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Faranduleo y Fernández

La periodista Sonsoles Ónega en la Festa do Cocido de Lalín este año, junto a las autoridades. PATRI FIGUEIRAS
photo_camera La periodista Sonsoles Ónega en la Festa do Cocido de Lalín este año, junto a las autoridades. PATRI FIGUEIRAS

LUNES:

Supongo que no hay nada de malo en reconocer la fascinación que siempre me ha provocado Ana Rosa Quintana, a la que estos días estoy dedicando todas las horas que el discurrir normal de la vida nos había hurtado durante años. El suyo es uno de los programas más vistos de la televisión nacional y en él se dan cita, cada mañana, algunos de los personajes más estridentes y prescindibles de este país, quizás de ahí su éxito. Ana Rosa, a la que mi madre considera “una de las mejores periodistas del mundo”, se pone y quita las gafas dependiendo de la temática a tratar: con para el análisis político, sin para los asuntos del corazón. “Parásitos tropicales hay muchos de dos patas”, dice en un momento dado. Y como parece darse cuenta de lo poco afortunado que ha resultado el comentario, se pone las gafas a la carrera para disfrazar semejante ramalazo de racismo de crónica política internacional. 

MARTES:

“Del coronavirus de sale”, anuncia un rótulo en el mismo programa, muy al estilo de aquellas campañas noventeras de Proyecto Hombre o Centro Reto. Algún día deberíamos dedicar un especial a estos genios ocultos de la etiqueta, los interioristas de nuestra pantalla, esos cuya labor consiste en pasar desapercibidos hasta que un día se lían la manta a la cabeza y deciden reclamar su cuota de protagonismo. Mi favorito sigue siendo aquel informativo de La Sexta en el que una conexión con la Playa de Samil se encabezó con un ‘Ourense’ centelleante, de los que te obligan a mirar aunque no quieras. ¿Error o indirecta malintencionada? Ah... Yo no lo sé. 

MIÉRCOLES:

A Sonsoles Ónega, otro de mis referentes en esto de la televisión y el faranduleo, la nombraron pregonera de la Feira do Cocido de Lalín este mismo año. Crespo, el alcalde, explicó entones que la elección no tenía nada que ver con la figura de su padre: “también está casada con un gallego y tienen un hijo que es de aquí”. Pienso en todo esto mientras intento comprender cómo sostiene Sonsoles ese peinado suyo que parece patrocinado por Solomon. R. Guggenheim: me parece todo un misterio. Harina de otro costal es cómo sostiene su programa, alternando llamamientos a la calma y la información responsable con comentarios del tipo “los que más sufren son nuestros mayores: están cayendo como moscas”. 

JUEVES:

Casualidad o no, hoy hemos conocido el positivo de Pepe Crespo. Lo anunció él mismo en un vídeo compartido a través de las redes sociales, con esa entereza de los gallegos de interior que no se dejan asustar fácilmente por los enemigos invisibles. Hace unos meses, en un mitin organizado para demostrarle a Pablo Casado en qué se diferencia el PP de Galicia del Partido Popular de Madrid, anunció Crespo que Lalín tenía vacas para alimentar a toda España “en caso de que los socialistas nos devuelvan a los tiempos del hambre”. No parece que haya llegado el caso pero siempre es mejor pecar de precavido, cosa que no parece haya hecho este gobierno. 

VIERNES:

Tino Fernández, en Twitter: “Hoy reunión en el concello de Pontevedra de la comisión de seguimiento del Covid19 para dar cuenta de la situación. Presencia de todos los grupos políticos excepto del PP. Algunos hemos participado via skype. Mi agradecimiento a todos los empleados pÚblicos del concello”. Responde Rafa Domínguez, también en Twitter: “Durante esta crisis he respaldado todas las medidas del concello y así seguirá siendo. Todas y sin matices. Hoy no fui a la junta de portavoces porque me encontré mal, con fiebre, así que avisé a Carme da Silva. Qué triste este tuit, @tinoafg. Por cierto, el test me dio negativo”. 

Se une Rodrigo Cota, siempre a través de Twitter: “Rafa, ponte bueno, que cada médico es imprescindible ahora y más necesario en su puesto que en ningún otro lado”. 

SÁBADO:

Qué duras son las mañanas sin Ana Rosa y Sonsoles, ahora comprendo a mi madre. Por no aburrirme, me he puesto a leer Trópico de Cáncer, de Henry Miller y bueno, qué quieren que les diga: no es lo mismo, ya lo sé, pero espero que puedan ustedes perdonarme como, a buen seguro, habrá perdonado ya Domínguez a Fernández por su ataque de faranduleo. 

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