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Leer en las ventanas

Menchu Gutiérrez hace de La ventana inolvidable un recorrido por las ventanas que nos acompañan en la vida
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photo_camera La escritora madrileña Menchu Gutiérrez. FOTO CEDIDA GALAXIA GUTENBERG

Son parte esencial de nuestro día a día y es posible que nunca hayamos reparado en ello. Las ventanas de nuestras viviendas, las ventanas de las oficinas en las que trabajamos, las ventanas de los trenes o de los vehículos en que nos movemos, ventanas, ventanas y más ventanas que nos vamos encontrando a lo largo de nuestras vidas en los más diversos contextos y situaciones.

En ellas sí que se ha fijado la escritora madrileña Menchu Gutiérrez, como principal activo de su novela La ventana inolvidable, editada por Galaxia Gutenberg, y que ha sido reconocida con el Premio de Novela Ciudad de Barbastro con un jurado compuesto, entre otros, por Marta Sanz, Edurne Portela, Manuel Vilas o Ignacio Martínez de Pisón, lo que ya, a priori, te pone en alerta ante lo que te puedes encontrar en su interior con un sanedrín de esta entidad y, ciertamente, una vez que abres la propia ventana con que se presenta el libro, nos adentramos en una narración realmente original por esa metáfora que supone el ver y entender la vida a través de una ventana, agitar esa sensación de observador permanente o hacernos pensar en tantas secuencias de la vida que quedan impresas en ellas, tanto por un lado como por otro.

 A través de esas ventanas, de esa dialéctica interior-exterior se genera un relato que, con la piel de novela, acoge en su interior diferentes géneros, ya que hay también mucho de ensayo y no poco de un tono lírico que le concede un carácter íntimo y sensorial, engrasándose perfectamente todos ellos y haciendo del libro todo un itinerario vital plagado de emociones a partir de esas oquedades que se abren en nuestros muros y que desde la infancia se convierten en el umbral que superar frente a todo aquello que acontece fuera. Son las ventanas espacios del descubrimiento, atalayas del interés humano por conocer, por relacionarse con un exterior que progresivamente va formando parte de nosotros mismos.

También las ventanas son protección, decisiones que nos llevan a ampararnos tras ellas frente a nuestra dudas y temores. Menchu Gutiérrez abre ante nosotros un impresionante catálogo de posibilidades de estas ventanas y cómo ellas nos han acompañado en nuestras vidas. Ese tamiz de luz y de oxígeno desempeña un papel realmente relevante en todos nosotros y la novela si algo provoca en el lector es, precisamente, el valorar esa condición de un elemento mucho más importante de lo que acostumbramos a considerar.

Ese velo con el exterior se va definiendo a través del tiempo y su protagonismo en determinadas situaciones, en su utilización en diferentes tipos de construcciones o en los medios de transporte, pero, quizás, por encima de todas ellas sean en nuestros sucesivos cambios de viviendas en los que las ventanas se presentan como los grandes testigos de nuestras propias vidas.

Es en ese contexto en el que el libro alcanza su tono más poderoso, el que vincula una ventana a un reconocimiento exterior, también a la búsqueda del amparo ante una nueva etapa vital o al confort que supone una vez que te has hecho con ese nuevo espacio. Desde la niñez hasta los últimos días de nuestra existencia miramos a través de las ventanas para convertir nuestras miradas en un desfiladero por el que conectarnos con ese exterior. A través de ella vemos, sentimos, respiramos, analizamos... en definitiva, nos relacionamos con nuestro entorno desde el amparo que ella genera en nosotros.

Menchu Gutiérrez hace de esa idea motriz todo un relato lleno de virtudes, de riesgos que fructifican en una narración que rápidamente te envuelve desde el deseo de entender cómo se resuelve ese reto de hacer de la ventana un leitmotiv que se intuye no tendrá demasiado recorrido, pero del que la autora sabe extraer numerosas y sorprendentes posibilidades, anulando ese presentimiento.

Lo cierto es que, tras su lectura, aproximarse a una ventana nunca ya será lo mismo, al cumplir la literatura su misión de observar la realidad de distinta manera a cómo lo hacemos a diario. Las palabras son las que nos sitúan ante el misterio que las rodea, ante la revelación de una posibilidad que ahora es novela.
 
"Piensa en una ventana, ¿la ves cerrada o abierta?"

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