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Touché

Tino abrazó a Sánchez como Michael Corleone abrazaba a Fredo
El nuevo presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. ENRIC FONTCUBERTA (EFE)
photo_camera El nuevo presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. ENRIC FONTCUBERTA (EFE)

Lunes


Catalunya tendrá un presidente bajito, con gafas y republicano, que son las tres cualidades básicas que exigíamos a un buen delegado de clase en mis tiempos como estudiante. Tras meses de durísimas negociaciones, ERC y Junts acaban de anunciar un principio de acuerdo para entregar las llaves de la Casa de los Canónigos a Pere Aragonès, un desenlace más que esperado porque ninguno de los dos partidos podía permitirse otra alternativa. "Aragonès será investido presidente con el único apoyo de los partido independentistas", reza el titular de la noticia en la página web de un importante diario nacional. Y es verdad: nadie lo podrá acusar de falsear la realidad aunque todos sepamos que ese reduccionista "único apoyo" se traduce en una mayoría aplastante dentro de la cámara de representantes. Como decía aquel personaje del gran Perich en una de sus viñetas: "¿Queríais democracia? Pues ahí la tenéis". 

Martes


El lunes fue el Día das Letras Galegas y, como cada año desde que se popularizaran las redes sociales, miles de gallegos madrugaron para colgar un tuit en el idioma materno, algunas fotos con fuentes de marisco o platos de pulpo y unos versos corta pegados de Xela Arias, la homenajeada de este año. Pocas fechas cumplen lo que prometen de un modo tan exacto como la nuestra, en eso somos imbatibles: pasado el día, pasada la romería. A partir de mañana, lo que debería ser un bien compartido y protegido, volverá a convertirse en un caballo de batalla que solo trae dispersión y hartazgo, justo lo que menos conviene a un moribundo que necesita de grandes consensos, la mejor atención y el máximo cariño por parte de todos.

Miércoles


Solo un xenófobo empedernido es capaz de ver a un ejército invasor en una turba de niños utilizados por un sátrapa para chantajear a un país vecino. Y eso es, exactamente, lo que hizo Santiago Abascal en Ceuta, tan empeñado en sembrar odio a cambio de votos que ni siquiera le importó interpretar el papel de tonto útil que tanto necesitaba la maniobra del gobierno marroquí. Él, que se borró del servicio militar obligatorio sin pensárselo dos veces, se empeña ahora en utilizar los símbolos del ejército español en cuanto tiene ocasión, convencido de que el patriotismo consiste, precisamente, en eso: en ponerse una camiseta verde, una pulserita con la bandera de España o alguna divisa militar para salir en la foto y enardecer a las masas.

Jueves


Como cada año, algunos de nuestros políticos se han ido a Madrid para apoyar la propuesta de la ciudad en FITUR, la gran feria del turismo que se celebra en la capital del reino. Por allí se dejaron ver unos y otras, todos ellos vestidos con sus mejores galas e incluso algunos excesos, como el traje a cuadros de Tino Fernández que, como dice la canción de Novedades Carminha, se está volviendo joven con la edad. Por el stand de Pontevedra se pasó el presidente Pedro Sánchez y, como no podía ser de otra manera, sus compañeros de partido le colgaron del brazo la bolsita de regalo y al propio Tino, que lo abrazó como Michael Corleone abrazaba a Fredo en aquella fiesta celebrada en el palacio presidencial de La Habana pero sin malos rollos. Guille Juncal, por su parte, se fotografió con Isabel Díaz Ayuso, en plan believer, y el alcalde Lores aprovechó la visita para participar en un foro organizado por los compañeros de eldiario.es, el otro Diario, el Diario trucho. Cada uno hizo lo que pudo o lo que le dejaron, que para eso se organizan estas cosas, pero enseguida empezó a correr el rumor de que algunos iban a trabajar y otros de paseo, como en las mejores familias: ni para vender las bondades de la ciudad en el extranjero -incluso las de la buena vida política- se dan una tregua, es todo muy estresante.

Viernes


"Estamos dejando Campelo que parece Nueva York", dijo la presidenta Carmela Silva hace unos meses. A mí, que soy vecino por error u omisión de alguien, me pareció aquello un poco excesivo, pero lo cierto es que no iba tan desencaminada Carmela. Con las aceras rematadas, las farolas instaladas y el soterramiento de un cableado incontrolado que nos daba apariencia de barrio chungo de Camboya, las obras nos han cambiado la cara hasta el punto de que ya se empieza a ver gente paseando con una sonrisa en la cara, algo impensable en el Campelo de hace cuatro días. Sigue habiendo algunos déficits importantes, eso sí. A falta de aparcamientos disuasorios y plazas suficientes, la gente deja sus coches por donde puede con la consabida lluvia de multas, algo que empieza a preocupar a los comerciantes y a no pocos vecinos, que ven como la lotería de la policía local les toca un día sí y otro también. ¿A todos? A todos no, pero esa ya es harina de otro costal. Si en unos meses se soluciona el problema del aparcamiento y el control de la velocidad -se sigue corriendo más de la cuenta pese a la señalización evidente- aquí tienen Carmela y Mosquera mi castillo por si quieren tomarse un Dry Martini en el Quinta Avenida. "Sen tempo non era", le dije al vicepresidente cuando comenzaron las obras. "Outros poideron facelo antes e non fixeron nada", me contestó él sin inmutarse. Touché, Don César.

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