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Vecino mal

'Babysitter' se convierte en otro vigoroso análisis de la realidad norteamericana a cargo de Joyce Carol Oates
Proc/JFIF/EFE-Calidad:Excelente
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Joyce Carol Oates nació en 1938 y si echan cuentas con más de ochenta años es todavía capaz de presentarnos textos tan firmes y estremecedores, tanto desde lo literario como desde la visión que refleja de la realidad que la rodea en los Estados Unidos, como este relato que por ello se mueve entre lo increíble y lo admirable. Ambas cuestiones se llevan sucediendo sin fallo en los libros de la autora de Blonde (la biografía novelada de Marilyn Monroe puesta de moda recientemente por la película interpretada por Ana de Armas), y que en Delatora, Riesgos de los viajes en el tiempo o Un libro de mártires americanos, todos ellos editados, igual que Babysitter, por Alfaguara, y en los que sin temor a escribir páginas y páginas, todas ellas repletas de valores literarios, asistimos a un descorrer el telón sobre ese espectáculo  que supone la vida en los Estados Unidos, donde bajo esa pátina de sofisticación y modernidad con las que se nos intenta engatusar siempre, acostumbran a esconderse muchos de los peligros que laten en esa sociedad donde la violencia suele ponernos en alerta ante esas situaciones, siendo muchas de ellas realmente estremecedoras.

Es, por lo tanto, la violencia, uno de los grandes temas del libro y que lo recorre como un Mississippi en el que desembocan otros muchos afluentes que convergen en ella desde ámbitos como la familia, el laboral, las relaciones de vecindad, las nuevas formas de comunicación... en definitiva, la historia de un asesino en serie de menores que viene a dinamitar la aparentemente apacible vida de un barrio de Detroit, se convierte en un gigantesco espejo en el que verse reflejados muchos de esos rincones de la mente humana tan imprevisibles en sus reacciones y conductas, como imposibles de ser reconducidas una vez que nos adentramos en ciertos ámbitos para los que no estábamos preparados.

Toda esa violencia, tan asumida como parte de una identidad colectiva, no solo se refleja en función de los determinados contextos en los que surge, sino que también, a lo largo de la novela, se refleja en cuestiones vinculadas al racismo, la violencia sexual, la homofobia, la pederastia o la misoginia, auténticos puntos críticos de una convivencia que en los últimos años ha visto, lamentablemente, como se alentaban y propagaban ideologías y postulados políticos que hacen de estas cuestiones gasolina para activar a sus seguidores, aflorando situaciones que considerábamos desterradas de nuestra convivencia pero que cada vez más parecen marcar nuestro día a día.

Todo este argumentario hay que presentárselo al lector, ofrecérselo como parte de una historia, de un relato en el que estas casi quinientas páginas te obligan a devorarlas de manera frenética. Y así se plantea la mirada de esa madre de dos hijas con una vida de lujo junto a su marido, en una zona residencial, con la ayuda y complicidad de su criada, hacia esa realidad externa que impacta de manera directa en su propia realidad íntima en la que una serie de decisiones tomadas ante el desgaste de la convivencia familiar desencadenarán una serie de situaciones que modificarán por completo la vida de Hannah, desarrollándose toda ella en el año 1977. Una ubicación temporal que nos lleva al encuentro de muchos de esos gérmenes de lo que es la actual explosión de violencia con que nos sobresaltamos día sí y día también en los medios de comunicación.

Especialmente lúcida es la posibilidad que nos presenta Joyce Carol Oates de comparar acciones con pensamientos, y cómo estos se presentan a través de unas frases en cursiva que ofrecen un nuevo plano en la narración. También la fuerza con que se reflejan determinadas escenas en las que la violencia está muy presente, logran que el relato tome una fuerza que impacta en el lector y en su compromiso con avanzar en la lectura de ‘Babysitter’.

Hannah se adentra en una espiral que la llevará a descubrir que el ser humano no siempre es lo que parece, y que dar ciertos pasos puede tener terribles consecuencias, para uno mismo pero también para quienes nos rodean. Las dudas, miedos, fragilidades o ausencias que toda mujer puede sentir en un momento determinado de su vida pueden encarnarse en un itinerario casi autodestructivo que contrasta con nuestra capacidad para proteger a los que nos rodean, para no permitir que nada les afecte quedando, muchas veces, nosotros mismos desprotegidos ante una sociedad con demasiados peligros, aunque no todos sean evidentes.

El pulso narrativo de Joyce Carol Oates es capaz a las pocas páginas de generar una perturbadora atmósfera, una desasosegante incisión en el alma de un país que hace de esas urbanizaciones a las afueras de sus metrópolis auténticos tubos de ensayo de la convivencia. Aquí, es esa conexión vecinal donde se desarrolla una serie de tensiones que se vinculan también al poder económico, a la dominación del ser humano a través de la violencia y el abuso sexual, capaces, incluso, de generar en determinadas personas una dependencia que modifica todos los ámbitos de su vida.

La autora es siempre un nombre fijo en esas listas que tanto nos entretienen días antes de conocer al ganador del Premio Nobel de Literatura. Y, como es sabido, hasta ahora no ha sido tocada con la varita pero, si ya posee méritos más que suficientes para lograrlo, aunque sus novelas muchas veces no caigan en lo pretencioso en ellas se alumbra la existencia humana con todos los matices de nuestra contemporaneidad de una manera tan firme y decidida que es una de las mejores muestras de cómo lo literario nos observa y nos define, y en ese rango ‘Babysitter’ no hace más que acercarla al Nobel.

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