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Ence sí o sí

EL JUEVES se celebró en el teatro Principal el acto por el premio que ONU Hábitat dio a la ciudad de Pontevedra en Dubái. De los vídeos que allí se exhibieron extraigo una conclusión principal: en Dubái los hombres se visten como señoras mayores. Todos los intervinientes y los asistentes al acto, presentado por Xabi Fortes, coincidieron en que Pontevedra se merece ese premio y los que vendrán. Finalmente todos los grupos políticos representados en el Concello acabaron rindiéndose a la categoría del premio, aunque algunos lo habrán hecho a su pesar. Incluso Jacobo Moreira asistió, quizá tras enterarse por la prensa de la felicitación que Feijóo envió al Concello.

Yo, de hecho, fui porque estaba Jacobo Moreira, aunque eso lo explicaré dentro de un par de párrafos. De momento, vamos conociendo dos avances del programa de Moreira. El primero lo anunció César Mosquera, improvisado portavoz del PP. Dice Mosquera, y tiene razón, que Moreira anunciará este mes su apoyo a la permanencia de Ence a cambio de una serie de condiciones. Yo vengo diciéndolo desde hace casi dos años, pero a mí nadie me hace caso: lo que se ha venido negociando entre Ence y la Xunta con el visto bueno de Madrid, no es si Ence se queda o se va, sino a cambio de qué se queda.

Moreira anunció que su postura no será en defensa de los accionistas, sino de los trabajadores y los empresarios que dependen de Ence. Declaración contradictoria, ya que los intereses de los accionistas, obviamente, son los mismos que los de los trabajadores y empresarios que dependen de la pastera. Hay una explicación a la enigmática frase. A Ence se le «impondrán» una serie de condiciones con las que la empresa está totalmente de acuerdo y ello será anunciado por Moreira como si fuera él quien va a decidir algo que ya está acordado. Obviamente, Moreira no se ha sentado a negociar con Ence. Él mismo lo ha dicho hace un par de semanas que entre sus planes no está reunirse con Ence. Pues claro que no. Ni ha sido él quien viene reuniéndose con Ence desde 2012, ni Ence negocia su permanencia con un concejal, sobre todo si es portavoz de la oposición, ni Moreira puede prometer nada que no esté ya decidido.

Lo que hará Moreira será escenificar un acuerdo que le viene hecho de arriba y venderlo como un pliego de «exigencias», en plan: «Si los de Ence quieren quedarse tendrán que cumplir mis condiciones». Luego será cuando reciba formalmente el apoyo de los que lo han negociado todo, con seguridad Alfonso Rueda o el propio Feijóo, y la empresa se «plegará» a esas exigencias entrecomilladas. Obviamente a Ence le sale mucho más barato pagar un canon que cerrar o trasladarse y eso es lo que sucederá. Ésa será la propuesta estrella del PP: que Ence se queda hasta 2068. Es el cara o cruz con el que el PP pretende dar un vuelco a sus opciones.

En todo caso, el anuncio a un mes de la campaña tendrá un alto componente electoralista, pues si Ence se va a quedar sí o sí, si ya está todo negociado, la permanencia no dependerá en absoluto de quién sea el alcalde.

El otro gran proyecto de Moreira es reunirse cada semana con una familia pontevedresa, que es lo que me llevó a mí al Teatro. Desde que el líder del PP formuló su amenaza, no me dejan salir de casa salvo que se sepa dónde está Moreira. Estamos aquí encerrados por si aparece a visitarnos y mi señora compra cada día una lata de paté de marisco para agasajar a Moreira. Su inquietud va en aumento y comienza a impacientarse de verdad. Ahora dice que el próximo viernes quiere ir al Teatro Principal al concierto de Quatro D’Abril, que ella admira a Rober Calvo desde que tiene quince años (Rober Calvo), y que tiene el proyecto de ir allí a disfrutar del repertorio y arrojar un sujetador al escenario, pero que claro, que si aparece Moreira a comerse el paté y le fastidia el plan, entonces qué. Y añade que lo menos que podría hacer Moreira es anunciar cuándo piensa venir, que esto es angustioso. Mientras tanto me tiene todo el día limpiando la casa para impresionar a Moreira y cuando vuelve de comprar el paté, si encuentra una mota de polvo viene y empieza a darme golpes en la cabeza como si fuera un bote de ketchup mientras grita, marcando las sílabas: «¿Qué te dije de tener la casa limpia para cuando venga Jacobo Moreira?».

El peligro de estas cosas es que los demás candidatos suelen entrar en competencia para demostrar quién es más original y cualquier día Lores promete dormir cada semana con una familia. Puede estar usted tan tranquila en casa y cruzarse por el pasillo al alcalde en pijama dándole los buenos días con su voz carrasposa y preguntándole qué hay para desayunar, o peor aún, cantando una panxoliña. Con estas cosas hay que tener cuidado, que hay ocho candidatos y si empiezan todos a visitarnos vamos a tomárnoslo con tanta naturalidad que acabaremos pidiéndoles que de paso que se van, que nos bajen la basura.

ARTÍCULO PUBLICADO EN LA EDICIÓN IMPRESA DEL DIARIO DE PONTEVEDRA DEL DOMINGO 8 DE MARZO DE 2015

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