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Los equilibrios

Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, recibe emocionado el aplauso de otros empresarios. EUROPA PRESS
photo_camera Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, recibe emocionado el aplauso de otros empresarios. EUROPA PRESS

Pues en esta semana distópica que se acaba vimos cómo la derecha, rama ultra incluida, se lanzaba contra el Rey, sobre todo en las redes sociales, que es donde ahora se ventilan las causas importantes. Al Rey ya lo había puesto en el disparadero la loca de Ayuso preguntándole en público, ante focos y cámaras, si iba a firmar los indultos. Así que cuando los firmó, muchos se lanzaron a por él, afirmando que si un monarca español solo sirve para firmar todos los papeles que le pongan delante, de poca cosa sirve.

Tardaron 40 años en enterarse de cuáles son las funciones de un rey español, que perdió en cinco segundos todo ese apoyo incondicional de quienes se partían la cara por él y por la institución que gobierna.

Mientras tanto, hacían llorar a Garamendi, el presidente de la CEOE. No quiera usted imaginar las llamadas o las presiones de todo tipo que habrá sufrido el hombre tras posicionarse a favor de los indultos. De ahí sus lágrimas al recibir el apoyo unánime de la patronal. También toda la derecha se le había echado encima. Y luego los obispos. La Conferencia Episcopal dijo lo mismo que Garamendi: que todo aquello que fuese útil para rebajar la tensión en el conflicto entre Catalunya y España bueno sería para la concordia y la estabilidad. Bueno, a los dos segundos ya había campañas en las redes pidiendo a los españoles constitucionalistas que si todavía no habían echado cuentas con Hacienda, que no marcaran la casilla esa de la Iglesia.

Para los furiosos, un consejo que nunca falla: a chorar a Cangas

Así que la ultraderecha representada por Vox y por el ala dura del PP con Aznar y Ayuso a la cabeza, se enemistaron en tres días con sus tres pilares fundacionales: la Corona, la patronal y los obispos. También es cierto que el nacionalismo catalán echó gasolina lanzando mensajes que aunque iban dirigidos a que los suyos no tomaran los indultos como una rendición, se escucharon en todas partes.

Así que a fecha de hoy tenemos al PSOE como único baluarte en el que se puede refugiar Felipe VI. Quién lo diría. Tiene todo esto cierto sentido: la ultraderecha en España nunca ha visto con buenos ojos a los monarcas, siempre ha querido a una Iglesia servil y domesticada y ha utilizado a la patronal para generar una simbiosis beneficiosa para ambas partes. De ahí toda esa indignación. Se sienten traicionados por quienes consideran que debían ser incondicionales aliados. Nadie en el PP ni en el partido fascista se preguntó si no sería que los favorables al indulto podrían tener razón. Hacen lo que aquella señora de O Seixido que fue a la jura de bandera de su hijo Xosé y al verlo desfilando al revés que el resto de la tropa, avanzando siempre con la pierna equivocada, dijo toda orgullosa: "Mira, todos levan mal o paso menos meu fillo Xosé".

En esto de los indultos, a las derechas no las ha apoyado nadie: ni el Parlamento español, ni Europa, ni las patronales catalana y española, ni los obispos. Al PP lo ha apoyado Vox y viceversa. A los de Ciudadanos los dejamos al margen porque ya no son nada.

Aznar, rabioso como siempre, dijo que apuntaba la posición de empresarios y obispos, como si fuera muy importante lo que Aznar anote o deje de anotar. Y le mandó un recado a Casado al destacar a Isabel Díaz Ayuso como "la figura más relevante" de la oposición. El recado iba con copia al Rey, a quien no mencionó, pero al que no le debió sentar muy bien que el exdirigente encumbrara a la misma persona que cuestionó su papel constitucional que, como queda dicho, consiste básicamente en firmar lo que le manden firmar y no tener cuentas millonarias en paraísos fiscales, como hace papi.

Tampoco echemos las campañas al vuelo. Los desequilibrios entra alianzas que hemos visto en esta semana se corregirán en poco tiempo. Son muchos los intereses comunes que la derecha tiene con la Corona, con la Iglesia y con la patronal. Pero esos apoyos puntuales a los indultos y la reacción furiosa de la derecha española es algo que no conocíamos y sienta un precedente en mi opinión favorable. Está bien que nadie piense que sus aliados son sus siervos, y menos cuando no se está gobernando, como es el caso.

De momento España sigue ahí, donde siempre desde que Isabel de Trastámara usurpó la Corona de Castilla. O sea que a los furiosos que tan mal les sentó quedarse solos oponiéndose, procede darles un consejo que nunca falla: a chorar a Cangas.

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