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Héroes y villanos

photo_camera Fernando Simón. EFE

Lunes:
Hay algo que me preocupa en esta corriente de merecidísimo agradecimiento a los servicios sanitarios que, en estos tiempos oscuros, se parten el lomo -a menudo jugándose el pellejo- por dar batalla al virus y salvar el mayor número posible de vidas: les estamos aplaudiendo tanto, insistiendo día tras día en la idea de que son auténticos héroes, que no se yo cómo responderán ante el regreso de nuestros malos humos y la precariedad laboral en cuanto se estabilice la situación.

Hay quién piensa que la sociedad regresará con las prioridades ordenadas tras el confinamiento, que seremos ciudadanos más exigentes en la defensa de nuestra sanidad y el cuidado a nuestros mayores, pero yo soy de los que opina que nadie cambia tanto en tan poco tiempo y, lo peor de todo, casi nunca cambia a mejor.


Martes:
El positivo de Fernando Simón se suma al de otros tantos ilustres que me hacen pensar en porcentajes: ¿el COVID 19 afecta más a las caras conocidas que a las corrientes o es que los datos oficiales, especialmente el de número de contagiados, están muy lejos de la realidad? El Imperial College de Londres acaba de publicar un informe en el que sostiene que la cifra aproximada en España podría oscilar entre el millón y medio de contagios (3,7%) y los diecinueve millones (41%), quedándose en un punto medio de siete millones (15%). Evidentemente, es mucho oscilar. Pero aún quedándonos con el dato menos optimista, el del millón y medio, estaríamos muy por encima de las cifras ofrecidas por el Gobierno y eso sí sería un gran soplo de esperanza: por lo que supone en porcentaje de letalidad del virus y por la posibilidad de que, poco a poco, estemos construyendo un muro inmunitario más que considerable.


Miércoles:
El masoquismo tiene que ver con la necesidad de revisar películas como Contagio en estos días. Yo lo hice esta misma mañana y, la verdad, ha ganado mucho desde su estreno, aunque sea a costa de toneladas de realidad, miedo y dolor. Para esta tarde tengo preparada un doble sesión con Sharknado 2 y Crocosaurus. Necesito, urgentemente, que la ficción siga pareciendo ficción o terminaré como mi madre: abocado a los melodramas alemanes basados en hechos reales.


Jueves:
Mientras gobiernos de todo el mundo se rebanan los sesos tratando de luchar contra el virus, sin saber muy bien que pasará, no ya la semana que viene sino mañana mismo, la UEFA, LaLiga y otros cortijos futbolísticos van haciendo sus planes para que el balón comience a rodar cuanto antes y poder así seguir disfrutando de sus bondades económicas. Es una actitud irresponsable que demuestra, una vez más, que la salud de sus intérpretes nunca ha sido la prioridad para los altos ejecutivos del anteriormente conocido como el deporte rey: a partir de hoy, deberíamos llamarlo el deporte CEO. Esperemos que, por una vez, los héroes ganen la partida a los villanos.


Viernes:
Hoy nos hemos reunido algunos amigos con la cerveza en la mano, como en los viejos tiempos, pero a través de la pantalla del móvil. El cabecilla de esto es Manuel Jabois, que hace unos días se dejó un bigotillo pinturero que le daba un cierto aire de galán colombiano, de Luis Manuel o Manuel Alfredo, todavía no lo he decidido. Me ha dado cierta paz ver tan bien a Rodrigo Cota, más animado de lo que cabría esperar en un bardo que ha fomentado su leyenda en las calles. A Adrián Rodríguez, en cambio, lo he visto un poco cansado, seguramente porque estos días están poniendo a prueba la fortaleza de quienes se mueven en la vanguardia de la lucha, tanto a nivel físico como psicológico. Al menos sostenía la jarra con firmeza, señal de que seguimos estando en buenas manos.


Sábado:
"Fantástico Pedro Sánchez, parece Kennedy", dice un amigo en uno de mis grupos de WhatsApp mientras seguimos la comparecencia del presidente del Gobierno.

"A mí se me parece a Fidel Castro", le contesta otro.

Por parecer, a mí me parece que es el mismo Pedro Sánchez de siempre: un hombre que trata de hacer las cosas lo mejor que puede pero sin demasiada suerte y muy pocos apoyos. Esperemos que la ficción siga siendo ficción y pasemos el verano sin tornados de tiburones o cocodrilos del jurásico nadando por el Lérez: eso no lo aguantaría ni Fidel, ni Kennedy, ni mucho menos Sánchez.

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