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Tere de la tormenta

Luis Rei y Teresa Casal, en la presentación del regreso de esta última a la política, en la ventana del Savoy. GONZALO GARCÍA
photo_camera Luis Rei y Teresa Casal, en la presentación del regreso de esta última a la política, en la ventana del Savoy. GONZALO GARCÍA

NO SE HABLA de otra cosa en la ciudad más que del regreso de Tere Casal a la primera línea de la política local, un revuelo similar al organizado por Daenerys Targaryen cuando cruzó el Mar Angosto y desembarcó en Poniente rodeada de dothrakis, inmaculados y dragones, dispuesta a reclamar sus derechos sobre el gran Trono de Hierro. Cierto es que el bardo Luis Rei y su ejército de asamblearios tampoco parecen inspirar, al menos de momento, ese temor casi sobrenatural que las hordas dirigidas por Khaleesi infundían entre sus enemigos pero todos ellos, sin excepción, son conscientes de la importancia capital que el retorno de Tere Casal podría tener en el resultado de los próximos comicios municipales. Falta por ver si lo es la propia Marea, quien todavía debe santificar la coronación de la Madre de Dragones como futura integrante sus listas. "Dar marcha atrás a isto sería dispararnos nos dous pés e nas dúas mans", advertía Rei a sus compañeros durante el acto de presentación celebrado el pasado martes en el Savoy. Son los riesgos de entregar armas tan poderosas a insumisos y objetores de conciencia, supongo, pero la naturaleza especial de la Marea se fundamenta sobre este tipo de riesgos. También sobre algunas de sus incoherencias, las propias de un partido que exige a su líder pasar por un proceso de primarias pero que debe consentir el desembarco tutelado de Tere Casal si pretende saltar al ruedo electoral con ciertas aspiraciones. En sus manos -incluso en sus pies, si atendemos a las palabras del candidato- está la posibilidad de mantenerse fieles a sus principios u optar por un nuevo enfoque que les relance como alternativa real al PSOE y les entregue, quién sabe, la llave del futuro gobierno.

Y es que, quieran o no admitirlo los actuales dirigentes locales, el regreso de Casal no se antoja una buena noticia para su antiguo partido, especialmente ahora que la nueva ola de ilusión impulsada desde Madrid parecía garantizarle un buen puñado de nuevas adhesiones y algún que otro reencuentro con el votante perdido. Son muchos los militantes y simpatizantes que todavía no han comprendido del todo su salida, allá por el año 2011, un episodio que terminó con Antón Louro escenificando el barullo socialista en dos comparecencias casi consecutivas ante los medios: por la mañana anunciaba la convocatoria de primarias y por la tarde se postulaba como candidato de consenso empujado por la dirección, todo ello sin salir del edificio empedrado y nobilísimo del Parador.

También Podemos y Ciudadanos sentirán el efecto Casal: los primeros porque concurren descabezados, sin mayor reclamo que su propia imagen de marca, y los segundos porque ya no pueden escudarse en aquella falsa transversalidad que fue capaz de aglutinar el desencanto de no pocos socialistas. Si algo no conviene a los unos y a los otros es una Marea organizada, revitalizada y desparasitada de algunos prejuicios populares al amparo de una figura cordial, reconocida y fiable como la de Casal. Incluso Lores y Rafa Domínguez deberían esforzarse en no perder de vista a tan particular versión de Daenerys de la Tormenta. El tiempo de las grandes mayorías se agota y ninguna dinastía está libre de amenazas. Que se lo pregunten, si no me creen, a los Lannister y a los Stark: les dirán que se acerca el invierno, también a Pontevedra.

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