la connivencia de una izquierda tan radical que no distingue a una familia necesitada de techo de unos caraduras que han aprendido a mamar del sistema. Dejando esto a un lado, les voy a dar un simple y sincero consejo: desconfíen de todas esas noticias y reportajes que hablan del problema de la okupación segundos antes de dar paso a un anuncio de alguna empresa de alarmas.


Viernes

"No hay vuelta atrás. La principal amenaza de la naturaleza somos nosotros, los humanos", dice un spot de Greenpeace que veo en televisión. Pues nada, a ver si nos extinguimos de una vez y, como también dice el refranero: muerto el perro, muerta la rabia. Chimpún.

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