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Motivos equivocados

Iván Puentes. DP
photo_camera Iván Puentes. DP

Lunes:

Alberto Oubiña y Sabela Bará no han podido evitar las garras del matrimonio: el amor, incluso en el seno de una familia política tan rupturista como la del BNG, es así. Nos habría gustado colarnos en la fiesta para cotillear a conciencia y detenernos en los detalles más jugosos del evento pero la pareja optó por la intimidad, por ese perfil bajo que suele augurar un buen y largo viaje a los recién casados sin necesidad de explotar en público los picos altos de cualquier relación. Lástima, porque habría tenido su gracia ver al padre de la novia intentando controlar a las masas al grito de "¡Se me queredes, ídevos!". Desde aquí, quiero aprovechar la ocasión para desearles lo mejor en esta nueva etapa y, parafraseando al mismísimo Goyo Revenga en aquella su primera intervención ante el pleno municipal, estimados Alberto y Sabela, esperemos que sea para bien.

Martes:

Ayer me encontré a Iván Puentes paseando por Pontevedra. Bueno, para ser justos diré que yo paseaba, él estaba trabajando o iba camino de, ya no me acuerdo: las terrazas de Pontevedra siempre terminan en lagunas. El caso es que Puentes pertenece a esa nueva generación de políticos condenada a escribir las páginas del futuro en esta ciudad y que a mí, personalmente, ya me está tardando. Con esto no quiero decir que los Lores, Mosquera, Fernández y compañía no estén en un buen momento pero, como opinador de la actualidad, me intriga especialmente el día después, imaginar como será la batalla política cuando Anabel Gulías, Oubiña, Puentes y compañía tomen el mando como ya han hecho los Domínguez y Pardo en el que, curiosamente, se denomina partido conservador. Ese futuro impredecible me recuerda a una frase de Petyr Baelish (Meñique) en Juego de Tronos: "El caos no es un foso, es una escalera. Muchos intentan subirla y fracasan. Nunca podrán intentarlo de nuevo, la caída los destroza. Pero otros, si los dejan subir, se aferrarán al reino, a los dioses, al amor... Espejismos. Solo la escalera es real, el ascenso es todo lo que hay".

Miércoles:

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, acaba de decir que el Fútbol Club Barcelona debería hacer todo lo posible «para que Messi siga en el Barça». No es la primera vez que estoy de acuerdo con ella pero sí la única en que sería capaz de defenderla a capa y espada, básicamente porque cualquier otro desenlace me acercaría peligrosamente al abismo del suicidio. Su petición, sin embargo, no ha sentado nada bien a Xoaquín F. Leiceaga, que le ha contestado lo siguiente a través de su cuenta de Twitter. "No deja de sorprenderme que el deporte o la fama blanqueen a un defraudador fiscal para políticos radicales o hagan aceptable para el independentismo a quién no dice una palabra en catalán después de décadas en Catalunya". ¿Quién es Xoaquín F. Leiceaga?, se preguntarán ustedes. Muy buena pregunta: es el mismo que lleva décadas blanqueando la corrupción sistémica de su partido en varias comunidades autónomas sin que el deporte o la fama puedan ser utilizadas como razones de cierto de peso para justificar su actitud.

Jueves:

Lo de Leiceaga me ha recordado a un gracioso incidente ocurrido en el Parlamento Británico hace ya unos años. Intervenía Jeremy Corbyn, entonces líder del Partido Laborista, y en un momento dado dijo algo así como «la semana pasada pude reunirme con algunos miembros de la Comisión Europea y lo que ellos me dijeron fue». Inmediatamente, sin dejar que terminase la frase, alguien gritó desde la tribuna: "Who are you?" (¿quién eres tú?) y todo el Parlamento rompió a reír, incluidos varios miembros de la propia bancada laborista.

Viernes:

Más allá del movimiento estético planteado por Pablo Casado con el cese de Cayetana Álvarez de Toledo, está todavía por ver el alcance de ese supuesto giro a la moderación del que tanto se habla. De momento, lo último que sabemos de su propia boca, es que no piensa llegar a ningún pacto con el PSOE hasta que no se expulse a Pablo Iglesias del Gobierno. El argumento, de entrada, no podría ser más pueril, pues invita a pensar que a Casado le importa menos la situación del país de lo que suele manifestar, más preocupado en lanzar soflamas electoralistas de chichinabo que en arrimar el hombro cuando España lo necesita. Pero es que, como estrategia de negociación, no se puede estar más equivocado: ¿a quién se le ocurre enseñar las cartas antes de cualquier partida? Esperemos que en la sala de juegos de la Moncloa tengan el Pictionary o una versión moderna del mítico Operación: no lo veo jugándose el pellejo político con Sánchez a las cartas.

Sábado:

"Los hombres de tu generación beben por motivos equivocados", Roger Sterling (Mad Men)

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