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Vivos y muertos

Una novela que explora los vínculos que la guerra deja entre las personas, e inspirada en la Isla de San Simón, gana el Biblioteca Breve

El jurado presenta al ganador del Premio Biblioteca Breve, Agustín Fernández Mallo. KURT
photo_camera El jurado presenta al ganador del Premio Biblioteca Breve, Agustín Fernández Mallo. KURT

ENFANGADOS COMO estamos en las redes sociales la literatura vuelve a venir a nuestro rescate. La propuesta del coruñés Agustín Fernández Mallo, Trilogía de la guerra, recompensada en Barcelona con el prestigioso premio Biblioteca Breve, nos sitúa ante la gran red que vincula a vivos y muertos desde hace siglos: la guerra. De alguna manera cada uno de nosotros estamos unidos a algún muerto de alguna guerra. Muertos que no mueren del todo y vivos que nunca están completamente vivos.

En el año 2013 Agustín Fernández Mallo participó como invitado en un congreso sobre redes sociales en la isla de San Simón. Paradójicamente, en ese islote de la memoria en la ría de Vigo, se hablaba de comunicaciones globales, y todo ello desde el más completo aislamiento. Hasta allí el escritor se desplazó, en previsión del aburrimiento que se esconde bajo estos encuentros, con el libro Aillados: A memoria dos presos de 1936 na Illa de San Simón bajo el brazo, dedicándose con su móvil a repetir algunas de las fotografías de reclusos incluidas en ese libro, pero en las localizaciones de hoy. El resultado fue el origen de esta novela, una ausencia capaz de conectar dos tiempos. Esa no presencia que, sin embargo, estaba aún presente en cada una de las nuevas imágenes. Agustín Fernández Mallo a partir de ahí amplía el foco a otros dos escenarios que arrastran conflictos bélicos: Estados Unidos y la Guerra de Vietnam; y las playas de Normandía, durante la II Guerra Mundial, en las que cien mil varones fallecieron y hasta las que se desplaza una mujer en la búsqueda de una percepción no muy alejada de la que el propio Agustín Fernández Mallo pudo haber experimentado en la isla pontevedresa. Y es en esos tres ciclos en los que el escritor sitúa contra las cuerdas a la propia literatura, tal y como hace en sus obras anteriores, buscando una serie de límites que se conducen por la antropología, la ciencia, el consumo, la publicidad y todo ello sin perder ese permanente hálito poético que deja esa pátina de duda por donde quiera que pasa.

"Solo por los contornos últimos de las cosas podemos entender las cosas", descerrajó, en la comparecencia del jurado para presentar al ganador, uno de sus miembros, el escritor Manuel Longares. Y ahí, precisamente es donde nos coloca Agustín Fernández Mallo, en ese contorno de los muertos necesario para entender a los vivos: Dalí entre la basura de Nueva York, García Lorca agitando un poema inédito de su cumbre neoyorquina y Carlos Oroza, sí, nuestro Oroza, declamando entre la herrumbre de un pasado que nunca se clausura del todo. Protagonistas que, junto a otros personajes generados por el autor, participan de este caleidoscopio literario, heterodoxo y ambicioso al que ayer dio la bienvenida el orbe literario nacional.

Vivos y muertos también se citaron en un evento capaz de reunir en el Museo Marítimo de Barcelona a numerosas personalidades de la cultura, en una edición que conmemoró 60 años de premios y de premiados. Varios de ellos ya fallecidos, otros, muertos en vida. Escritores, cineastas, actores, actrices, editores, periodistas, críticos... protagonistas de una danza festiva que organiza de manera ejemplar la editorial Seix Barral comandada por Elena Ramírez como líder de un bendito matriarcado literario que cuida hasta el más mínimo detalle para, durante unas horas, aplacar egos, miserias y maldades en torno al nacimiento de una nueva novela. Una novela para vivos y muertos.

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