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Greta

A esa edad, cualquiera tiene la misma capacidad para opinar que un adulto
Greta Thunberg, durante su intervención en la Cumbre Mundial del Clima en Madrid. RODRIGO JIMÉNEZ (EFE)
photo_camera Greta Thunberg, durante su intervención en la Cumbre Mundial del Clima en Madrid. RODRIGO JIMÉNEZ (EFE)

HACE NO demasiado tiempo, ponga usted en el S. XVII y llévelo hacia atrás hasta donde quiera, Greta Thunberg sería una adulta. La esperanza de vida rondaba los 30 años. Claro que muchos morían al nacer y otros sobrepasaban los 60 o 70 años, pero quienes gobernaban el mundo tenían una media de edad muy corta. A la edad que tiene hoy Thunberg, 16 años, la gente tenía madurez suficiente para formar parte de un grupo de adultos o para liderarlo. Había vivido la mitad de su vida. No estaban para perder el tiempo y madurar a los 30 años, cuando estaban a punto de morir.

Lo que se quiere decir es que a la edad en la que hoy uno o una puede presidir un sindicato de jóvenes agricultores, hasta no hace mucho tiempo formaría parte de un consejo de ancianos. Era y es una cuestión de esperanza de vida, que se alarga más que nada porque que a lo largo del último siglo y medio se han inventado vacunas, se han descubierto antibióticos, la medicina ha avanzado y la alimentación es más sana gracias a cosas como los controles sanitarios, la pasteurización o la fecha de caducidad.

Lógicamente al prolongarse la vida alargamos los ciclos vitales. Lo que hoy son la infancia, la adolescencia, la juventud, la madurez y la ancianidad hace cuatro mil años eran casi la misma cosa. Hacemos bien. Quien nace hoy tiene muchas posibilidades de vivir 90 años, y es por eso que no aceleramos su vida. Es niño o niña hasta los 12 años, edad a la que empezamos a llamarle preadolescente, y así vamos, administrándole el tiempo hasta que va cumpliendo edad para conducir, para votar, para trabajar, para jubilarse o para morir.

Pero a los 16 años, edad que tiene Greta Thunberg, es mentalmente adulta, hoy y hace mil años. Nuestra especie no ha evolucionado, ni nuestra capacidad para aprender o para razonar. Hay quien la considera una niña prodigio. No lo es. cualquier persona a su edad, si la dejamos hablar y la escuchamos, puede articular un discurso tan bien armado como el de Greta o mucho mejor. Eso no es lo destacable. Lo que ofrece esta chica es credibilidad.

Luego están los padres que la utilizan y las multinacionales que la patrocinan. Se aprovechan de ella, claro, pero a cambio le dejan que haga pensar a mucha gente en asuntos que no le importaban demasiado hasta que llegó Greta. La gente joven, afortunadamente proclive a pensar en el futuro y a comprometerse en asuntos antes inexistentes, como la lucha contra el cambio climático, encuentran en Greta a una persona que dice algo que muchos pueden compartir. Es un discurso ecologista, pacifista, exigente y duro, pero que sólo busca que tratemos amablemente a nuestro planeta, que no tratemos de reclamarle más de lo que nos puede dar. Eso lo entiende cualquiera, pero si nos lo dice Greta resulta más convincente que si nos lo dice el abuelo de Greta, si es que existe.

Lo que molesta a muchos es eso: que Greta tenga credibilidad; que la escuches a los 16 años, cuando otros lo pasan fatal para conseguir trasladar un mensaje. Que los medios persigan a Greta y la llenen de portadas y de aperturas mientras ellos tienen que rodearse de asesores para conseguir media columnita en páginas interiores. Eso es lo que duele, que sea una niña. Que todos la adoremos. ¿Qué hace una niña dando discursos? Pues lo mismo que nuestra infanta, que es todavía más joven.

El verdadero problema que tienen muchos con Greta, no lo tienen con ella: lo tienen con todas las personas de la edad de Greta. Son niños y a esa edad, creen los malos, lo que tienen que hacer es estudiar, jugar, obedecer y ca llarse la boca, no ir por el mundo diciéndonos a los adultos lo que tenemos que hacer. Gente que no quiere escuchar. Haga usted la prueba.

Tómese la molestia de preguntar a cualquier persona de la edad de Greta lo que piensa sobre el medio ambiente, sobre la política, la monarquía, o Donald Trump. El resultado le sorprenderá. Pregúntele, déjela hablar y escuche. Comprobará que la mayoría tienen criterio y discurso. Claro que encontrará a muchos que no tengan el mínimo interés en estos asuntos, pero no en mayor proporción que los adultos. a esa edad cualquiera tiene la misma capacidad para opinar que un adulto. No son tontos. Saben leer una información, contrastarla y forjarse una opinión. Tendrían que tener derecho al voto.

A Greta no la veo yo destacando entre la gente de su generación. Lo único que la distingue es la fama. Que los medios corren tras ella como locos; que su voz se escucha y no la de otros de su edad. Pero sea bienvenida Greta y ojalá muchos más como ella. cuantos más mejor. Si hace tres mil años tenían edad y capacidad para cazar un bisonte y liderar un clan, malo será que hoy no puedan opinar y ser escuchados si dicen cosas sensatas. Ella lidera un movimiento y muchos de los anti-Greta tienen hijos de su edad pero prefieren no hablar con ellos de estos temas porque todavía no tienen permiso para opinar.