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A la sombra del Bhagwan

Foto de archivo de María Rey simulando pegar un cartel de Albert Rivera durante la campaña electoral de 2016. ADP
photo_camera Foto de archivo de María Rey simulando pegar un cartel de Albert Rivera durante la campaña electoral de 2016. ADP

A María Rey tardamos algunos en ponerle cara porque su partido desembarcó en Pontevedra como los seguidores del culto rajneesh aterrizaron en aquel remoto pueblo de Oregón, allá por 1981: fiándolo todo al magnético atractivo de su adorado líder. Era el rostro yernesco de Albert Rivera el que figuraba en la publicidad electoral del partido, no el de su candidata, y a un número considerable de pontevedreses les pareció que el Bhagwan de Ciudadanos sería un magnífico alcalde para la ciudad del Lérez. Con eso y unas cuantas recetas sencillas, todas ellas en clave nacional, le bastó a la formación naranja para asegurarse voz y asiento en la última corporación municipal.

Cuatro años después, el proyecto de Ciudadanos para Pontevedra parece ser el mismo. No importa tanto el candidato como la marca y sus aspiraciones de crecimiento se intuyen asociadas a la inercia positiva del propio partido, en especial tras el no reiterado de algunos grandes nombres de la escena local a concurrir bajo sus siglas. Acudiendo al símil futbolístico, sus ojeadores llevan meses peinando el mercado pero, al menos hasta el momento, no parecen haber encontrado un nueve de garantías con el que sustituir a Rey. Esta misma semana, de hecho, hemos escuchado a Laureano Bermejo, secretario autonómico de organización, valorar muy positivamente su labor pero sin atreverse a confirmarla como próxima alcaldable. "Su nombre está encima de la mesa pero no hay nada decidido", declaró un Bermejo al que, hablando sobre María Rey, se le pone la misma cara que a Santiago Solari justificando las suplencias de Isco.

Además de para familiarizarnos definitivamente con su rostro, estos cuatros años han servido para trazar un perfil político de Rey, aquel apellido que acompañaba una foto que no era la suya. Ahora sabemos que María prefiere las intervenciones cortas a los largos soliloquios, costumbre que se agradece –y mucho- entre quienes acudimos a los plenos municipales con idéntico temor al del primerizo que lee a Shakespeare. En cuanto al mensaje, se debate entre la delgada línea roja que separa las generalidades más bondadosas de la nada política. En este tiempo la hemos escuchado decir que está a favor del sentido común o de los derechos de las personas, por ejemplo, lo que resulta todo un alivio porque no queramos imaginar lo que supondría declararse en contra. "María es la reina de las frases hechas", dice sobre ella un buen y anónimo conocedor de la política municipal. "Lo que no tengo demasiado claro es si lo digo como algo bueno o como algo malo, tratándose de Ciudadanos".

Así las cosas, no parece que la formación naranja albergue grandes dudas sobre si María Rey es o no una buena candidata para reforzar su presencia en Pontevedra, algo que parece obvio atendiendo a las palabras de Bermejo. El quid de la cuestión reside en si finalmente lograrán encontrar un candidato alternativo -un candidato mejor- tras meses de infructuosa búsqueda, lo que podría terminar con María liderando el proyecto ciudadano por descarte, más que por verdadera convicción. Y es que si el amantísimo líder declaró en su día que él no veía rojos ni azules en las calles, "tan solo españoles", María podría presumir de ver únicamente pontevedreses. Su mayor desafío consiste en que muchos de esos pontevedreses siguen sin verla a ella tras la alargada sombra del Bhagwan y por lo que parece, suceda lo que suceda, su partido tampoco.

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