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El dedo y la luna

Domínguez y Lores, en el último pleno municipal. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera Domínguez y Lores, en el último pleno municipal. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

Lunes


Si de niño metió usted un cortaúñas en algún enchufe, es posible que no se haya enterado de que este pasado fin de semana nevó en Madrid. En realidad, el temporal de nieve que trajo consigo Filomena, afectó a gran parte del país pero ya lo dijo Isabel Díaz Ayuso hace unos meses: "Madrid es España dentro de España". El rodillo informativo capitalino es implacable en circunstancias como esta, casi tanto como Pablo Casado cuando agarra una pala y se pone a retirar nieve frente a un hospital. No es la primera, por cierto, que un servidor tiene la fortuna de ver al líder de los populares empuñando el cetro de Heimdal. En la última campaña electoral al Congreso de los Diputados, a Casado le montaron un multitudinario gastro-mitin en Lalín para mostrarle quién manda a este lado del Padornelo. El alcalde Crespo dijo aquello de "si los socialistas vuelven a traer el hambre a España, aquí está Lalín con más de una vaca por cabeza", mientras Feijóo se daba un baño de multitudes como no se veía en el Deza desde los años bárbaros de Xosé Cuiña y la COTOP. "Cógela, cógela tú", le ordenó a Casado en un momento dado. Se refería a la pala con la que un paisano llenaba de castañas el estómago humeante de dos hormigoneras reconvertidas en hornos industriales. Y allí se fue el candidato Casado, con su mejor sonrisa de La Hora Chanante, a palear medio saco de tan nobles manjares mientras los fotógrafos presentes disparaban frenéticos sus cámaras: un mal bicho diría que todavía le dura la indigestión.

Martes


Asegura el vicepresidente Iglesias haberse percatado en fechas recientes de que estar en el Gobierno no significa ostentar el poder, seguramente porque una democracia parlamentaria no termina de cumplir todas sus expectativas en cuanto a materias propias del ordeno y mando. El ministro Garzón, a su vez, se ha descolgado en Twitter con una chapa insufrible para explicar por qué no puede hacer como gobernante aquello que exigía como ciudadano, un ejercicio soberbio de cinismo sobre el que podría decir muchas cosas pero, por resumir y no parecerme al ministro, me limitaré a recordarle que lo único imperdonable en esta vida es ser un pesado.

Miércoles


La cuenta de Vox Pontevedra en Twitter lo ha vuelto a hacer. Si hace unos meses fueron la burla de media España por sus insultos inventados a nuestro querido Cota (le llamaron xenófogo y hómofogo cuando todos sabemos que Rodrigo no come tanto), esta vez han saltado a la palestra del cuchicheo nacional por su defensa del uso de la esvástica en algunos perfiles afines al partido. En sánscrito significa bienestar, explicaban en el citado mensaje. Ya verán cómo, hacia el final del invierno, si no antes, el genocidio nazi va a terminar siendo culpa de los judíos, que lo entendieron mal.

Jueves


La clase de aromaterapia de Vox dejó la comparecencia de Rafa Domínguez en un segundo plano, y eso que en la misma se hicieron acusaciones realmente gruesas e importantes. Asegura el líder de los populares que el Concello ha engordado los bolsillos de personas y organizaciones afines al BNG como Casado alimentaba aquellas hormigoneras en Lalín: a paladas pero con dinero público. Uno quiere pensar que, de haber algo ilegal en todo lo denunciado, Domínguez se habría dirigido directamente a los juzgados, no a la sala de prensa, pero esto tampoco quiere decir que debamos pasar por alto el componente ético de según qué comportamientos. Dicho esto, disparar contra todos y todo tampoco parece el mejor de los caminos para que el ciudadano centre su mirada en lo importante. Que el dibujante Kiko da Silva diseñe los cárteles del carnaval pontevedrés año tras año, sin ningún tipo de concurso público y despreciando la calidad de otros artistas locales, no es lo mismo que contratar a La casa de los ingleses para ofrecer un concierto durante las fiestas: cuando uno pretende que la gente mire a la luna, debe ser extremadamente cuidadoso a la hora de señalar con el dedo porque la batalla de la ética suele ser una eliminatoria que se juega a ida y vuelta, como las semifinales de la Champions. 

Viernes


Por más que algunos lo intenten – y vaya si lo intentan– no van a ser capaces de demonizar al gremio de la hostelería ni a los hosteleros. Las lecturas recomendadas de la CNT dirán lo que quieran sobre la burguesía, el capital y demás etcéteras, pero todos conocemos al dueño del bar de la esquina y en nada se parece al monstruo neoliberal que muchos pretenden pintar de un tiempo a esta parte. La Xunta viene de anunciar un nuevo plan de ayudas al sector que se ha dado en llamar Plan Valencia por lo obvio: está inspirado en el suscrito por las cortes autonómicas, diputaciones y ayuntamientos valencianos para ayudar a un sector tocado de muerte por las restricciones sociosanitarias. Todos colaboran, cada cual dentro de sus posibilidades, algo que en el caso concreto de Pontevedra no parece estar siquiera cerca de ocurrir. Luego podrá cada uno hacer el tipo de discurso que más le convenga, distraer sus responsabilidades tras el recurrente juego de las siglas y las teorías corporativas pero, a día de hoy, todos los hosteleros de la ciudad saben qué administraciones han arrimado el hombro y cuáles no. Ahí están los ERTES impulsados por el Gobierno de España y las ayudas directas de la Xunta de Galicia. ¿A qué esperan el Concello y la Diputación de Pontevedra para ponerse la pilas? ¿A que los bares y restaurantes se gestionen en régimen de cooperativas? No me hagan jurar en sánscrito ni en arameo, por Vox se lo pido. 

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