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El pecado original

Autoridades e familiares de Bóveda, ante a obra de Castelao. M.G.P.
photo_camera Autoridades e familiares de Bóveda, ante a obra de Castelao. M.G.P.

VER A Alberto Núñez Feijóo interpretando un cuadro es como verme a mí interpretando los planos del circuito electrónico de un submarino. Feijóo celebró la llegada a Galiza de ‘A derradeira leición do mestre’ como quien recibe el cuadro de un bodegón de albaricoques: diciendo que la vida es muy chula y que el autor estaría orgulloso de su país, es decir, de Feijóo y de la Consellería de Educación. Pues puede que sí, aunque tengo mis dudas.

Creo que todo fue fruto de un malentendido que paso a desenredar. en 1950, cuando murió Castelao, la Dirección General de Prensa fijó las directrices que habían de seguirse para tratar al difunto. Eran éstas: "Habiendo fallecido en Buenos Aires el político republicano y separatista gallego Alfonso Rodríguez Castelao, se advierte lo siguiente: La noticia de su muerte se dará en páginas interiores y a una columna. Caso de insertar fotografía, esta no deberá ser de ningún acto político. Se elogiarán únicamente del fallecido sus características de humorista, literato y caricaturista. Se podrá destacar su personalidad política, siempre y cuando se mencione que aquella fue errada y que se espera de la misericordia de Dios el perdón de sus pecados. De su actividad literaria y artística no se hará mención alguna del libro Sempre en Galiza ni de los álbumes de dibujos de la Guerra Civil. Cualquier omisión de estas instrucciones dará lugar al correspondiente expediente".

Bien, nadie avisó a Feijóo de que esas órdenes ya no están en vigor. Por eso se limitó a cumplirlas. Uno no puede estar en todo. Ni siquiera Feijóo, y mucho menos las personas que le dan las ideas y le escriben los discursos. Si el trato dado al autor es degradante, pues degrada la faceta política de Castelao, más aún es el que le da a Bóveda, a quien Castelao rinde un homenaje en ese cuadro tan hermoso como terrible. A Bóveda simplemente lo ignoró Feijóo. Como Bóveda no fue humorista, literato ni caricaturista, no hubo necesidad de mencionarlo. Hay gente a la que se le atraganta una frase muy sencilla: "Alexandre Bóveda fue un patriota gallego asesinado por sus ideas políticas, y como tal recibirá siempre el respeto que se debe a un mártir que no mató a una mosca en sus 33 años de vida".

No hace falta ser galleguista ni nacionalista para reconocer que Castelao y Bóveda fueron dos grandes personas

A Feijóo se le tiene por una persona moderada. Moderada dentro del PP, entiéndaseme. Pero ni los más moderados del PP saben cómo gestionar su pecado original, que es la Alianza Popular fundada por siete exministros franquistas. "Neofranquistas entusiasmados celebran su primer congreso", titulaba Diario 16 en marzo de 1977. Decía luego que los 3.000 "fervorosos congresistas" saludaron al nuevo partido gritando vivas a Franco.

Conozco a unos cuantos dirigentes del PP gallego que reniegan furiosamente de ese pasado, y lo hacen con toda sinceridad, pero cuanto más arriba van llegando, más les cuesta incomodar a los votantes extremistas. El PP no se verá libre del pecado original hasta que honre a los enterrados en las cunetas y a todas las víctimas de Franco, hasta que renuncien a su pasado y repudien a la dictadura con firmeza y con toda naturalidad. La sombra de la duda siempre se cierne sobre ellos y en parte con razón. Son del PP los alcaldes que se niegan a quitar placas de franquistas en las calles; son del PP los que acuden a homenajes en la fundación Francisco Franco; son del PP los que votan en contra o se abstienen cada vez que hay que decidir qué se hace con el franquismo.

Del PP gallego se esperaba algo más, que tampoco estamos en Valencia. Un homenaje sentido a dos de las figuras más relevantes del siglo XX en este país. No costaba nada. Dos personas que amaban a su patria y a su pueblo, ambas represaliadas, una que tuvo que acabar su vida en el exilio llorando por volver y la otra asesinada contra un pino. No hace falta ser galleguista ni nacionalista para reconocer que Castelao y Bóveda fueron dos grandes personas que dieron a Galiza lo más que se puede dar, la libertad y la vida. Cualquier gallego y cualquier gallega, sean cuales sean sus ideas políticas, sabrá reconocerles al menos esto: que amaban a esta tierra y que se sacrificaron por ella hasta lo indecible, y que lo hicieron desde el respeto a la libertad de todos y sin hacer daño a nadie.

Dice Feijóo que Castelao no tiene dueño. Que pertenece a todos. Para que eso sea así, digo yo que habrá que tratarlo con respeto. Si algunos lo único que quieren de Castelao son sus facetas como humorista y caricaturista, de esos los hay a patadas. Humoristas y artistas tenemos en cada esquina. O que adopten al dibujante de Mafalda, yo qué sé. Castelao era mucho más que eso, y de ahí viene la devoción que le prestan muchos gallegos. Quienes no saben respetar a Castelao o a Bóveda o pretenden convertirlos en enemigos, no pueden impedir que otros se apropien de sus figuras. Que se liberen de una vez del pecado original, que es lo que tienen que hacer y se dejen de rodeos cada vez que hablan del pasado.

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