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Cuando las ganas se juntan

Miguel Anxo Fernández Lores y Tino Fernández. RAFA FARIÑA
photo_camera Miguel Anxo Fernández Lores y Tino Fernández. RAFA FARIÑA

"CUANDO EL amor llega así, de esta manera, uno no tiene la culpa" cantaba Roberto Torres, creo yo que muy acertadamente. Caballo viejo es una canción que habla de amores tardíos, asilvestrados, un tanto broncos incluso. Pero también nos habla de política municipal, de conversaciones al galope, de acuerdos programáticos envueltos en llamas, del fruto orgánico de la pasión. Si durante la campaña ya intuíamos que algún tipo de romance se estaba gestando entre Miguel A. Fernández Lores y Tino Fernández, entre el BNG y el PSOE, su rueda de prensa del pasado jueves confirmó los mejores presagios: su pacto de gobierno, como diría Luca Brasi, será un varón que llevará por apellidos Fernández y Fernández, como mi compañero de pupitre en sexto curso.

Se le veía tan ilusionado al líder de los socialistas con su nueva condición de primer teniente alcalde que sus compañeros de partido, si las cuentas lo permitieren, deberían regalarle un uniforme de suboficial para asistir a los plenos. En él recaerá la responsabilidad de sustituir a Lores ante posibles ausencias y, al menos desde un punto de imagen institucional, parece evidente que una figura amable como la de Tino siempre viene bien a una ciudad que vende, precisamente, eso: amabilidad para sus habitantes y visitantes, con todos los matices urbanísticos o ambientales que se le quieran conceder al término. El de Pontevedra seguirá siendo un gobierno progresista y eso, en estos tiempos oscuros de retrocesos absurdos, siempre será de agradecer.

A nivel de estrategia política, alejados de sentimentalismos y buenas palabras, la coalición de gobierno también resulta muy interesante para el Partido Popular y su flamante líder, Rafa Domínguez. Será líder único de una oposición en la que ya veremos qué papel juega, exactamente, el soldado Revenga (se ha quedado tan solo y con tan poco margen de actuación que alguien deberá avisarlo cuando se termine la legislatura, no le suceda como a aquel soldado japonés que se quedó defendiendo su posición treinta años después de acabada la guerra). Volviendo a Domínguez, ese papel de cabecilla contrista le puede venir muy bien si sabe aprovechar sus oportunidades, algo que –ya lo ha dejado claro- puede y sabe hacer. Los tiempos del vilipendio y la condescendencia han pasado a mejores días y su presencia exigirá a PSOE y BNG un plus de atención y audacia que, por fuerza, tendría que revertir en todos los pontevedreses de manera positiva.

Y es que, en realidad, parece que los resultados electorales han dejado satisfechos a todos los agentes políticos salvo, claro está, a aquellos que ya no están por unas razones o por otras. Por ahí puede llegar la salsa y el mambo de una legislatura que se inaugura al son del Vals de las mariposas, como en las mejores bodas, con un Lores y un Fernández encantados de volver a conocerse y un Domínguez feliz por interpretar al gamberro que se sube a la mesa para gritar "¡Que se besen!". Ya lo dice el bueno de Torres en otro lance de la canción: "Quererse no tiene horarios, ni fecha en el calendario, cuando las ganas se juntan". O mucho me equivoco, o en la nueva corporación municipal parecen haberse juntado todos los ingredientes necesarios para un tiempo de romances y tramas de culebrón, incluidas el hambre y las ganas de comer.

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