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La piel de la belleza

‘Puerta de embarque’ es un firme posicionamiento poético en el mapa de la existencia, donde medir el tiempo y el yo
La poeta lucense Raquel Vázquez, autora de 'Puerta de embarque'. FOTO ARUME
photo_camera La poeta lucense Raquel Vázquez, autora de 'Puerta de embarque'. FOTO ARUME

Emociona y hasta sobrecoge en ciertos momentos detenerse a pensar entre los poemas que configuran ‘Puerta de embarque’, vinculados a la edad de su autora. Raquel Vázquez nació en Lugo en 1990 y durante los últimos años ha puesto en nuestras manos una serie de poemas que más que especular sobre un futuro alumbran un presente anclado en la mejor poesía. Hablo de aquella en la que las palabras pesan y cuya densidad y medida aunadas son capaces de propiciar un rosario de imágenes que vinculan al lector de manera directa con lo escrito.

Editado por Renacimiento, ‘Puerta de embarque’ retoma el testigo del muy aplaudido ‘Aunque los mapas’ (Visor, 2020) que recibió dos galardones tan importantes en el territorio poético como el Premio Loewe a la Creación Joven y el Premio Ojo Crítico de RNE de Poesía. Dos hitos que refrendaban una manera de ver el mundo, y, sobre todo, acogían a una persona capaz de aunar sensibilidad y una propuesta sustentada en la capacidad de la palabra por provocar toda una torrentera de imágenes que permiten al lector adentrarse en nuevas dimensiones. En aquel libro anterior ese itinerario nos llevaba de una manera más intensa por geografías exteriores, por esos mapas que la vida pone ante nosotros para recorrer en un proceso de descubrimiento y de contacto con el exterior, balizando toda una cartografía de las experiencias que la vida genera.

En esta ocasión Raquel Vázquez apuesta por lo íntimo de ese viaje, por situar un espejo frente a nosotros y escrutar lo que allí se refleja. Sin duda ese viaje también puede ser muy revelador de nosotros mismos, complejo y duro, pero ahí es donde la escritura se convierte en el más firme salvoconducto para atravesar esas fronteras de lo personal que tantas veces es difícil superar. "Escribo, pero nunca/parece suficiente/para alcanzar la piel de la belleza". En estas líneas la autora nos presenta su otra determinación a la hora de definir su poesía, la belleza, o mejor dicho, la búsqueda de una belleza que desde lo literario impacte en el lector. Tenemos, por lo tanto, la intimidad y la belleza, nos falta por traer a este relato el otro factor que determina esta ‘Puerta de embarque’, y este no es otro más que el tiempo. Pero sobre todo un tiempo que lo condiciona todo, que define como pocas realidades lo que nos sucede y que marca esas fronteras antes citadas con su paso adentrándonos en diferentes momentos de lo que supone nuestro tránsito. Tiempo y momentos que se suceden en cada poema como la confirmación de un instante, de una inspiración que se revela desde la poesía como los diversos engranajes de la acción que somos. "Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo", una frase tomada del Eclesiastés que, como otras utilizadas por Raquel Vázquez, como acceso a diferentes partes del poemario, igual que otras tomadas de otros poetas o cantantes, no hacen más que señalar esa inmediatez de lo que somos. Una suma de momentos que gracias a ese dominio de la palabra para concebir imágenes se muestran ante nosotros como una irrupción tan inesperada como sorprendente en cuanto a sus posibilidades.

Será entonces, con ese instante ante nuestros ojos, cuando se produzcan las emociones. Cuando la vida se despliega desde las grietas, la gravedad, el dolor o la muerte, como peajes para atravesar esos diferentes estados del alma que se vislumbran en nuestro cuerpo. Momentos de debilidad, la evidencia de nuestra fragilidad que encuentra sosiego en bastiones de la cultura, en la mitología, en los referentes del universo artístico, en el que no pocas veces se sujeta la poeta lucense para intentar resistir, al tiempo que alumbrar el momento siguiente.

"Van los trenes vacíos", repite varias veces en uno de los poemas finales, como esos momentos en los que el futuro llega ligero, imprevisible en sus consecuencias, debido a esa vacuidad nuestra sin posibilidad alguna de dominarlo. Raquel Vázquez se ofrece a la belleza para desde ella domesticar esa fiereza de lo inesperado pero, ante todo, para calmar nuestros propios demonios interiores ante ese espejo que es cada poema.

‘Puerta de embarque’ vuelve a ser otro paso seguro de quien ha alcanzado un magisterio poético de primer nivel y ahora nos lo demuestra con estos momentos fraguados desde el paso del tiempo, esto es, desde nosotros.

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