Blog | Comanchería

Charles y Murillos

photo_camera El brasileño Charles, durante la presentación de su retorno al equipo granate. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

Lunes

Sanidad acaba de notificar 27.404 contagios por covid-19 durante el fin de semana. Más de un tercio de los mismos, como en una mala película de suspense, corresponden nuevamente a Madrid, instalada desde el inicio de la pandemia en una especie de mal sueño que combina impotencia e incompetencia a partes iguales. Cualquiera puede enumerar las razones que complican la lucha contra el virus en la capital y que explicarían, al menos en parte, sus terribles cifras en estos meses tan difíciles. Pero lo verdaderamente dramático es que también nos resulta relativamente sencillo señalar los puntos negros de una administración autonómica más preocupada por dar la batalla política e ideológica el Gobierno de España —y proteger ciertos intereses privados— que por combatir con seriedad y firmeza al maldito virus. Hoy mismo, por poner un pequeño ejemplo práctico, usted no podría tomarse una cerveza en la barra de cualquiera de los bares de Campelo, donde todavía no se ha diagnosticado ni un solo caso de covid-19, pero sí en la de cualquier bar, cafetería, restaurante de Madrid: a veces, no hay mejor senda que la de lo incomprensible para entender ciertas cosas.

Martes

Durante los primeros meses de esta nueva realidad, hizo fortuna una viñeta que corrió como la pólvora a través de las redes sociales: un dinosaurio mira al cielo, por donde aparece el famoso meteorito que extinguirá a toda su especie, y exclama "oh, mierda. La economía". Como ciudadanos podemos comprender el intento desesperado de casi todas las administraciones por minimizar el impacto económico de la crisis sanitaria pero... ¿Qué hay de la salud? ¿Cuántas medidas se han tomado durante los meses de verano para tratar de mitigar la llegada de una previsible segunda hora? ¿Estamos hoy más preparados para combatir al virus de lo que estábamos en marzo? ¿Por qué se extinguieron los dinosaurios, si alguno incluso leía The Economist?

Miércoles

Como era de suponer, Vox se ha quedado solo en el Congreso de los Diputados una vez más, incapaz de arrastrar a ninguna otra fuerza política a ese fango pantanoso y peligroso de la ilegalización de partidos. En realidad, la formación de ultraderecha solo hace lo que se le presupone, que es dar la nota y sembrar discordia entre ciudadanos libres e iguales, por eso resultan un tanto descorazonador comprobar la facilidad con la que otras opciones políticas acuden a su capote en cuanto surge la ocasión. Personalmente, hubiese agradecido más silencio en la tribuna de oradores, menos golpes de pecho en las redes sociales y una votación aplastante que dejase la propuesta del partido liderado por Santiago Abascal en nada. Y ya puestos, si lo que se pretendía era desmontar de algún modo sus argumentos, bastaría con insinuar que nadie está dispuesto a aprobar —ni siquiera discutir— un proyecto de ley que impediría —siempre hipotéticamente— que cualquier ciudadano español pudiera votar a Vox.

Jueves

El montaje teatral de Fariña se ha estrenado hoy en Madrid, una propuesta rompedora y diferente que te deja con la boca abierta tras balancearte entre la risa y el llanto durante casi dos horas. Al estreno acudieron, entre otros, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y la concejala de Cultura del ayuntamiento de Madrid, Andrea Levy, a las que vimos departir amistosamente antes y después de la función: al menos por esta vez, nuestros políticos fueron capaces de dejar el teatro a los profesionales, algo digno de agradecer en una época donde sobra escenificación y falta voluntad verdadera de mirar al frente, remar juntos en la buena dirección y dar soluciones a los problemas reales de la gente como usted y como yo, señora.

Viernes

Sigo en Madrid, un tanto angustiado por las noticias que leo en la prensa pero todavía más por las cosas que escucho por boca de la presidenta de esta comunidad, Isabel Díaz Ayuso. Cada vez me recuerda más a Daenerys Targaryen en la última temporada de Juego de Tronos pero sin dragones ni ejército de Inmaculados, para fortuna de todos. Ni más médicos, ni más enfermeras, ni más rastreadores... La solución de la presidenta para doblegar la curva de contagios se basa en el confinamiento selectivo de ciertos barrios y aumentar el número de efectivos policiales para controlar a su población, una medida que nos traslada a otra ficción literaria de culto como Los juegos del hambre. Por este camino, en noviembre estaremos buscando analogías en La noche de los muertos vivientes o Ratas a la carrera, ya veremos hacia dónde deriva la cosa.

Sábado

Primera victoria del Pontevedra en el inicio de la pretemporada más ilusionante en los últimos años, al menos en cuanto a la confección de la plantilla. La inminente remodelación de la Segunda División B exigía un esfuerzo y parece que, por fin, los más futboleros de la ciudad podremos disfrutar de un proyecto ambicioso que recupere algo de aquel orgullo perdido tras varios años de cinturones apretados y guerras de salón. A Lupe Murillo se le ha puesto, de repente, cara de Florentino Pérez, algo que no tiene por qué ser bueno ni malo sobre el papel pero, yo qué sé, me hacía ilusión decirlo. "Charles y Murillos", me decía el otro día un buen amigo, en clara referencia al famoso "Zidanes y Pavones" del mandatario merengue. La ventaja para Lupe es que nadie le va a exigir que gane la Champions, al menos no de momento.

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