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No pacte usted

En la política española falta valor y sobra cabreo

José Luis Martínez Almeida y Begoña Villacís. EMILIO NARANJO (EFE)
photo_camera José Luis Martínez Almeida y Begoña Villacís. EMILIO NARANJO (EFE)

HAY UNA cosa en la que vamos a estar de acuerdo usted y yo por una vez en la vida. Da igual todo aquello que nos separe o nos distinga, da lo mismo nuestra procedencia, nuestra edad (yo soy mucho más joven), la clase a la que pertenezcamos (usted es mucho más rica) o nuestra ideología. Todos y todas coincidimos en que hay alguien en España pactando con quien no debiera.

Otra cosa es que coincidamos en quiénes son los que protagonizan las alianzas que nos parecen improcedentes, inconvenientes o lo que sea. En algunos países de España, como Catalunya o Euskal Herria están más acostumbrados al multipartidismo y a los pactos contra natura, pero en el resto del Estado no. Hasta ahora el PP pactaba contra el PSOE y al revés, pero todo ha cambiado y cuando antes los pactos nos parecían algo natural y necesario hoy los tomamos como un acto de indecencia. Para empezar, nadie puede pactar con Bildu. Recuerdo cuando hace años todos le decían a HB, con toda la razón del mundo, que por la vía de las armas no había diálogo posible, pero si aceptaban las reglas de la democracia la cosa cambiaría. Pues ahora, cuando el entorno abertzale lleva una década renunciando a las armas les negamos el pan, la sal, y la posibilidad de hacer política, que es lo que les exigíamos desde siempre, que hicieran política y dejaran de asesinar. En eso estamos todos de acuerdo. Con Bildu ni agua.

Luego hay quien ve mal que Ciudadanos se preste a aliarse con Vox, y de eso la culpa la tiene Albert Rivera, que se tiró toda la campaña jurando por Dios que nunca en la vida se sentaría a negociar con la extrema derecha. Rivera, y eso tenemos que tenerlo en cuenta, es un joven que cambia de opinión cada vez que aspira, y en su última aspiración acordó la tontería más grande que se le ha ocurrido a nadie en España desde que los reyes católicos casaron a su hija Catalina con Enrique VIII, provocando un tremendo cisma que no hizo bien a Inglaterra, ni a España ni a la Iglesia: aceptar los votos de Vox para llegar a cuatro vicepresidencias y otras tantas alcaldías. Con eso gana un casi nada de poder a cambio de legitimar a los fascistas. Los aliados europeos de Ciudadanos ya le están diciendo a Rivera que aliarse con nazis no es la mejor idea, pero a Albert eso le da lo mismo.

Tampoco están bien vistas las alianzas de ninguno con los independentistas catalanes. A ver, pinflois: o aceptamos que el candidato más respaldado pacte con otros o pactamos con él. Las cuentan son las que son. Si le negamos la investidura a Pedro Sánchez, no nos quejemos luego de que busque apoyos en otro lado. En la política española falta valor, falta inteligencia y sobra cacareo. Todos los que reprochan a Sánchez que negocie con comunistas o independentistas se niegan en redondo a hablar con él. Pues bien: o somos tontos perdidos o estamos abocando a Sánchez a formar gobierno con aquellos con los que no queremos que pacte, es decir, que somos doblemente tontos perdidos.

No me dan miedo quienes se prestan a hablar. Ni el PNV ni ERC ni los de Puigdemont, que cambian de nombre cada dos días. Ni siquiera Bildu. Temo más a los que se niegan a que gobierne quien tiene las cuentas resueltas con sus enemigos mortales pero no ofrecen alternativas. Dijo en su día Aitor Esteban, portavoz del PNV, que la foto de Colón, ésa en la que Rivera y Casado posaban con Abascal, iba a ser un lastre para Rivera, y en pocas semanas el tiempo le dio toda la razón. Tanto asumió el líder de Ciudadanos aquella foto que la convirtió en un pacto, y le da lo mismo lo que le diga Macron. Rivera está cometiendo el error de regalar de ahora en adelante el centro al PSOE pensando fue él solo puede liderar la derecha y la extrema derecha. En todos estos años que lleva en política no ha aprendido que siempre gobierna quien consigue el centro moderado, pues por lo que se ve, los votantes españoles huyen de los extremos.

Ni el PP ni Ciudadanos han llegado a comprender, ni siquiera después de las elecciones generales, luego autonómicas y municipales, que la lucha por el espacio de extrema derecha deja libre el centro y eso beneficia al PSOE. Tanto han lidiado por parecerse a Vox que lo han conseguido. Pues ahora que lo disfruten. El PP se ha entregado a Ciudadanos, que se ha entregado a Vox, que se ha entregado al PP y a Ciudadanos. Entre los tres han conseguido unos pocos gobiernos autonómicos y municipales, y tanto Casado como Rivera se han comprado un pecado original que les pesará en adelante, todo por cuatro sillones. Pan para hoy. Allá ellos.

Lo malo son las siglas, que pesan durante décadas. Sean quienes sean en adelante los líderes del PP o de Ciudadanos, tendrán que llevar siempre a la espalda la cruz de haberse aliado con la extrema derecha, pues quien hereda un liderazgo lo hace con todas las consecuencias. Dios les asista.

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