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Que no se diga

Aspecto que presentaba el Recinto Feiral en la cena del BNG. RAFA FARIÑA
photo_camera Aspecto que presentaba el Recinto Feiral en la cena del BNG. RAFA FARIÑA

Lunes


La noche de los Oscars ya no es lo que era. No, al menos, desde que los amigos dejaron de venir a casa -diferentes movidas, diferentes razones- y mi reloj biológico me manda para la cama antes de las once. Leo por ahí que no se llegó a las manos, como el año pasado. Y que la película triunfadora es perfecta para iniciarse en las artes de la depresión o, como mínimo, de la manzanilla. El premio a mejor actor se lo llevó Brendan Fraser, que ya lo mereció en su día por George de la Jungla: que no se diga que Hollywood no paga sus deudas.

Martes


No es el aniversario más grato del mundo, qué duda cabe, pero las efemérides se celebran o se olvidan, y un confinamiento, con sus cosas buenas y sus cosas malas, merece ser recordado mientras quede un solo soldado en pie. "Llevas toda la vida entrenándote para esto", me espetó uno de mis amigos en cuanto se hizo oficial el encierro. Y, claro, no se equivocaba. Durante años me preocupé por acumular horas de soledad y recogimiento, a veces rodeado de botes de refresco y bolsas de gusanitos que hacía las veces de pareja, familia, amigos, vecinos, el cuerpo nacional de policía y hasta de fantasmas, que de todo hay cuando uno se deja acurrucar por las rutinas. "Mucha luz ahorrabas", insiste el mismo imbécil. No lo sabes tú bien, compadre.

Miércoles


Ya están aquí… Otra vez. El Liverpool apenas pasó un peine por la cabeza lustrosa de un Madrid que no se quita la corona ni para sestear. Si uno es antimadridista, quizá la única religión verdadera, no le queda más remedio que rezar, llorar o tomárselo con humor, algo que yo aprendí de viejos tan divertidos como Graña. "Al señor de poco pelo le ha tocado una peineta", lo desafió en cierta ocasión el dueño de una tómbola. Cualquier otro se hubiera marchado sin el premio, incluso pleiteado con el fulano en cuestión, pero no el viejo Graña, que se acercó al micrófono del feriante y le contestó: "poquitos, pero bien peinados".

Jueves


No hay un solo día en que Españita no deje de asombrarnos, especialmente en su versión más castiza, que es el Madrid de Carvajal, Joaquín Sabina y Sánchez Dragó. Quién iba a sospechar que el vicepresidente primero de Ayuso -además del miembro más adinerado de Asamblea madrileña- y la líder de la oposición, la siempre afligida Mónica García, se beneficiarían de ayudas estatales por el mero hecho de haber formado una familia numerosa: otro capricho de ricos con los tiempos que corren. A raíz de eso se ha sabido que algunas de las grandes fortunas de este país se llevan tantas ayudas del Estado que, por fin, habrían cumplido el sueño olvidado del Marqués de Leguineche, el personaje más icónico de Berlanga: la escopetita nacional, okey.

Viernes


La cena-mitin de Lores -decir cena-mitin del alcalde sería otra anomalía democrática, me han dicho- tuvo todos los ingredientes de una noche histórica, a saber: lluvia para aburrir, protestas sindicales en la puerta, María Rey, un photocall y licores del país. El propio Lores recibía a los asistentes en puerta, como corresponde a un buen anfitrión, mientras el resto de los concejales se lo miraba con ojitos arrobados, un poco como si fuese Antonio Banderas, pero un Antonio Banderas galeguista, claro. Faltaba Mosquera, que anda por Polonia, pero allí estaban Ana Pontón y Néstor Rego para arropar a un Lores casi adolescente, vapeando y enamorado hasta las trancas, como en las fiestas de la California High School. Arranca, por fin, una precampaña que nos apetece más a los periodistas que a muchos de los candidatos: como debe ser.

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