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El silencio incómodo

ME CONFESÓ el otro día un amigo que es un gran amante de los silencios incómodos, esos que se producen cuando alguien cuenta un chiste malo o dice algo inconveniente y todo el mundo se queda callado. Mientras se miran unos a otros sin saber qué hacer más que callar, mi amigo disfruta preguntándose quién romperá el silencio y cómo lo hará.

Ayer me ocurrió algo parecido. Estaba yo leyendo un diario digital de gran difusión estatal, uno de esos que prometen información comprometida, veraz, contrastada e independiente, cuando leí este titular: "MYHYV: Carmen Borrego se estrena como asesora con el abandono de Anais, pretendienta de Yera". Me negué a leer el texto que se encontraba escrito bajo ese titular y se produjo entonces un incómodo silencio entre el periódico y yo. Durante unos minutos no busqué otra noticia ni cambié de página. Me quedé ahí, sin hacer nada, disfrutando del fastidioso silencio.

La nueva sensación me resultó tan placentera que dediqué casi toda la mañana a buscar silencios en todos los medios digitales. Para mi fortuna, encontré decenas de titulares merecedores de silencios: "Hablamos con Lucía Villalón. Así afronta el día de su 'no boda' con Chicharito". "Bárbara Lennie: 'He empezado a meditar, dormir y comer bien'". "Ronaldo y José Semedo. Así nació su amistad hace más de veinte años". "¿Es rusa la ensaladilla rusa?". "Mente sana, vestido sano. Los conjuntos frutales en Instagram de una niña de tres años". "Mar Torres, la novia de Froilán en cifras".

La prensa en papel sobrevivirá gracias a lo que muchos creen que es su principal desventaja: la limitación del espacio


Logré mantener docenas de silencios tensos con cinco o seis medios. Silencios sobre el supuesto hijo de Julio Iglesias, sobre las desavenencias entre Terelu Campos y Mila Ximénez o sobre detalles innecesarios de la vida de cualquiera de los numerosos personajes que acuden como concursantes a programas cuya finalidad es la de emparejarse, generalmente por tiempo limitado. No tuve que acudir a medios de la prensa rosa ni a secciones antaño específicas de este tipo de información: en secciones sobre política o sobre motor se pueden encontrar sin dificultad algunas informaciones que merecen sonoros silencios.

Vaya por delante que no todos los medios digitales entran en ese juego. De hecho, conozco sin salir de Galiza a muchos informadores y algunos directores de medios digitales que se dedican a informar sobre asuntos de verdad, pero también es cierto que la edición digital se presta a estas cosas, como que se dedique el mismo espacio a los conjuntos frutales de una niña de tres años que a la salida de prisión del opositor venezolano Leopoldo López. La prensa en papel tiene una limitación de los espacios, que deben distribuirse en función de la importancia que se le da a cada noticia, mientras que los medios digitales tienen capacidad casi infinita para llenarse de estupideces.

No voy a ser yo, y menos yo, quien le diga a nadie lo que tiene o no tiene que publicar, o lo que puede o no puede leer. Sólo digo que luego algunos se preguntan por qué la gente se informa en Twitter. Pues igual porque para enterarse del último cotilleo sobre Kiko Matamoros basta con Twitter. Para eso no hace falta suscribirse a un medio, ni aguantar un chorreo de publicidad invasiva, ni confiar en que tras esos titulares sobre la novia de Froilán, Chicharito o el amigo de Cristiano, se encuentre el trabajo serio de un gran profesional que se ha currado una noticia.

Es uno de los motivos por los que creo en el futuro de la prensa en papel: porque no puede caer en la tentación de dedicar la mitad de su espacio ni de sus recursos a convertirse en prensa rosa; porque no es físicamente posible llenar páginas y páginas cubriendo noticias que carecen de interés informativo sólo por si se da el caso de que entre sus lectores haya alguno que necesite saber que Carmen Borrego se estrena como asesora con el abandono de Anais, pretendienta de Yera, o que Bárbara Lennie ha empezado a meditar, dormir y comer bien.

La prensa en papel tiene el futuro garantizado. No por lo que algunos creen: que al lector le gusta disfrutar del tacto de las páginas y el olor de la tinta mientras toma un café. Si por eso fuera, no daría yo un céntimo por el futuro del papel. La prensa en papel sobrevivirá gracias a lo que muchos creen que es su principal desventaja: la limitación del espacio, que en realidad es su mayor fortaleza, pues provoca en el lector menos silencios incómodos que los medios digitales.

A la prensa en papel no la salvarán ni la publicidad ni el tacto, ni el placer de pasar las páginas, ni la tinta: sobrevivirá gracias a los lectores, que creo que son mayoría, que no disfrutan de los silencios incómodos y no quieren saber cómo nació la amistad hace más de veinte años entre Cristiano Ronaldo y José Semedo, ni cómo afronta Lucía Villalón su ruptura con Chicharito. En definitiva, a los periódicos en papel los salvarán, en primer lugar, el periodismo y los periodistas. Y luego, claro, los lectores y las lectoras que tienen vergüenza ajena y no quieren sentirse incómodos ante titulares que prometen contar que Carmen Borrego se estrena como asesora con el abandono de Anais, pretendienta de Yera.

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