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Momento

TODOS SABEMOS que el deporte se compone de momentos, instantes en los que eres capaz de calibrar las posibilidades que puede llegar a desarrollar un equipo a lo largo de la competición, cuando empiezas a intuir hasta donde se puede llegar. Eso puede suceder incluso en el primer partido de Liga, pero no están las cosas hoy en día en el deporte para exhibiciones de ningún tipo, así que uno prefiere esperar a las diez primeras jornadas para tensar esas posibilidades, dándole tiempo a plantilla y técnicos a engrasar una maquinaria que, en el caso que nos ocupa, el del Teucro, vio como el guión de las lesiones se escribía antes de tiempo, su preparador físico y mucho más dejaba el equipo y varios de sus engranajes eran completamente nuevos, pero a los que el paso de las jornadas, con la necesaria carga de trabajo, iba a sentar excelentemente bien.

Pues ya superadas esas diez jornadas el pasado sábado llegamos a uno de esos momentos en los que se despejan dudas y se vislumbra lo que puede ser el futuro. Es el momento en el que las desconfianzas se despeñan y cuando lo que era incertidumbre se convierte en una certera realidad sobre la pista. Se vivía el minuto quince de la segunta parte cuando el luminoso del Pabellón Municipal reflejaba un preocupante 19-22. Y no preocupante porque el Teucro lo estuviera haciendo mal, sino porque delante tenía a un poderoso rival, el Balonmano Alcobendas, con buenos jugadores y que estaba haciendo un partido fantástico. No hubiera pasado nada si el Teucro hubiese seguido jugando como estaba y al final saliese derrotado. Los fieles, que son los que no fallan en ningún encuentro, y que están descubriendo lo maravilloso que es en el balonmano la reconstrucción de un equipo y su coqueteo con el liderato (algo que se pierden los que se sumarán al carro en unos meses a recoger la gloria sembrada), pues esos aficionados hubieran aplaudido el esfuerzo realizado y brindado por un gran partido. Pero no, el momento era precisamente ese, los segundos en los que todo es eterno y donde la moneda se lanza al aire. El Teucro decidió que era el instante de evaluarse, de mostrar los espolones y los galones, de tirar de historia y también de unos jugadores que se han soltado como no lo habían hecho en las primeras jornadas de liga. No me gusta citar ningún nombre por encima del grupo y no lo haré, cada uno sabe de su misión dentro del conjunto que quedó perfectamente reflejado en la mejor jugada del encuentro, la que se produjo, curiosamente, con el tiempo ya finalizado. El Alcobendas a un lado de la pista lamiéndose heroicamente las heridas de la batalla librada y los jugadores del Teucro en una clamorosa piña en la que parecía que todos ellos llevaban jugando juntos desde infantiles. En ese minuto quince el Teucro decidió que quería ser el líder de esta categoría y que Asobal no estaba tan lejos, pero tras el encuentro también asumió que lo harían todos juntos, es decir, como un equipo.

El pasado miércoles el Teucro regresaba de Barcelona, de una pista de la que huirán muy pocos puntos, y lo hacía con uno de ellos tras poder lograr los dos a falta de tan solo unos segundos. Un punto de esos que saben a victoria si se valoran fríamente y más aun en medio de una semana terrorífica en la que de saldar con una victoria su encuentro de hoy ante el líder Palma del Río el Teucro se verá en una situación privilegiada para la segunda vuelta y con la moral por las nubes. Es increíble como este equipo se reinventa temporada tras temporada, como suple la marcha de sus jugadores con otros que se integran a la dinámica del club como si lo conociesen de siempre, y todo ello sin locuras económicas y con el hándicap, este año, de conjuntar a jugadores que en esta misma categoría habían descendido con el Academia Octavio, pero que esta temporada están mostrando sus capacidades y posibilidades vestidos de azul.

Si se acercan hoy al pabellón les aseguro que se encontrarán con un equipo en ebullición que buscará cerrar una semana que se debe entender como el gran trampolín de la temporada. Siete días en los que el Teucro ha definido su identidad y orientado la brújula en dirección norte, esto es, apuntando hacia donde lo empuja la historia, hacia donde no tiene más remedio que estar.

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