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Continuismo y continuidad

Lores presenta su lista de cara a las municipales de 2019. GONZALO GARCÍA
photo_camera Anabel Gulías, Raimundo González, Fernández Lores y Eva Vilaverde en la presentación de la candidatura del BNG al Concello. GONZALO GARCÍA

Andaba media España felicitándose por el regreso de Zidane cuando apareció Lores con su lista para las municipales bajo el brazo, como si además de exportar modelo de ciudad tuviera, también, que recordarnos en qué consiste el verdadero continuismo. Nadie esperaba una gran revolución -muy pocos la entenderían- y en los puestos de honor apenas encontramos cambios reseñables salvo el descenso de Anxos Riveiro y la aparición, casi testimonial, de Luís Bará y Vicente Legísima a la cola del pelotón. "Un fichaje por línea", solía recomendar Johan Cruyff a los equipos que funcionan. Y tan a rajatabla parece haber seguido el BNG local su recomendación que cualquier día nos sorprenderemos llamando Flaco a Lores, que va perdiendo kilos y ganando canas a medida que acumula legislaturas. Así las cosas, quizás haya llegado el momento de abandonar los cómics electorales y sorprender al personal con una secuela de Love Actually.

Leyendo entre líneas, la gran conclusión que ofrece la anunciada lista es la consolidación de Anabel Gulías como heredera natural al trono de Michelena 30. Trabajadora, resuelta y con ese punto de riquiñismo que tanto se valora lejos de nuestras fronteras y tan poco aquí, la de Forcarei repite en el número dos con la intención de alejar cualquier duda sobre la viabilidad de suceder a un tótem como Lores, objetivo siempre complicado cuando el arco ideológico de los votantes piensa más en la persona que en las siglas del partido. Y es que, dadas las circunstancias y ateniéndonos a las primeras encuestas, parece que el verdadero foco de interés en estas elecciones será imaginar qué puede suceder en las siguientes.

Saber qué será del Lorismo sin Lores es un misterio que bien podría estudiarse en las principales facultades de teología. Tampoco está demasiado claro que piense en la retirada. Fuentes bien informadas comentan que alguna vez ha dejado caer, en petit comité, que estos serán sus últimos comicios pero la política, estimado lector, es una droga alejada de los radares sanitarios, más peligrosa y adictiva de lo que a simple vista pueda parecer. Después de tantos años picando piedra, al King le ha llegado el momento de recoger los frutos, de saborear el éxito. Hasta los achaques propios de la edad, que en otro tiempo podrían ser suficientes para tumbar a un simple concejal, lo son menos cuando uno ha sido capaz de rejuvenecer a una ciudad entera y ponerla en el foco de la esfera internacional. Pontevedra mola, su alcalde lo sabe, y los centros de día ofrecen todo tipo de juegos y actividades interesantes pero nada tan atractiva como regentar los designios de un ayuntamiento hasta completar su obra.

Porque eso lo sabe Lores y lo saben también un gran número de pontevedreses: falta mucho por hacer. Lo peor que podría pasarle a un partido político en la posición de privilegio del BNG sería dormirse en los laureles, pensar que el ciudadano les votará por pura inercia. Importa lo logrado, por supuesto, pero mucho más lo que todavía está por hacerse y Pontevedra sigue siendo una ciudad que luce parcheada, con barrios y parroquias enteras deseando sumarse a las fotos del The Guardian. Esa es la principal baza de una oposición que lleva meses dejándose ver por aquellos lugares donde todavía no se notan las bondades del modelo y que no da el partido por perdido. El gran peligro de los enemigos heridos reside en una certeza simple: saben que pueden sobrevivir. Conviene tenerlo en cuenta para no llevarse grandes sorpresas cuando toque recolectar votos de las urnas, algo que no debería desvelar en exceso al alcalde pero sí a sus posibles delfines, empezando por Anabel: porque una cosa es el continuismo y otra, muy distinta, la continuidad.

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