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Llegar al estío

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RECUERDE USTED cuando hace casi un año nos confinamos en casa durante dos meses o algo más. Era la primera de cuatro fases que nos llevarían, según se nos dijo, a la nueva normalidad, que llegaría con el estío. El estío es el verano, aunque usted ya lo sabe. La palabra cayó en desuso como tantas cosas en nuestra vida que van quedando atrás sin saber muy bien por qué. El estío es ahora como un verano sin mascarilla, una antigualla.

Pasó el estío, pasó el otoño y a principios de 2021 hay quien dice que no nos quedará más remedio que volver a la casilla de salida, al confinamiento severo o a uno más suave pero muy restrictivo. Ya nadie habla de la nueva normalidad. De momento la nueva normalidad viene siendo estar peor que al principio. Las previsiones ahora dicen que en seis meses se habrá vacunado a un alto porcentaje de la población. Justo lo necesario para tratar de salvar el verano, lo que se comprobó que no es la mejor idea. Estados europeos que salvaron la primera oleada con cifras envidiables van ahora como balas en porcentajes de contagios, hospitalizaciones y muertes, lo que demuestra que nadie supo aproximarse al problema y encontrar soluciones, al menos en Europa y en América. Parece que en Asia se hicieron algunas cosas mejor aunque eso también está por ver, que todavía queda liga.

Todas las esperanzas están ahora puestas en las diferentes vacunas que van llegando. Vacunar a cuanta más gente mejor en un tiempo récord. Parece que eso sí se puede lograr y hacia el próximo otoño estaremos en condiciones de disfrutar del fin de 2021 salvando la temporada de Navidad. Paciencia, que tendremos que acostumbrarnos a estas cosas. Siempre es mejor que las cosas lleguen así de esa manera, como el amor, de golpe. Total, cuando llegan más lentamente como el cambio climático y nos lo vienen advirtiendo desde hace décadas mientras lo vemos venir a lo lejos, tampoco es que hagamos demasiado caso. Acabamos convirtiendo los cupos de emisiones de CO2 en un valor de mercado que se compra y que se vende para que aquellos que más contaminan contaminen más, aunque paguen por hacerlo. Total, nos suben la electricidad un 30% y asunto resuelto.

Bien, con todo lo antedicho, parece que el año 2021 puede acabar mejor de lo que empezó. También es verdad que empezó tan a lo grande que no le será fácil mantener el ritmo durante once meses. Ahora sí que ya es cuestión de resistencia, pues se vislumbra el final de la pandemia. Luego, si esto es así, tiempo habrá de hacer balances de todo tipo y de tomar decisiones personales y colectivas sobre a dónde queremos llegar, si es que queremos llegar a algún lado, que no lo creo. Lo que la mayoría quiere, según una encuesta que me estoy imaginando, es olvidar todo esto, hacer como si nunca hubiera ocurrido y volver cuanto antes a la vida anterior, justo al día antes de que se declarase la pandemia.

Somos seres acomodaticios y acabaremos tomando esta etapa como un paréntesis en nuestras vidas, como quien tiene que irse a la mili para volver año y medio después y reanudar su vida justo donde la había dejado. Puede que de esto no tengamos nada que aprender. No vamos a perder el tiempo en reflexionar sobre lo que está sucediendo ahora y hacer las cosas mejor la próxima vez. Total, este mismo virus hace tres siglos hubiera matado a un tercio de la población, así que todo está controlado.

Leo que un tercio del personal de enfermería está acudiendo al apoyo psicológico para sobrellevar una tarea tan ardua como mal pagada. Después de los aplausos del principio se abandonó al sector a su suerte. Siguen con sus contratos precarios, con sus guardias abusivas, arrastrado su vocación como quien arrastra una cruz. No habrá mejor Sanidad pública, ni mejor Educación. Dependiendo de quién gobierne puede haber ligeras diferencias, pero no parece que nadie esté dispuesto a hacer una apuesta decidida por los sectores públicos, o por repoblar las zonas siglo pasado y que tan bien nos hubieran venido ahora para escapar de un bicho contagioso. Los ricos seguirán siendo más ricos y los pobres igual de pobres o más, si es ello posible. Quemaremos las mascarillas y volveremos a lo nuestro, que es lo de antes.

No saldremos mejores ni más fuertes. Saldremos aliviados pensando que nos hemos comido el mundo y sintiéndonos poderosos tras vencer en una batalla complicada. Nos sentiremos copartícipes de un acto heroico y algo de todo eso habrá. Otra cosa es que seamos capaces de extraer conclusiones y cambiar algunas cosas para mejor, aunque sean pocas, pero no sé. Imagino que mientras escribo esto, o mientras usted lo lee hay alguna gente proyectando el rascacielos más alto del mundo o decidiendo dónde van a abrir su nuevo parque temático. Si al final las obras quedan, las gentes se van. Otros que vienen las continuarán, la vida sigue igual. Esto me lo plagió Julio Iglesias para una canción.

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